EL OCASO URBANO
Por su clima fresco, ambiente natural frondoso, habitantes
afables, cercanía a Caracas y por su arquitectura y compacta armonía espacial,
fue un lugar grato para vivir. Corrían los años 30, 40 y 50 del siglo pasado.
Llegaron los 70, 80 y 90 y el descarrilamiento social y económico se volcó
sobre sus atractivas colinas, bosques, manantiales y tranquilas calles. La
desaforada, especulativa y suicida inversión inmobiliaria, llenó al “Pueblo” y
a “El Llano”, y a sus campestres alrededores, de adefesios llamados viviendas,
sin las previsiones de transporte, servicios y equipamientos. Menos de empleo.
En sus escuelas públicas había huertos donde se practicaba y
jugaba lo que se enseñaba en el aula. Cada año los niños, ricos y pobres, eran
llevados al hospital para rutinarios controles médicos. Gente “temida” iba a la
escuela a inyectar contra la tuberculosis ¡en la espalda!, lechina, sarampión. Se
almorzaba en el colegio. Fumigaban regularmente contra plagas. La diversión era
ir al parque “los coquitos”, recorrer la línea del tren, visitar a El Encanto y
resistir sus aguas gélidas, subir el Pan de Azúcar o el Cerro de la Cruz. Compartir
amistades de diferentes niveles sociales.
Los Teques, capital del estado Miranda, es hoy la obscena
expresión del urbanismo venezolano del siglo pasado. Es un claro ejemplo del agotamiento
de un modelo de vida y de ciudad. Una realidad controlable, equilibrada,
degeneró en una efervescencia de conflictos. Donde la basura, la contaminación,
la dispersión, la disfuncionalidad, la ocupación anárquica de espacios y vecinos
desasistidos, han puesto a la patria ante un escenario, cercano a incontrolable
y de ardua solución.
¿Por dónde empezar? Un gran tema del país es cómo ocuparlo,
aprovecharlo, potenciarlo, sin destruirlo ni desperdiciarlo. Cuando se crean
misiones sociales, necesarias e impactantes, de alguna manera se reflejan en la
ocupación del territorio. La de vivienda construye urbanizaciones y casas por
doquier. Las educativas aldeas y núcleos escolares. Las de salud ambulatorios,
clínicas, hospitales. Y así todas. El Estado, para su desarrollo, requiere
ocupar y aprovechar tierras, mares, ríos, y hasta el aire. Eso es urbanizar.
Toda iniciativa en cualquier ámbito de gobierno, debe ver al
país como un conjunto, en donde cada estado, municipio, parroquia, comuna,
consejo comunal, ciudad o pueblo, es parte cabal del todo. Los Teques, y todas
nuestras ciudades, deben pensarse holísticamente, como un proceso de uso y
transformación del suelo existente, libre y ocupado. Lo que se decida en una
incide en las otras y viceversa.
En las próximas elecciones, los 335 alcaldes, que
representan a igual número de trocitos de país, deben asumir un enfoque de
desarrollo urbano, que a partir de las urbes actuales y sus dilemas, las
transformen en un sistema urbano, multicéntrico, compacto, funcional,
interdependiente, que evidencie un justo y sano avance cultural, económico y
productivo integral del país.
Por otra parte, los problemas tienen causas diversas. Los
buhoneros no se eliminan edificando mercados. Ni la basura con más camiones. Ni
la movilidad con más vías ni más autobuses. Ni los arrollados con “policías
acostados”. No, así no. Hay que incluir, y con prioridad, los aspectos
culturales, productivos, ambientales. Buhoneros, basura, tráfico, contaminación,
son efectos de una sociedad enferma. Atacando la señal no se resuelve su origen.
Por momentos, sólo sus secuelas. Hay que actuar a la vez sobre signos y causas.
El asunto está en cuando se prioriza cada uno.
Los alcaldes son, si compartimos estas reflexiones,
importantes garantes del desarrollo urbano. Son bisagras entre nación y
localidad. Decisores entre síntomas y causas. ¡Tamaña tarea! Hay que elegirlos por
su talento y capacidades y no dejarlos solos. Les toca reconstruir pueblos y
ciudades. Entonces, Los Teques florecerá y de nuevo será amena para vivir y ¡trabajar!
Dentro de la región metropolitana pero con autonomía y sus particularidades. Urbanizar
es un proceso complejo, infinito, dinámico, colectivo y fiel rostro de la salud
de hacedores y saberes.
LA IDEOLOGIA Y LA PRODUCCION DEL ESPACIO SOCIAL CARAQUEÑO (1/2)
Mario Sanoja Obediente
Como hemos apuntado en varios de nuestros libros, la
producción de los espacios sociales está mediada por las ideologías y la estrategia
del poder diseñada por las clases dominantes. La relación desigual de la clase
social dominante con la o las clases sociales subordinadas se expresa por la
naturaleza de las relaciones interpersonales en la vida cotidiana, el color de
la piel, la práctica de ciertos oficios o tipos de trabajo cotidiano, localización
dentro del espacio social jerarquizado urbano o provincial, etc., que conforman
la cultura consuetudinaria de las diversas clases sociales. Cada sociedad
produce en las diferentes épocas de su existencia, el o los espacios donde se
desarrolla su vida cotidiana. La cultura produce importantes rugosidades y
texturas en el plano del o de los espacios sociales que reflejan la ideología
de la clase dominante, producto de la imposición de sus intereses. La política
del poder es hacer que las clases subordinadas adopten esos intereses como los
suyos propios. El espacio social es una categoría relacional que no puede ser
concebida como independiente de los procesos materiales existentes ni como un
simple contenedor de formas materiales ordenadas. El espacio social es tanto
producido como representado y vivido, está cargado de significaciones e
intenciones sociales. Así como los imaginarios culturales median las formas de
producción y reproducción de cualquier grupo, la estructura social y la
naturaleza de relaciones de poder son las que realmente atribuyen significado
social al espacio.
EL PRIMER AIRE ACONDICIONADO EN MARACAIBO
Alberto Urdaneta
A propósito de la intensa ola de calor habida en la querida
Maracaibo, valga anécdota cuando llegó a la tierra del sol amada el primer
aparato de aire acondicionado. A principios de la década de los cuarenta del
siglo pasado, siendo Presidente –hoy Gobernador- del Estado Zulia el
distinguido intelectual zuliano Dr. Héctor Cuenca, honesto compatriota que
tenía fama de poseer un gran carácter con rasgos de severidad, llegó a la
ciudad el referido aparato de aire acondicionado, el cual fue instalado en el
despacho del Primer Mandatario Regional. Varios caciques de Perijá habían
solicitado y obtenido audiencia con él. Llegada la hora, solo dejaron pasar a
uno de ellos a la oficina. Después de una media hora, salió con la cara muy
seria. Los compañeros le preguntaron, cómo le había ido y él respondió: ¡Ese
hombre es muy arrecho! Repreguntado, repitió: -Compadre ¡Ese hombre es muy
arrecho!-. Oyendo esto, otro de los caciques le comentó: -¡Claro compadre! ¡Si
se la pasa todo el día metido en aire “encojonado”!-.
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