viernes, 8 de febrero de 2013

AyB 004 - 13 Octubre 2005
Últimas Noticias | Jueves 13 de Octubre de 2005


10 mil bien, 100 mil mal

En Venezuela hay, hasta ahora, dos maneras de urbanizar y construir viviendas. El Gobierno y la empresa privada adoptan la formal, que toma como partida la disponibilidad de un terreno, la elaboración del proyecto, la contratación, la construcción y la adjudicación, cuyos tiempos varían según las magnitudes y las políticas. Esos tiempos suelen ser largos, 2 o 3 años en condiciones normales, y a veces infinitos años como lo demuestra la experiencia reciente de Fondur y algunos proyectos de habilitación de barrios.

El promedio de la producción formal en los últimos años es de 10 mil viviendas/ año. Eso sí, con 70 m², agua, cloacas, electricidad y a veces calles. Dignas, como debe ser.

La segunda manera es la informal.

Es la de la gente que necesita vivienda ya. La de los 'urbanizadores informales' que aprovechan esa necesidad.

Dan un vistazo a los terrenos invadibles, mercadean y cobran el derecho al rancho, marcan sumariamente las calles y parcelas.

Una noche trasladan materiales de desecho y a la gente que va a invadir. En un dos por tres son ocupadas las parcelas y construyen los ranchos. El proceso dura 2 o 3 meses. Con el tiempo, esos ranchos se mejoran y el Gobierno pone algunos servicios. Así se construye un promedio de 100 mil viviendas/ año en las urbanizaciones que el lenguaje clasista llama barrios.

La calidad de vida en estas casas es muy baja. No se construyen equipamientos (escuelas, etc.) y ni siquiera se reservan áreas para su construcción.

Los servicios de infraestructura son extremadamente improvisados, deficientes, y crean infinidad de problemas.

Los terrenos a veces no son estables o están sujetos a inundaciones.

Las casas se hacen sin previsión antisísmica, con graves riesgos sísmicos.

Es evidente que hay que buscar otras vías en las que se recojan los aspectos positivos y se eliminen los negativos. Esto implica un cambio revolucionario, radical, en las políticas de hábitat y vivienda. La situación actual tiende a mantener y prolongar los mismos vicios y carencias y los problemas se siguen agravando día a día. Es urgente que el Gobierno nacional, que viene aplicando nuevas y revolucionarias políticas en otros campos, también lo haga en hábitat y vivienda. La producción comunitaria de vivienda debería iniciarse sin perder más tiempo.


La pregunta de la semana: ¿Segundo piso o parque?

Todos los días, en sus camionetas con aire acondicionado, cada una con una sola persona, 6 m², 100 millones de bolívares, los habitantes del Este de Caracas padecen horas de tránsito para regresar a sus respectivos hogares. Es grave.

Es costoso socialmente. Es irracional.

Mientras tanto, en Catia, decenas de centenares de miles de personas, usuarios del Metro, carecen de parques donde descansar y distraerse los domingos. También es grave. Costoso socialmente.

Irracional.

Se propone, es noticia de estos días, un segundo piso para la Autopista del Este. Parcialmente privatizada supone, sin embargo, una inversión considerable.

En un estado socialmente responsable, como pretendemos que sea la nueva Venezuela, democrática y progresista (como mínimo), estas difíciles disyuntivas, alternativas con consecuencias, proyectos como éstos, deben someterse al escrutinio público.

Es verdad: ahí está el Parque del Oeste. Pero ¿en qué condiciones se encuentra? ¿Desde cuándo los proyectos que lo jerarquicen al nivel y a la calidad de la cuantía de población que le corresponde, duermen el sueño, no de los justos, sino de la desidia y de la falta de voluntad política?
Entonces, cabe la pregunta: ¿Qué es más urgente y más justo socialmente, el segundo piso de la autopista o la digna terminación del Parque del Oeste?

Nota

Ficción macabra

En los barrios de Caracas habitan unos 2 millones de personas.

Cerca de 20%, es decir 400 mil, viven en edificaciones de 4 o más pisos. Un terremoto de grado 7 probablemente derribaría esas viviendas, construidas sin previsión antisísmica.

Los muertos podrían ser más de 200 mil. Esta situación denunciada por Enrique Arnal hace 30 años, es cada día peor por la continua construcción de pisos adicionales. En la UCV han desarrollado cartillas para detectar fallas antisísmicas en las edificaciones y se podría realizar una intensa campaña de mejoras. No para añadir un cuarto o cambiar láminas de zinc, sino para proteger la vida de miles de caraqueños.

 
Lectores

Desde Aragua

Nos escribe Héctor Melo, asesor de la Comisión de Urbanismo de la CámaraMunicipal del Municipio Sucre del Edo. Aragua, para invitarnos a un debate sobre la 'ciudad ecológica, humana'.

Bien amigo Melo, empecemos:
¿Qué es una ciudad ecológica y humana?


Memoria urbana

Escribe Rafael Herrero, desde la memoria de su infancia, sobre el Parque Carabobo.

Fue durante décadas el corazón de la caraqueñísima urbanización El Conde. Cuando nacen la Av. Bolívar y Parque Central (1950-1970), El Conde agoniza, se diluye entre la Candelaria y San Agustín; miserablemente sobrevive, pasa a ser hijo putativo de la Candelaria; es mancillado, desvirtuado y urbanísticamente degradado ¿prostituido?
Parque Carabobo no es solo la Fuente de Carabobo (1934) de Francisco Narváez.

Fue una plaza mayor rodeando a una plaza menor, limitada por 4 bustos en sus esquinas, alegóricos a los próceres de la homónima batalla, conformando un conjunto de homogeneidad estilística desde la redoma central de la Fuente de los Indios a través de avenidas y paseos, hasta unas gradillas en su esquina SE, cuyos 24 bancos, más los que circundan a la glorieta central de la fuente, eran del mismo vaciado y consistencia de los conjuntos estatuarios de la ésta. Era una homogenea unidad arquitectónica, urbanística y escultural.

Sugiere una iniciativa para su restauración, especialmente ahora que se anuncia la recuperación turística de la Candelaria (22-09-05), madre adoptiva de Parque Carabobo.

Ojalá esta nota llegue a su destino.


 

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