martes, 6 de agosto de 2013

AyB 382 - 18 Julio 2013

AyB 382 - 18 Julio 2013







USOS DE LA TIERRA Y CLASES SOCIALES
Alberto Urdaneta

Mucho se habla sobre separaciones en sociedades urbanas, de la necesidad de buscar igualdad, con la inclusión de la masa segregada a las condiciones de vida tenida solo por una parte. Las ciudades tienen espacios bien servidos, otros menos y unos sin nada. Se forman estratos sociales con base a la renta percibida por los habitantes.

Los planes urbanos, instrumentos de planificación de las ciudades, establecen usos de la tierra, servicios, equipamientos, definición de funciones, base económica y sistemas de movilidad; elementos que otorgan valores a los diferentes espacios.
Cuando se fija el límite urbano, la tierra fuera del mismo vale menos que la de adentro; al asignar usos para vivienda, comercio, industria, deporte, religión, parque, educación, se crean y otorgan valores diversos a los espacios donde se localizan; la intensificación de usos, el trazado de una vía, la dotación de servicios y de equipamientos, incrementa el valor de los espacios.

La mayoría de los mecanismos que aumentan la valía de la tierra están en manos del sector público y se realizan con dineros de todos. El manejo de estos incrementos por privados, soslaya la función social que ha de tener la tierra, al excluir a muchos de poder tenerla, da lugar al jugoso negocio inmobiliario, dificulta la atención de necesidades colectivas, al tener el gobierno que pagar crecidas sumas por terrenos que el mismo valorizó. También se presta a violaciones de los planes con modificación o intensificación de usos de la tierra que producen montañas de dinero, generando grave perjuicio colectivo.
¿Cómo enfrentar estos mecanismos, donde los planes urbanos originan clases sociales, desigualdades, segregación, enriquecimiento injusto de unos pocos, con acciones y dineros públicos?

Los intentos, aún con instrumentos legales, como la Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública, durante el último medio siglo, para captar parte de la valorización creada -contribución por mejoras- para reinvertirla en beneficio del colectivo, han fracasado. El lucrativo negocio inmobiliario desplazó las necesidades del pueblo.
Los intentos de expropiación de tierras para construir viviendas de los más necesitados, fueron aniquilados por la voracidad del negocio inmobiliario, el funcionamiento de bancos de tierras quedó de lado, al incumplirse las propuestas de requerimientos de espacios, incrementándose los déficits en vivienda y servicios públicos.

La Gran Misión Vivienda, ha emprendido una cruzada para solventar carencias y equilibrar desigualdades. Es un paso en el proceso de cambio. Es preciso y justo que los valores y el bienestar producido por acciones del Estado se distribuyan de manera igualitaria entre toda la población.
La contribución por mejoras, originalmente fijada por ley en 75%, debe captarse, mediante mecanismos de control del uso de la tierra, del manejo de la misma y los cambios e intensificación de usos en los planes urbanos, deben resolverse mediante referendo en las comunidades. Son pasos de avance a darse durante la transición, en el proceso de búsqueda de sociedades y ciudades de iguales.


¿CUÁNDO DOS ES MEJOR QUE UNA?

Tomás de la Barra
El Gobierno anunció un acuerdo con Portugal para construir una segunda autopista Caracas-La Guaira por un monto de US $ 4.787 millones.
Es evidente que viajar entre el Litoral y Caracas es problemático. En días laborales miles de personas deben desplazarse a la Capital por trabajo, estudio o servicios, enfrentando dificultades y congestión. Los fines de semana el retorno es aún peor. El problema es grave. La pregunta es si una segunda autopista es la mejor solución. Veamos algunas consideraciones:

  • La actual autopista aprovecha el único espacio abierto entre las montañas, conocido como el ‘abra’. Cualquier trazado diferente requerirá muchos túneles y viaductos con alto costo e impacto ambiental. Efectivamente el trazado divulgado no va paralelo a la actual autopista, sino uno diferente que será más largo y requiere 9 túneles y numerosos viaductos.
  • La vía existente tiene alta capacidad, pero conecta en sus extremos con vías muy congestionadas. Tanto la vialidad del Litoral como Caracas están muy comprometidas. En este sentido una segunda autopista corre el riesgo de ser la vía más rápida entre dos trancas.
  • Se encuentra en construcción la extensión de la Av. Boyacá desde la Av. Baralt hasta la autopista. Esta nueva conexión aliviará el problema por el lado de Caracas.
  • Se han diseñado alternativas para mejorar la vía del Litoral, y hacer una paralela para aliviar el otro extremo, la cual tendría un impacto muy positivo en la movilidad interna del Litoral y su relación con Caracas.
  • Un problema importante es la falta de empleo y servicios en el Litoral, que obliga a mucha gente a desplazarse. Si se incrementan los puestos de trabajo y se amplía la dotación educativa y de salud, el problema se aliviaría por sí sólo, sin construir nada, porque la gente no tendría que viajar tanto.
  • El 80% de los usuarios de la actual autopista dependen del transporte público. Cualquier solución que se diseñe debe tener esto muy en cuenta. No debe ser otra vía para carros.
  • El Litoral no ofrece terrenos en abundancia y tiene riesgos, por lo cual no se puede esperar que crezca mucho.
Todas estas consideraciones y muchas otras, deben ser tomadas en cuenta. Hay que realizar y divulgar los estudios que soporten la propuesta. Es importante la participación de las comunidades organizadas para debatir el proyecto. Se deben organizar talleres con profesionales y especialistas, con los ministerios de transporte, vivienda y ambiente, y las autoridades locales. En el Socialismo del Siglo XXI las decisiones son racionales, participativas e incluyentes. En la IV República era común que los proyectos se mantuvieran en secreto. En la V deben ser públicos, a la vista de todo el mundo, con amplios debates y consultas. Me gustaría saber qué opinan los Varguenses al respecto.

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