miércoles, 1 de mayo de 2013

AyB 290 - 22 Septiembre 2011

AyB 290 - 22 Septiembre 2011






REFUGIOS


Más que atención y esperanza, esa palabra connota tragedia e incertidumbre. Los términos y las estrategias pueden impactar para bien o para mal, según el enfoque o la manera de aplicarlas. En una Venezuela donde la tragedia es constante debida a la pobreza estructural sostenida durante siglos, el refugio (provisional) debe ser entendido de distinta manera, más bien permanente.

Tener unas buenas instalaciones sin uso durante meses o años y mantenerlas listas para cuando sean requeridas, parece absurdo. Construir un refugio provisional aceptable en calidad durante períodos largos, y luego demolerlo, también es disparatado. ¿Entonces?

La respuesta parece estar hacia una variedad de opciones. Una, disponer de instalaciones de uso regular para recreación, residencias estudiantiles, hoteles, campamentos vacacionales, que puedan fácilmente habilitarse para albergues ante una eventualidad. Son instalaciones permanentes de uso definido que por su naturaleza son adecuados para atender emergencias de mediano y largo plazo. Dos, disponer de “Kits” modulares de fácil y rápido ensamblaje, distribuidos geográficamente en el país, para albergar y atender médica, sanitaria, recreacional y seguramente, a una población que lo requiere por corto plazo. Al terminar el evento, los “Kits” se desmontan y se guardan para una nueva ocasión. Tres, aprovechar la coyuntura de la emergencia y construir con tecnologías livianas, modulares y de rápido ensamblaje, espacios para atender la necesidad pero que al dejar de cumplir su función quedan como equipamiento definitivo para comunidades que lo requerían y estaba programado dotárselo. Y hay más, pero una última. Cuatro, disponer de un plan de emergencia nacional en el cual, hoteles, posadas, familias, sitios de retiros laicos o religiosos, edificaciones adecuadas por sus usos colectivos como cuarteles, internados, seminarios, entre otras, estén previstas y dotadas para ser albergues ante eventualidades severas.

Como se observa, se necesitan cuatro condiciones: planificación; cultura y organización institucional y comunitaria; extensas áreas abiertas y libres para usos temporales y una industria que provea de tecnologías constructivas livianas, rápidas y de fácil ensamblaje y transporte. ¿Las tenemos?

 
 
 
Ley de alquileres. Sin entrar en detalles de la ley en discusión ¿por qué surgen tantas dudas? ¿Vender obligatoriamente un edificio a sus inquilinos si es de cierta fecha? ¿El precio de una vivienda antigua es más barato que de una nueva? Hay casas y apartamentos pésimos y son nuevecitos, y otros que son sexagenarios y están en mejores condiciones por diseño y mantenimiento. ¿Por qué es tan favorable al inquilino y menos al propietario? ¿No debería ser un enfoque más justo para ambos? ¿Si la vivienda de alquiler es crucial como parte de la solución de las necesidades de la población joven o vieja, por qué se propicia su desaparición? Una medida coyuntural no debe afectar una estrategia de largo plazo. Atender las expectativas de miles que han sido maltratados por unos especuladores o mala gente, no es razón para precipitar una ley que crea obstáculos futuros para muchas más familias que necesitarán viviendas de alquiler y en favorables condiciones. Trataremos este tema en profundidad en otro momento.

Pre asignación de viviendas. Si planificamos, consensuamos y cumplimos, con los “refugiados” su destino posterior, evitaríamos un problemón: las absurdas manifestaciones debido a hacinamientos, promesas incumplidas e incertidumbres. Que nos cuesta mantener un real contacto con ellos, no sólo informarles, sino que sean parte de la solución y de la imprescindible progresividad. La vivienda no es soplar y hacer botellas. Acordemos con ellos su solución, con precisión, viabilidad y franqueza. Empezando por asignarles el terreno en que se construirá la vivienda en próximos años o la vivienda en construcción pronta a terminar. Si compartimos las limitaciones, las posibilidades, los tiempos y los objetivos, seguro que nuestros refugiados no se desesperarían.

Prohibir los pupitres. ¿Cómo se forma un niño solidario y con conciencia de lo colectivo, sentado años tras años en este artefacto de deformación física e intelectual llamado pupitre? Ojalá sea parte de la cultura de políticos, profes, funcionarios y padres, que la formación empieza por compartir hasta la mesa (circular mejor) y por supuesto realizar la vida escolar en grupo y no cada uno en su pupitre ¿Sabían que una vez un ministro los prohibió en Mérida, no podían pasar las fronteras del estado?

Masificar a los conserjes. Hay que rescatar el rol de custodia y mantenimiento de las conserjerías porque contribuyen con problemas complejos. Prever en una enorme cantidad de edificios residenciales, educativos, de salud, institucionales, recreativos, las condiciones adecuadas para que una familia habite esos sitios, genera tres beneficios: empleo estable, una vivienda más y asegura y mantiene las edificaciones y sus dotaciones. ¿Se robarían las “Canaimas” en las vacaciones? ¿Cuántas veces se lee en la prensa el hurto y vandalismo en escuelas, ambulatorios…?

Leyemanía. Enfermedad extensiva a decretos, resoluciones, reglamentos, ordenanzas y afines. Ante un problema o asunto importante o menos importante, ley con él. Hay tantas leyes que ni se sabe cuales están vigentes ni cuales se contradicen ni cuales son absurdas. Hay que poner orden en ese laberinto jurídico, tan prolijo que nadie sabe donde está parado ni que norma debe seguir. Es un país plagado de regulaciones pero de gentes incumplidoras de ellas. ¿No? Sólo observen el funcionamiento de la ciudad, los trámites de cualquier tipo, y un largo etcétera. Los operativos lo muestran. Ante una falta de claridad, simplificación y reglas precisas, los requerimientos esenciales se atienden en operativos, para la cédula o para la comida o para el tráfico.

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