domingo, 28 de julio de 2013

AyB 358 - 17 Enero 2013

AyB 358 - 17 Enero 2013






ESTADO URBANIZADOR + PUEBLO CONSTRUCTOR

  1. La Misión Vivienda parece un entrenamiento olímpico. Cuando el atleta ha logrado una meta exigente, 200 mil viviendas en 2012, le fijan otra aún mucho más laboriosa, 380 mil para 2013. Eso está bien. Esta Misión ha sido, lo reiteraremos siempre, la más osada y eficiente estrategia para afrontar lo que durante décadas fue ficción popular y gran negociado de pocos.
  2. Ahora, que en este año se inicia otra fase de la Misión Vivienda hasta 2018, hay que acelerar los esfuerzos para aprovecharla al máximo. Debe ser un período de amplia y fructífera siembra de innovaciones y experiencias en diseño, construcción, procesos, tecnologías, materiales, y por consiguiente, de un profundo y apasionante tiempo para reestructurar nuestras ciudades y el territorio, a través de la vivienda. Para ello, hay que abrirse aún más a las ideas y propuestas que profesionales y comunidades vienen fraguando.
  3. Proponemos masificar una estrategia que ya hemos formulado. Que los gobiernos: nacional, regional y municipal, habiliten tierras urbanas y periféricas. Mediante la ejecución de grandes y medianos urbanismos. Es decir, las redes de vialidad y servicios, los equipamientos urbanos y productivos y parcelas para viviendas unifamiliares y multifamiliares, según el diseño definido. Y además, faciliten el necesario apoyo técnico, financiero, y suministro de materiales y componentes constructivos, para que las comunidades organizadas y asistidas, edifiquen sus viviendas, de acuerdo a la diversidad de diseños de conjuntos y de viviendas, que hayan consensuado.
  4. Un enfoque como éste, potenciaría la inventiva y las oportunidades para convertir en un gran despertar creativo, de los colectivos sociales, la producción del hábitat y vivienda, populares.
  5. Agigantaría la cantidad de familias atendidas y su participación eficiente en la construcción de sus hogares. Lo cual crearía sentido de pertenencia y de esperanza real de lograr su vivienda en tiempo razonable.
  6. Reforzaría el ya conocido impacto e impulso que la construcción habitacional, sus equipamientos y servicios, tiene sobre el empleo, la economía, la industrialización, la reorganización de ciudades y pueblos, y en la formación comunal.
  7. Entre muchas otras opciones, se podrían prever áreas para que pequeños y medianos constructores construyan viviendas para vender y alquilar bajo un sistema racional y justo de precios para grupos de medianos y bajos ingresos.
  8. Los nuevos valores del actual proceso de cambios, se desarrollarían bajo la colosal lucidez constructora e imaginativa que tiene el venezolano.
  9. El Estado cumpliría su rol, de generar las condiciones para que el pueblo cultive su derecho y sus potencialidades. Es decir, para que la gente decida el desarrollo de su hábitat, en el ámbito en el cual tiene más destrezas: en la construcción de su casa.
 
Dibujo de Ramón León

 

Privados quejosos

Los constructores protestan por su poca participación en los programas públicos. El Ministerio de la Vivienda, generosamente, les reconoce que ejecutan 28% de las viviendas de la Misión Vivienda. Pero todos saben que el resto, 72%, lo realizan las comunidades organizadas, que son parte del sector privado pero comunal. Y las que éstas no construyen directamente, las coordina, financia y dirige el sector público, con pequeños constructores y empresas, que también son privadas. ¿Entonces? El problema es que hay quienes se creen con el monopolio de la representatividad. Privado es lo que no es público. Los profesionales, las comunidades organizadas, los pequeños empresarios, etc., son privados. La diferencia está en que no forman parte de los gremios empresariales con grandes recursos. Acostumbrados a dirigir y determinar el tipo de construcción que se debía hacer. Por cierto, excluyente y especulativa. Ahora es distinto. Seguirán su lamentadera. Deberían crear proyectos ingeniosos y accesibles. ¿Dicen que saben de eso? Pues, ¡innoven urbanismos y viviendas buenas, bonitas y baratas!

 

INFRAESTRUCTURA Y SUPERESTRUCTURA URBANA

Una ciudad funciona cuando estos dos componentes son compatibles y complementarios. La infraestructura es la base para la superestructura. Constituida por redes de servicios: acueducto, cloacas, electricidad, teléfonos, gas. Son tuberías y cables con capacidades y dimensiones acordes a lo requerido. Estas redes van por una red mayor o madre, las calles o vías de circulación.

La superestructura está formada por los diferentes usos de la tierra: viviendas, comercios, industrias, trabajo y por los equipamientos requeridos por los citados usos: salud, educación, recreación, cultura, religión, etc. Su localización va acorde a la distribución e intensidad de los usos. Al planificar una ciudad hay que pensar en su permanencia, su vida útil, en muy largo plazo y eficaz funcionamiento.
Las redes tienes líneas matrices y ramales de diferentes capacidades, ajustados a la distribución de demandas de la superestructura. Los ramales de menor capacidad son para demandas bajas: los tubos de acueducto para viviendas aisladas en grandes parcelas, con baja densidad de población, son diferentes a los de edificios de apartamento, con alta densidad, que requieren más cantidad de agua. Igual sucede en las redes, calles. En los equipamientos los aumentos de población obligan a su ampliación o a construir nuevos.

Al cambiar las localizaciones, densidades de población y demandas de servicios sobre la misma infraestructura, hay colapso, insuficiencias, mal funcionamiento. En casos puntuales se cambia un ramal por otro de mayor capacidad, es una solución aparente. Las redes tienen una distribución de capacidades en los ramales. Cambiar los de menor capacidad altera el funcionamiento general. Habría que hacer lo propio con los superiores hasta llegar a las matrices. Sería como instalar uno mayor en una malla de menores. Para solventar el caso, el nuevo tendría que llegar hasta otro igual o mayor, si es que este último tiene capacidad para recibir el aumento.
Dada la frecuencia, cantidad y magnitud de los cambios, habría que modificar toda la red. Situación costosa, con destrucción de lo hecho en redes y parte de las edificaciones. Salto cualitativo y muy cuantitativo en las inversiones.

En las ciudades existentes la infraestructura sembrada tiene gran peso. Si se acata garantiza buen funcionamiento. Importa respetar lo previsto durante el desarrollo. Como base segura para nuevas obras es recomendable precisar las capacidades disponibles en infraestructura y las posibilidades reales de ampliarla sin destrucciones e incurrir en inversiones mayores. También vale pensar en alternativas adyacentes o periféricas a la ciudad construida, con redes nuevas y/o acopladas a tramos superiores de las que tenemos, siempre que las capacidades de estos lo permitan. Alberto Urdaneta.

 

 

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