REFUGIOS
Más que atención y esperanza, esa palabra connota
tragedia e incertidumbre. Los términos y las estrategias pueden impactar para
bien o para mal, según el enfoque o la manera de aplicarlas. En una Venezuela
donde la tragedia es constante debida a la pobreza estructural sostenida
durante siglos, el refugio (provisional) debe ser entendido de distinta manera,
más bien permanente.
Tener unas buenas instalaciones sin uso
durante meses o años y mantenerlas listas para cuando sean requeridas, parece
absurdo. Construir un refugio provisional aceptable en calidad durante períodos
largos, y luego demolerlo, también es disparatado. ¿Entonces?
La respuesta parece estar hacia una variedad
de opciones. Una, disponer de instalaciones de uso regular para recreación,
residencias estudiantiles, hoteles, campamentos vacacionales, que puedan
fácilmente habilitarse para albergues ante una eventualidad. Son instalaciones
permanentes de uso definido que por su naturaleza son adecuados para atender
emergencias de mediano y largo plazo. Dos, disponer de “Kits” modulares de
fácil y rápido ensamblaje, distribuidos geográficamente en el país, para
albergar y atender médica, sanitaria, recreacional y seguramente, a una
población que lo requiere por corto plazo. Al terminar el evento, los “Kits” se
desmontan y se guardan para una nueva ocasión. Tres, aprovechar la coyuntura de
la emergencia y construir con tecnologías livianas, modulares y de rápido
ensamblaje, espacios para atender la necesidad pero que al dejar de cumplir su
función quedan como equipamiento definitivo para comunidades que lo requerían y
estaba programado dotárselo. Y hay más, pero una última. Cuatro, disponer de un
plan de emergencia nacional en el cual, hoteles, posadas, familias, sitios de
retiros laicos o religiosos, edificaciones adecuadas por sus usos colectivos
como cuarteles, internados, seminarios, entre otras, estén previstas y dotadas
para ser albergues ante eventualidades severas.
Como se observa, se necesitan cuatro
condiciones: planificación; cultura y organización institucional y comunitaria;
extensas áreas abiertas y libres para usos temporales y una industria que
provea de tecnologías constructivas livianas, rápidas y de fácil ensamblaje y
transporte. ¿Las tenemos?
Ley de alquileres. Sin entrar en detalles de
la ley en discusión ¿por qué surgen tantas dudas? ¿Vender obligatoriamente un
edificio a sus inquilinos si es de cierta fecha? ¿El precio de una vivienda
antigua es más barato que de una nueva? Hay casas y apartamentos pésimos y son
nuevecitos, y otros que son sexagenarios y están en mejores condiciones por
diseño y mantenimiento. ¿Por qué es tan favorable al inquilino y menos al
propietario? ¿No debería ser un enfoque más justo para ambos? ¿Si la vivienda
de alquiler es crucial como parte de la solución de las necesidades de la
población joven o vieja, por qué se propicia su desaparición? Una medida
coyuntural no debe afectar una estrategia de largo plazo. Atender las
expectativas de miles que han sido maltratados por unos especuladores o mala
gente, no es razón para precipitar una ley que crea obstáculos futuros para
muchas más familias que necesitarán viviendas de alquiler y en favorables
condiciones. Trataremos este tema en profundidad en otro momento.
Pre asignación de viviendas. Si planificamos,
consensuamos y cumplimos, con los “refugiados” su destino posterior,
evitaríamos un problemón: las absurdas manifestaciones debido a hacinamientos,
promesas incumplidas e incertidumbres. Que nos cuesta mantener un real contacto
con ellos, no sólo informarles, sino que sean parte de la solución y de la
imprescindible progresividad. La vivienda no es soplar y hacer botellas. Acordemos
con ellos su solución, con precisión, viabilidad y franqueza. Empezando por
asignarles el terreno en que se construirá la vivienda en próximos años o la
vivienda en construcción pronta a terminar. Si compartimos las limitaciones,
las posibilidades, los tiempos y los objetivos, seguro que nuestros refugiados
no se desesperarían.
Prohibir los pupitres. ¿Cómo se forma un niño
solidario y con conciencia de lo colectivo, sentado años tras años en este
artefacto de deformación física e intelectual llamado pupitre? Ojalá sea parte
de la cultura de políticos, profes, funcionarios y padres, que la formación
empieza por compartir hasta la mesa (circular mejor) y por supuesto realizar la
vida escolar en grupo y no cada uno en su pupitre ¿Sabían que una vez un ministro
los prohibió en Mérida, no podían pasar las fronteras del estado?
Masificar a los conserjes. Hay que rescatar el
rol de custodia y mantenimiento de las conserjerías porque contribuyen con
problemas complejos. Prever en una enorme cantidad de edificios residenciales, educativos,
de salud, institucionales, recreativos, las condiciones adecuadas para que una
familia habite esos sitios, genera tres beneficios: empleo estable, una
vivienda más y asegura y mantiene las edificaciones y sus dotaciones. ¿Se
robarían las “Canaimas” en las vacaciones? ¿Cuántas veces se lee en la prensa
el hurto y vandalismo en escuelas, ambulatorios…?
Leyemanía. Enfermedad extensiva a decretos,
resoluciones, reglamentos, ordenanzas y afines. Ante un problema o asunto
importante o menos importante, ley con él. Hay tantas leyes que ni se sabe
cuales están vigentes ni cuales se contradicen ni cuales son absurdas. Hay que
poner orden en ese laberinto jurídico, tan prolijo que nadie sabe donde está
parado ni que norma debe seguir. Es un país plagado de regulaciones pero de
gentes incumplidoras de ellas. ¿No? Sólo observen el funcionamiento de la ciudad,
los trámites de cualquier tipo, y un largo etcétera. Los operativos lo muestran.
Ante una falta de claridad, simplificación y reglas precisas, los
requerimientos esenciales se atienden en operativos, para la cédula o para la
comida o para el tráfico.
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