OPERACIÓN REMATE
Un hábito criollo es comenzar actividades y no terminarlas. Se inician planes, programas, misiones, proyectos y hasta operativos, y pasan años, décadas, sin finalizarse. Se esgrimen razones “justificables” a la medida. Entretanto, cada una de estas iniciativas genera sus propias organizaciones, procedimientos, requisitos, archivos, de variados tipos.
En estos momentos, cuando se está transformando el anterior
y decadente andamiaje político, cultural, social, económico y físico, por otro
con diferentes objetivos e ideología, coexisten instituciones del pasado con
las nuevas. Lo cual multiplica las acciones en proceso y sus consecuentes tramitaciones
y exigencias. Creando así, un enredado entramado burocrático, con los dañinos
impactos en el funcionamiento del país, sus instituciones y la población y su
cotidianidad. En la eficacia y eficiencia nacional.
Se carga con un embrollado sistema administrativo, causado
entre otras razones, por la proliferación de organismos, procedimientos,
requisitos, normas, etc., de incontables planes, programas, operativos,
proyectos, solicitudes, permisos, para cualquier actividad normal, importante o
insignificante. El esfuerzo para superarlo es agotador.
¿Qué hacer? En la Misión Vivienda usan la expresión
operación remate, para culminar en un plazo corto, proyectos iniciados años
atrás. Ha sido un éxito. Un relevante número de las viviendas concluidas en los
últimos 20 meses fueron empezadas años atrás. Ejemplo a transferir.
En todas las instituciones, según su naturaleza y
características, se debe fijar un plazo razonable pero corto y finito, para
decidir, concluir, cerrar, resolver o eliminar expedientes, trámites,
solicitudes, proyectos, investigaciones, obras, programas, planes, etc. Es
decir, concluir lo iniciado para pasar a otra etapa. En lenguaje palmario,
limpiar la casa.
Para avanzar con eficiencia y eficacia se impone un remate (final)
de todo lo que está en proceso y pendiente. Desde una solvencia hasta un
programa de alfabetización. Y luego pasar a la siguiente fase de
profundización, desarrollo o ampliación de la política o la estrategia.
Ello implica, entonces, que toda acción debe contener
objetivos, metas y plazos medibles y finitos. Cada una debe formularse en su
máxima simplicidad posible y en coordinación con las otras. Con un riguroso
seguimiento, evaluación y reformulación. Es decir, hacer las cosas y hacerlas
bien. En el plazo adecuado y en la oportunidad requerida. Operación remate
nacional o enredo impredecible. En momentos de cambios hay que minimizar
frentes inútiles. Hay que simplificar. El cambio es muy complejo para que lo
entorpezcamos con barrocas y evitables trabas. EL ORINOCO Y LA FAJA: DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES
Los desarrollos previstos en la Faja Petrolífera del Orinoco implican a corto plazo un incremento en el transporte fluvial. El río Orinoco es navegable durante todo el año desde su desembocadura hasta el puerto de Matanzas, a través de un canal artificial que requiere costosos dragados. Sin embargo, en el tramo de desarrollo de la Faja entre la boca del Apure y Puerto Ordaz, la navegación se realiza por el cauce natural y está limitada a ocho meses al año, debido a las restricciones por las bajas profundidades existentes en sectores críticos sujetos a procesos de sedimentación.
Para mejorar la navegación es necesario desarrollar el
conocimiento hidrológico y sedimentológico del Orinoco. Deben instalarse nuevas
estaciones para el monitoreo de los niveles del agua, y al igual que para las
ya existentes, deben proveerse de equipos modernos de medición que permitan transmitir
en tiempo real. Paralelamente deben planificarse y ejecutarse, al menos cuatro
veces al año, mediciones del caudal líquido y del caudal sólido para conocer el
comportamiento hidrosedimentario del sistema fluvial.
El lanzamiento del satélite Francisco de Miranda y las nuevas
tecnologías, basadas en el uso de imágenes satelitales para medir niveles y
cargas de sedimentos en cuerpos de agua, ofrecen la oportunidad de establecer
estaciones virtuales para un monitoreo más efectivo y económico del río.
Es indispensable
conformar una base sólida de conocimientos científicos sobre el Orinoco. La
información existente se encuentra dispersa en diversas instituciones y es de
difícil acceso. La creación de un centro de estudios e investigaciones sobre el
río Orinoco, con el propósito de mejorar el conocimiento, el uso y la
preservación del sistema fluvial, sería una buena iniciativa en la dirección
correcta. José Luis López.
LE LLEGÓ LA HORA A LAS CIUDADES
Las recientes elecciones a gobernadores generó un nuevo
panorama político. ¿Qué significa esto para las ciudades y en especial para el
transporte? La Misión Vivienda ha sido un éxito extraordinario en la mayoría de
las ciudades, pero el transporte público no lo es. Veamos los principales
casos.
En Caracas el transporte público está dominado por el Metro,
pero más de un 60% anda en minibuses, jeeps o a pie. Esto debe ser superado por
modernas y eficientes redes integradas al metro. Un sólo sistema.
Valencia debe seguir desarrollando el metro, pero para que
éste desarrolle su verdadero potencial debe ser complementado con una amplia
red de autobuses en vía exclusiva.
En Maracaibo, por contraste, nunca se debió construir un
metro, menos en la Av. Sabaneta. Millones de dólares después, el metro mueve
una cantidad ínfima de pasajeros, mientras la gran mayoría sigue en carritos
cinco puestos, verdaderas reliquias móviles. Hay que montar una gran red de
corredores de buses, aprovechando la amplia vialidad que dispone la ciudad.
Nunca se debió implantar trolebuses costosísimos y demasiado
grandes para una ciudad como Mérida. Se necesita una red eficiente e integrada,
peatonalizar el centro, humanizar.
En Barquisimeto languidecen 85 trolebuses cogiendo herrumbre
y frustración, mientras la mayoría de la población sigue en carritos cinco
puestos. Hay que hacer borrón y cuenta nueva con una red eficiente, y el
gobernador deberá, literalmente, encaramarse en ese autobús.
También están Barcelona-Puerto La Cruz, Maracay, Maturín,
Ciudad Bolívar, Barinas, San Cristóbal y muchas más. Todas las ciudades deben
renovar sus sistemas de transporte público, para lograr una movilidad
sustentable, eficiente, y participativa.
Para
esto, el Gobierno deberá definir con claridad una política nacional de
transporte urbano que sirva de guía para todas las ciudades del país. Sobre
esta base deberá proponer una nueva ley de transporte terrestre con amplia
participación. Los nuevos gobernadores deberán actuar sobre estos lineamientos
comunes para hacer realidad las transformaciones que se requieren en un sector
que tiene un impacto de gran importancia en la calidad de vida de los
ciudadanos. Tomás de la Barra. Trolebús de Mérida |
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