SETECIENTOS TREINTA DÍAS
Aplicar presión para comprender y actuar es demasiado antipático, para decir lo menos. Pero estamos en plena vorágine de un proceso socio-cultural que es extraordinario y así lo amerita. Además, escribir el día después del desenlace de una de las pruebas más difíciles por las que ha tenido que avanzar la actual construcción de una mejor sociedad, es también una tarea dura. Reverberan en la mente toda clase de contradicciones, explicaciones, expectativas, esperanzas, y lo que es peor, ganas de decir como continuar y repotenciar la estrategia a seguir, sin tener aún suficientemente asimilada, dilucidada, la reciente experiencia, como para disponer del sustento necesario para ello.
Es imposible
tratar el tema urbano y habitacional soslayando el contexto político cultural
que lo determina. Y al ser sometido este contexto a la opinión de la población,
y resultar cuantitativamente en las proporciones resultantes, lo que hay que
determinar es por qué a pesar, por ejemplo, de la exitosa Gran Misión Vivienda
Venezuela, fue tan “pareja” la percepción de los de a favor y en contra. Hay
que reconocer que son insuficientes los cambios logrados, pero no se ha perdido
el rumbo. Toca profundizarlos. La venidera etapa de transición es muy difícil por
los innumerables obstáculos externos e internos.
Eso nos
lleva a que hay un enigma, o varios, que es clave desentrañar. Pero tomemos uno
de gran significado, en nuestro modestísimo criterio: la conciencia o
convicción sobre el rumbo, el futuro, hacia donde se quiere llegar. Un
colectivo consciente y convencido de ese horizonte a alcanzar, pasa y soporta
las peores penurias imaginables, siempre con la objetiva confianza de lograr
los fines supremos que persigue. En Venezuela después de 14 años de cambios,
aún incipientes, la división perceptual resultante hace cuatro días, indica que
el grado de conciencia alcanzado en el colectivo es igualmente incipiente.
¿Entonces?
Ejecutar políticas exitosas lleva implícito que la población las perciba
igualmente convenientes a pesar de estar, circunstancialmente, excluida de sus
beneficios. Es decir, que la GMVV es una estrategia exitosa a corto plazo pero
lo será aún más en el futuro y el más amplio colectivo así lo debe apreciar
aunque tenga su respuesta de vivienda dentro de unos años más adelante.
Cuando los
refugiados tienen dos años en esa durísima situación, habría consciencia sobre
la GMVV, cuando sigan aguantando porque a pesar de todo “ven luz al final del
túnel”. Si no es así, como no lo es, ellos tienen la impresión objetiva de que
el programa de vivienda no está cerca de sus necesidades. Entonces la GMVV
tiene una falla clave. Ha respondido satisfactoriamente en muchas de sus
aristas pero exiguamente en la conciencia de la población sobre su naturaleza y
objetivo.
Ojo, no hay
que exigir que sean los refugiados quienes unilateralmente comprendan y tengan
paciencia. No, es la GMVV la que tiene que modificar su estrategia y estar tan
cerca, tan amalgamada, tan fundida, tan integrada, con la gente, que la GMVV no
sea una política del gobierno, sino que sea una decisión, planificación y
ejecución combinada del pueblo entero. No es una atención pública a los
requerimientos de las amplias mayorías venezolanas sino que es en esencia, una
acción creadora y transformadora de esas mayorías con el apoyo y el servicio
del Estado en su conjunto.
¿Qué es eso?
Profundizar, ampliar y detonar el más radical y extraordinario proceso de
democracia y de madurez del poder popular. Eso pasa por transformar o sustituir
cuando fuere el caso, al funcionariado enquistado en los caducos y cavernarios enfoques
de servir a los más débiles. Éstos no existen. Nadie es débil o todos somos
frágiles, como lo quieran ver.
El cambio indispensable
es garantizar que las estrategias “públicas” sean asumidas por el “público”. Al
hacerlo, se desencadenará un real y efectivo cambio de pensar en la gente
porque las políticas públicas son efectivamente suyas para construir su futuro,
y no, del gobierno para que este se lo edifique. El futuro lo decide y ejecuta
el colectivo, no una vanguardia, aunque con ella.
Por supuesto
que las vanguardias y los líderes son vitales. Pero tienen que pasar
“agachados”, amalgamados y fraguándose con el colectivo. Cosa que requiere ser visionario
y talentoso. Finalmente, esta reflexión, si tuviera alguna validez,
¡agárrense!, quedan 730 días para hacerla realidad y potenciar, al mismo
tiempo, todas las exitosas estrategias que harán de Venezuela un sano, feliz y
esperanzador país para beneficio propio y de extraños. ¿Por qué 730 días?
Piensen un pelín y obtendrán la respuesta. Y al hacerlo ¡mosca! puede ser menos
tiempo. El desafío continua. La inteligencia, la audacia, el esfuerzo, la
humildad y la esperanza de otra Venezuela, es la energía que sostendrá los
próximos dos años. Perdonen el refrito, el lugar común, pero lo que nos toca en
estos próximos 730 días no es poca cosa.
Sin
comentarios. Dicen que en el barrio Catuche, hace años en Caracas, le preguntaron
a una señora por qué apoyaba que los recursos de su sector fueran usados en la
naciente de la quebrada, en otra comunidad. Respondió: porque sanear la
quebrada debía iniciarse desde arriba y que ella tenía la esperanza de ver
peces frente a su casa.
NAVEGACIÓN
POR EL META
1 El rio
Meta tiene un recorrido navegable de 800 km, de ellos 200 son compartidos con
Colombia, por ser límite entre los dos países. Es afluente del Orinoco y forma
parte del Eje Intermodal Interoceánico Atlántico-Pacífico, vía para
intercambios internos, hoy en condiciones restringidas y para acceder a los dos
océanos por ruta interna. En épocas pasadas la vía Meta-Orinoco sirvió a ambos
países para importar y exportar.
2 Al navegar
por el Orinoco y el Meta se llega a Puerto López, inmediato a Villavicencio, en
el pie de monte oriental de las cordilleras andinas. De allí, por vía rápida a
Bogotá y en lo adelante, por carretera y/o ferrocarril a Buenaventura, gran
puerto colombiano sobre el Pacífico.
3 La
navegabilidad presenta obstáculos, sobre todo en verano, en cuanto a
profundidad de calado, algunos rápidos, fugas por brazos y problemas en
orillas. Para estos particulares hay estudios realizados. La ejecución de lo
propuesto garantiza un mejor aprovechamiento. Con todas las restricciones se
movilizan al año alrededor de un millón de toneladas, de productos agrícolas,
coque y acero. También se traslada considerable número de pasajeros, sobre
todo, entre Villavicencio y Puerto Carreño.
4 Interconexión
importante de la requerida articulación entre los pueblos. Por diversos motivos
ha sido relegada y hasta vista con malos ojos por quienes practican un
nacionalismo mal entendido y tienen un estrecho concepto de la integración y
sus beneficios.
5 En reunión
presidencial de Cartagena, noviembre 2004, en su Declaración, se expresó la
voluntad de los dos gobiernos, de trabajar conjuntamente por proseguir
consolidando la integración binacional y regional, así como el interés mutuo en
recuperar la navegabilidad del Eje Orinoco-Meta.
6 Meses
atrás, en visita que hiciera a Miraflores la ex Secretaria de UNASUR, el
Presidente Chávez manifestó la importancia de reactivar el referido Eje. Es el
momento de unirnos en lo fundamental, más allá de las diferencias que podamos
tener. Allí están para eso UNASUR y CELAC. Alberto
Urdaneta.
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