lunes, 11 de noviembre de 2013

AyB 398 - 07 Noviembre 2013









LO NUEVO DE BARRIO NUEVO BARRIO TRICOLOR
 
El pasado jueves, el presidente presentó la segunda etapa de ese indispensable plan. Lo igualó como prioridad y política de Estado, con la Gran Misión Vivienda. Lo urbano y la vivienda, entraron definitivamente a ser parte de las prioridades vitales de las políticas públicas. Lo esencial de esta nueva fase es su enfoque. De un programa puntual y de bajísimo impacto, por sus debilidades, se presenta ahora un plan con grandes expectativas por los siguientes factores.

1 Se constituye un ente nacional, centralizado e interinstitucional, para su dirección, planificación, coordinación, seguimiento y evaluación. Integrado por instancias nacionales, estadales, municipales y comunales. Con participación de funcionarios, líderes políticos y sociales, profesionales, milicias populares. Se completa este ente nacional con salas de coordinación, en cada sector del barrio, con los recursos y capacidades técnicas requeridas, para ejecutar los programas y proyectos.

2 Se fijan metas muy concretas con los recursos exigidos. Un millón de familias entre 2013-2014. Entre cinco a seis millones de personas. Se precisan sectores a recuperar en forma integral. Las comunidades, con apoyo del Estado, definirán los límites de cada sector, sus necesidades y aspiraciones priorizadas, la organización y logística local para manejar los recursos.

3 El enfoque general destaca los siguientes objetivos. Integración cívico-militar. Avanzar y fortalecer las comunas. Nueva cultura urbana. Garantizar la paz y la seguridad barrial. Afianzar las capacidades productivas comunales actuales y crear nuevas. Eliminar riesgos por sismos y lluvias torrenciales. Garantizar y dotar de accesibilidad, movilidad, servicios y equipamientos. Organizar en sitio la seguridad y defensa de la patria. Disponer en cada sector de los recursos e insumos requeridos para el plan. Potenciar la organización y capacidades del poder local y la asamblea popular.

4 Lo más inédito de este relanzamiento del plan, es la inclusión de la calidad y belleza urbana. Se invitó a arquitectos, ingenieros, artistas, paisajistas, entre otros, para aportar en esta nueva oportunidad de intervenir los barrios con integralidad, continuidad y metas medibles e impactantes.

Sólo una duda, si esta visión integral exige obras estructurantes de alto impacto y costos, como vialidad, redes de servicios, equipamientos, estabilización geológica, reubicación de familias y nuevas viviendas, etc., la meta de un millón de familias ¿será excesivamente ambiciosa?

 
¡ZAMURIÁLO!
Alberto Urdaneta

Estamos en tiempos de alta especulación económica con artículos de primera necesidad y hasta con la muerte. Hay negocios que llegan, incluso, a la necrofilia. Se ha tenido que regular a los servicios funerarios. El endeudamiento en el que se incurre para enterrar a deudos es espantoso, sumado al mercantilismo de los cementerios, donde fosas y mantenimiento son rentas que acogotan a los propietarios. Los cementerios públicos del Estado han desaparecido, dando paso a negocios que viven de la muerte. Sobre el tema, traemos dos anécdotas de contenido significativo:

Hace años, una comunidad indígena llevaba a enterrar a un deudo cargando al muerto sobre sus hombros. Transitaron por la calle principal de Píritu (Anz) y al pasar frente a la Jefatura Civil, el jefe civil los paró y les dijo que para realizar el entierro tenían que pagar un impuesto. Los indios le respondieron: ¡El difunto es un compadre! ¡No tenemos cobres! ¡Así no pueden enterrarlo!, replicó el jefe civil. La comitiva de indios se agrupó y hablaron entre ellos. Le comunicaron al funcionario que iban a recoger los cobres y, mientras tanto, dejarían el cadáver en la Jefatura. Por supuesto, estarían de regreso lo más pronto posible. El jefe civil convino. Los indios, en su astucia ancestral, no volvieron y le tocó al jefe civil ¡enterrar al muerto!

Hace unas décadas, en una fiesta del Centro de Ingenieros del Zulia, en Maracaibo, estaba entre los invitados el propietario de una funeraria. En un determinado momento, agarró el teléfono y llamó (suponemos que a un compañero) preguntándole: ¿Sabéis qué ha pasado con fulano? Evidentemente se trataba de un moribundo. El compañero seguramente le contestó que aún no había muerto, a lo cual el personaje respondió en argot bien maracucho: Mirá, ¡zamuriálo! ¡zamuriálo!




PLANES URBANOS

Muchos creen que los planes de desarrollo de las ciudades son imprescindibles. Ciudad sin POU (Plan de Ordenación Urbanística) y municipio sin Pdul (Plan de Desarrollo Urbano Local), está en nada. Hay que tener un plan, si no, hay que elaborarlo y si existe hay que remozarlo. Porque el plan es el marco legal para apoyar las decisiones (buenas y malas) de alcaldes y concejales.

Aunque haya quienes con buena fe y profesionalismo los elaboran, los planes actuales son resbaladizos. En la Región Metropolitana de Caracas (17 municipios), los planes han sido la mampara para la más descarada y deshonesta gestión local a través del tiempo. Grandes fortunas han surgido de la tierra y sus cambios de zonificación, en componendas entre alcaldes, directores, concejales, síndicos y promotores.

Muchos recordarán al Distrito Sucre -agrupaba a los actuales municipios Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre-, célebre por los repetidos escándalos, irregularidades y corrupción. Las ciudades “dormitorios” de Caracas (Altos Mirandinos, Guarenas-Guatire, Valles del Tuy), son prueba bochornosa del uso de los planes en forma arbitraria e irracional. Hoy vemos estupefactos, los cambios de zonificación en Chacao, Baruta, El Hatillo. Muestra palpable de la inutilidad de los planes. El epicentro en boga de la “utilidad” del Pdul, para pocos, es El Hatillo, donde se está definiendo el futuro de la mayor extensión de tierra para “urbanizar”, disponible en Caracas.

En nombre de la “planificación” y la “modernidad”, los planes aumentan densidades, cambian usos en sectores sin vocación ni condiciones para ello, y los servicios, transporte, empleo, vialidad y equipamientos, siempre se prevén pero para su futura ejecución por “alguien”. Que después casi no ocurre. Es decir, el Pdul da luz verde para la veloz aprobación de viviendas, oficinas y centros comerciales, y luego, “alguien”, atenderá sus demandas de agua, energía, movilidad, empleos, educación, salud.

Esa es causa determinante de la “caotización” de la llamada ciudad formal. Ineficiente en funcionamiento y productividad, desequilibrada en distribución poblacional y deficitaria en servicios, equipamientos y transporte. El asunto no es seguir elaborando “Pdules” como los que aún se proponen. La ciudad es demasiado importante para verla como municipios separados y con cambios arbitrarios de lo planificado. Caracas clama con urgencia una nueva planificación, gestión y coordinación urbana. Integral y popular. Barrial, comunal, municipal, metropolitana y regional.

El Hatillo: modelo de irracional diáspora urbana impulsada en el Pdul



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