jueves, 19 de septiembre de 2013

391 - 19 Septiembre 2013







Pintura de JF Rauzier
La Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) cumplió su principal fin: arrancar un plan nacional productivo para garantizar en 10 años las metas físicas identificadas en el registro realizado en 2011 (tres millones de hogares). Ahora, debe ampliar sus objetivos, o más bien, potenciar, reforzar y priorizar otros componentes, en su segunda etapa a partir de 2014, más allá del número de viviendas por año. Veamos sólo dos.
1 El diseño de las nuevas urbanizaciones o de pequeños grupos de casas o apartamentos, debe expresar la estructura social y productiva de sus futuros habitantes. Es esencial que la implantación, la distribución y la relación de las viviendas entre sí, respondan a las formas organizativas de los consejos comunales y de las comunas. La rigidez y monótona formación lineal de casas y edificios a lo largo de calles, atenta contra la unión y vida comunal. Ese enfoque, extendido por todo el país, es el reflejo de una sociedad en la que priva el individualismo, y la integración comunitaria es ignorada. Deben conformarse conjuntos de casas que enlacen entre sí a sus habitantes y son los espacios comunales (infantiles, productivos, plazas, equipamientos básicos, entre otros), los que los conectan y estimulan la convivencia y la solidaridad comunal. En cada urbanización, el diseño, y el modo de colocar y asociar a las edificaciones, debe responder a la cultura y organización de sus habitantes.
2 Convertir a la GMVV en la excusa oportuna para transformar nuestras ciudades. Mediante dos vías cardinales. Una, emprender un proceso masivo de urbanización, gradual, sostenido y creciente, en los barrios estables, bien ubicados y seguros, que los dote de accesibilidad, movilidad, servicios, equipamientos, adecuada densidad y belleza arquitectónica y ambiental. Para vivir gustosamente en ellos como en cualquier lugar bien urbanizado. Dos, activar un programa nacional de reurbanización para transformar áreas agonizantes (deterioradas, sub utilizadas, abandonadas, ruinosas, decadentes), en ciudades y pueblos, que las convierta en nuevos y flamantes centros urbanos con servicios, equipamientos y potencialidades productivas, no sólo para sí mismos sino para las zonas aledañas.
ALCALDES DE MUNICIPIOS MUY RURALES
Alberto Urdaneta
 
Aquellos municipios con población dispersa, difieren de los que cuentan con núcleos poblacionales grandes o en su totalidad son urbanos, integrantes de una ciudad mayor o área metropolitana. En los municipios muy rurales, predominan pequeños centros poblados: aldeas, caseríos y población dispersa, con baja densidad demográfica. La mayoría de las comunidades se clasifican como no urbanas y las actividades económicas más generalizadas son de naturaleza agrícola, tanto vegetal como animal, salvo casos especiales. El proceso de atención a los mismos debe tomar en cuenta la cultura tradicional local, dado lo indisoluble del medio rural y la cultura propia. Allí las funciones del alcalde se orientan a promover y cuidar la producción, al suministro de los servicios fundamentales: electricidad, agua, comunicación, educación y salud, así como a las vías de accesibilidad, en estrecha colaboración con gobernaciones y organismos del poder central, elevando la forma de vida de los pobladores. Son labores que contribuyen en general al desarrollo y en particular a la seguridad alimentaria del país. Tienen dimensión y características diferentes a lo requerido por espacios urbanos. Los alcaldes han de ser campesinos, conocedores del medio, acostumbrados al quehacer en el campo.
 
EJEMPLO A SEGUIR
Tomás de la Barra
 
Estamos conmemorando los 40 años del golpe en Chile. Sergio Bitar era ministro y como muchos otros, sufrió cárcel y humillaciones. A los dos años logró salir a Harvard como profesor. Años después pudo regresar, y la presidenta Bachelet lo nombró ministro de Obras Públicas, el equivalente del Mpptt de aquí. En tal condición diseñó un procedimiento para elaborar el programa de inversiones en vialidad. Comparto plenamente el concepto que los planes son un proceso que en el socialismo tiene tres condiciones básicas: a) racionalidad, b) inclusión, y c) equidad. Ciertamente las decisiones, que en vialidad involucran grandes inversiones, no pueden tomarse caprichosamente, en función de intereses mezquinos.
Bitar diseñó un procedimiento para elaborar el Plan Director de Infraestructura para 20 años, con el objeto llegar a una cartera de proyectos priorizados que cubriera todo el país. Se elaboraron Términos de Referencia muy estrictos para los estudios a realizar por un equipo de profesionales amplio y diverso, que debía cumplir con las condiciones básicas a, b y c. Los estudios se realizaron por equipos combinados entre funcionarios y consultores, amplios, entre los cuales tuve la oportunidad de participar. Aparte de los procedimientos técnicos tales como levantar información, análisis, modelación, evaluación económica, los Términos de Referencia de Bitar exigían tres niveles de consulta popular:
Nivel 1: Al comienzo de los estudios, con reuniones entre los profesionales y diversos grupos representativos, como diputados de cada región, alcaldes, comunidades y gremios en mesas de trabajo, con el objeto de detectar los problemas, necesidades y aspiraciones. Cada reunión a lo largo del territorio fue cuidadosamente registrada en actas. Con esta información, el equipo de trabajo llevó a cabo los análisis, la modelación que permitió desarrollar escenarios a futuro, y la evaluación costo/beneficio. Por cierto, para esto utilizaron software venezolano. El resultado fue una lista de proyectos con prioridades, para guiar las inversiones para 20 años, sobre la base de indicadores económicos, sociales y ambientales.
Nivel 2: Esto fue a un segundo proceso de consultas, a lo largo de todo el país, región por región, para someter el plan a las críticas de las comunidades. Nuevamente se levantaron cientos de actas para dejar todo por escrito.
Nivel 3 De vuelta, el equipo debió recoger todas las observaciones y elaborar el plan final. Esto dio lugar a una tercera instancia de participación, en que el plan de inversiones debió ser presentado, discutido, justificado y finalmente acordado.
Finalizado el proceso, el ministerio debía asegurarse de que lo acordado se reflejara adecuadamente en el presupuesto de la nación. Con un plan elaborado de esta manera, su aprobación resulta fácil.
Un plan de inversiones elaborado con este rigor y con este nivel de participación, es difícil de rebatir. Se le pone muy difícil a un funcionario local para aventurar opciones diferentes. Desgraciadamente en nuestro país, que puede estar mucho más avanzado políticamente y en términos de consciencia social, existe poco de esto que describo. Las bases de datos están desactualizadas o son insuficientes, no hay estudios completos y oportunos, planes deficientes y, lo peor, las consultas son a reducidos sectores, y a veces pocos representativos. Estamos raspaos.
  
HUMOR URBANO
 
 
 

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