RASGOS BIBLIOGRÁFICOS Y VISIÓN SOBRE LA CIUDAD Y LA VIVIENDA
Hemos recibido copiosas reflexiones sobre la vida y la percepción de Alfredo Roffé sobre el tema urbano y de la vivienda. Por ello y por el interés que representan para la situación actual y futura del país, hemos decidido divulgarlas en esta página de cierre del año 2011. Ojalá sirvan de ejemplo y referencia a quienes tienen responsabilidades en la formación profesional y en la gestión de los procesos urbanos.
1 El
maestro silencioso. De pocas palabras y agudo. Un día le pregunté sobre la
pertinencia de la escuela de arquitectura (UCV). Fue contundente: la escuela no
ha querido cambiar el modelo de formar arquitectos de proyectos únicos, de
proyectos para la fama. Fue concebida cuando habían muchos proyectos y pocos
arquitectos y ahora la situación ha cambiado: hay pocos proyectos y muchos
arquitectos. Con la frustración para éstos que no pueden acceder a lo que han
aprendido, sin alternativa alguna en otras esferas de la construcción de ciudades.
¡Cuánta razón tienen esas palabras! Otra experiencia fue cuando comenzamos a
pensar el proyecto para La Carlota. Su agudeza se manifestó al poner en
evidencia que la falta de espacios de recreación activa ha conducido a que la
gente acuda mucho más a los centros comerciales que a los parques. Un gobierno
revolucionario, dijo, tiene que pensar seriamente ese fenómeno y aportar a la
ciudad espacios de recreación distintos a los del consumo. Parece que la tarea
está pendiente. Alfredo nos dejó, en la página “Aceras y Brocales”, su manera
de pensar. Por encima de cualquier diferencia, estudiarla será tarea obligada
para los hacedores de ciudad de hoy y del futuro. Hay muertes que pesan como
una montaña, decía el presidente Mao; la de Alfredo Roffé es una de ellas. Arq. Luis F Marcano.
2 Cuanto lo extrañaremos.
Necesitaremos sus pocas pero muy acertadas palabras, enfoques y razonamientos,
nos quedaran sus enseñanzas y escritos con planteamientos y propuestas sobre la
compleja visión de la vivienda y el hábitat que defendió de manera radical y
con ahínco; recordaremos con respeto y agrado los espacios y experiencias que
la vida nos permitió compartir. Ing. Gladys Maggi.
3 Conocí a Alfredo Roffé por el año 57, terminando los estudios
universitarios. Ya era un experto en publicaciones habiendo editado la llamada
“Cruz del Sur” sobre temas culturales y arquitectura, para luego continuar
junto con su hermana Violeta la excelente revista “Integral”. Nos volvimos a
encontrar en el Banco Obrero en los años 60 cuando aun creíamos que la
arquitectura podía resolver el problema de la vivienda. Alfredo no estaba en el
minúsculo mundo del diseño arquitectónico, su visión era más amplia, discernir
la situación y los problemas de la vivienda en las áreas urbanas, plantear soluciones
de la construcción masiva, planificar. Amigo discreto, tranquilo, de poco
hablar y de presencia ligeramente tímida que jamás levantaba la voz, siempre
dispuesto a ofrecer la consulta y el consejo. Frente a nuestras impulsivas
actitudes su análisis racional siempre conducía a soluciones acertadas y nos
resolvía infinidad de problemas diarios. En esos tiempos descubrí que ese amigo
serio y reservado tenía una pasión por encima de todo: el cine. Su casa era una
increíble acumulación de material; era inconcebible su capacidad de encontrar el
tiempo disponible a ese arte. Sus artículos críticos e informativos, las
publicaciones, como “Cine al Día” cuya última generación “El dedo en el ojo”
son testigos de una pasión vital. En los últimos años lo encontré en una
reunión del equipo inicial de “Aceras y Brocales”. Me fui con cierta sensación
de tristeza. Aquél grupo reducido a hacer comentarios de prensa como medio de
transmitir su experiencia vital, mientras el problema de la vivienda se volvía
insoluble en manos ineptas. Alfredo era un idealista inteligente y delicado,
tal vez demasiado ilusionado del medio en que le tocó vivir. Arq. Mariano Goldberg.
4 Lo conocí hace casi 60 años.
Era una época extraña, la modernidad invadía el país, muchas esperanzas, pero a
la vez una dictadura feroz. Tan extraña era la época como él mismo: tenía mi
edad y lo sentía reservado y maduro como un anciano. Sabía de todo, pero el
cine y los libros eran su campo, allí donde revelaba una astucia inteligente,
la de su capacidad de disentir, de envolver las cosas con ese escepticismo que
nunca lo abandonó. De una timidez pasmosa, pero capaz, como ocurre con los
tímidos, de abrir inesperadas cajas de Pandora, para poner en discusión lo que
parecía asegurado. Y la terquedad casi infantil. Alfredo, hombre de pocas
palabras y de muchos libros, libros y libros. Una cabeza para los números, para
la minuciosidad de los informes, para la disciplina del análisis. En los años
50, en la librería Cruz del Sur, inventada junto con su hermana Violeta, podías
conseguir las ediciones de los libros más actuales para el momento, o escuchar
en las reuniones de la noche el murmullo disimulado de la resistencia política.
Eran años de trabajo, de ilusiones liberadoras. En la librería se centró su dedicación.
Junto con las revistas de cine. Más tarde se hizo arquitecto. Casi a
la fuerza. Porque guardaba demasiada ironía para aceptar las contradicciones de
la profesión. Pero en la vivienda popular, con sus problemas y dimensiones, adquirió
y produjo una singular profundidad de conocimiento que todo el mundo ha
respetado. Cuando levantaba la revista del mismo nombre de la librería, Cruz
del Sur, un día, en la imprenta, la guillotina le cercenó un dedo de la mano.
Se cuenta que sin mediar palabra, envolvió en un pañuelo la falange cortada, la
puso en el bolsillo y caminando fue hasta la Cruz Roja a ver si podían
empatársela. No pudieron, pero ese muñón le quedó para siempre para que los
amigos confiáramos en su carácter imperturbable y para que también hiciéramos
bromas irrespetuosas. Alfredo Roffé era capaz de eso. Era así. Juan Pedro Posani.
Aun
cuando no los conocí personalmente a ustedes, los sentía muy cercanos con sus
acertados comentarios. Arq. Rosario
Rosales.
Arq. Alfredo Roffé. 2009. |
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