sábado, 16 de febrero de 2013

AyB 032 - 04 Mayo 2006
Últimas Noticias | Jueves 04 de Mayo de 2006


335 alcaldes pueden cambiar nuestras ciudades

Pequeñas y simples iniciativas humanizarían el espacio urbano

Las ciudades, en su mayoría, y en la mayor extensión de sus áreas ocupadas, vienen deteriorándose progresivamente y en forma alarmante. Las causas de ello son múltiples, pero obviamente son el reflejo de la visión y grado de desarrollo cultural, político, económico y físico de los que han dominado la conducción y el liderazgo político, económico, intelectual, entre otros, del país y desde hace mucho tiempo quizás siglos.

Revertir este proceso de deterioro creciente de las ciudades venezolanas, requiere una audaz decisión política del alto gobierno y de todos los resortes que mueve.

También requiere de una política intrépida, atrevida, aplomada, valiente, de una planificación rigurosa y flexible, de una instancia institucional responsable, técnica y con profesionales honestos y con mística.

Pero esto toma tiempo, recursos y voluntades ¿Qué se puede hacer mientras tanto?


Por un lado estimular que se inicie con pasos firmes una reorientación pública, especialmente del alto gobierno, sobre la importancia y necesidad impostergable de una nueva visión del desarrollo urbano de las ciudades y que empiecen a actuar al respecto. Pero por otro lado, con inteligencia, los alcaldes, en gran parte responsables de aspectos diarios del funcionamiento de las ciudades, pueden tomar algunas decisiones que cambiarían el rostro de las poblaciones, grandes o chiquitas, que están bajo sus administraciones.

Imaginen si los 336 alcaldes deciden iniciar varios programas como los siete siguientes.

1. Arborización de avenidas, calles, plazas y parques.

2. Barrido sostenido (todos los días) y limpieza de los espacios públicos urbanos.

3. Colocar en fachadas o en postes especiales los nombres y la nomenclatura de todas las calles, avenidas, plazas, parques, hitos urbanos, urbanizaciones, barrios, sectores, etc.

4. Colocar papeleras y recipientes para la basura de los transeúntes a todo lo largo de aceras y espacios públicos, y por supuesto mantenerlos limpios y vacios.

5. Marcar con pintura, todos y en todas partes, los canales de circulación del tránsito, los pasos de peatones, los sitios permitidos y prohibidos para estacionar en avenidas y calles, las paradas de transporte público, etc. según los códigos nacionales e internacionales.

6. Desmalezar y mantener (permanentemente) los jardines y zonas verdes públicas.

7. Estimular y garantizar que todos los espacios y terrenos, públicos o privados, en cualquier sitio de la ciudad estén limpios, con cerramientos cuando sea necesario.

Todo ello, no es la solución, pero ¡como ayudaría a empezar a mejorar la calidad de vida urbana!.


¿Dónde están los reales?


En la campaña electoral de 1978 el lema preferido de Herrera Campins era ¿dónde están los reales? con el cual denunciaba la corrupción y la incompetencia del régimen de CAP.

Es doloroso que en el 2006, en medio de un proceso revolucionario que se mueve firmemente hacia la construcción de la hermosa utopía diseñada en la Constitución de 1999, se oiga de nuevo, insistentemente, la misma pregunta. ¿Dónde están los reales? vociferan los iracundos damnificados que asedian al Conavi y bloquean el tránsito en el Este, después de desfilar pacientemente por los vericuetos de los operativos ministeriales.

¿Dónde están los reales? se pregunta entre bostezo y bostezo la Asamblea Nacional que se inquieta por los miles de millardos que le han entregado al Ministerio de la Vivienda y el Hábitat.

¿Dónde están los reales? pregunta asombrado cualquier incauto que ve la noticia donde se dice que se cumplió la promesa de entregar 41 viviendas en Las Nereidas, Guatire, con una inversión de 9 millardos (UN, 23.4.06), es decir un costo neto de 220 millones cada una.

¡El m2. de construcción a 3,4 millones! Es un costo tan alto que de ser un error de imprenta y deberían aclararlo.

¿Dónde está el Ministro? Es el clamor popular. Se sabe que la vivienda tiene menos demanda que la seguridad, pero la vivienda es un elemento indispensable para una sociedad revolucionaria sana, alegre, creativa.

El Gobierno cuenta con inmensos recursos financieras y cuadros políticos talentosos e informados. La última pregunta entonces ¿por qué el sector vivienda y hábitat sobrevive permanentemente en terapia intensiva?


¿Es posible una ciudad sin buhoneros?


Claro que es posible. ¿Cuántos buhoneros hay en las calles y plazas de Estocolmo? ¿Cuántos en las de las ciudades suizas?
¡Ah! Pero estamos hablando de otras condiciones. En las cuales, por razones históricas complejas, hay un nivel de pobreza infinitamente menor que el nuestro. Con esto nos estamos refiriendo a las causas más profundas y reales que originan y sostienen al comercio informal y a todos sus derivados y compromisos. Si hay pobreza, hay buhoneros. Así de simple.

No hay que hacerse ilusiones, por lo tanto. Realismo, por favor.

Y recordemos que la pobreza no es tan solo un problema económico. Lo que tendremos que hacer, mientras tanto avanza el proceso de reducción de la pobreza y de todos sus acompañantes culturales, es limitar los inconvenientes que le causan al colectivo urbano, con un grueso trabajo de educación y de búsqueda de soluciones provisionales.

Lo demás es autoritarismo y represión simplistas o, en el polo opuesto, proyectos municipales, monumentales y poco realistas.


¿Por qué Chuao sí y El Valle no?


La Fundación para la Cultura Urbana y la Cátedra Permanente de Imágenes Urbana de la Universidad Metropolitana, presentaron el pasado sábado 22, un taller sobre el tema Los proyectos de intervención urbana y la participación ciudadana. La experiencia de Chuao. Con la participación de arquitectos y urbanistas de conocida inteligencia y cultura, se presentó el Plan Especial de Ordenamiento Urbanos de Chuao. Una iniciativa que vale la pena por lo que significa en sus dimensiones culturales y políticas.

Una alcaldía de resonantes condiciones de oposición, se preocupa por reordenar su territorio, o por lo menos, una parte de ello. Encarga a un grupo de profesionales de redactar el plan. Y lo presenta públicamente para su discusión. Un mecanismo democrático aparentemente intachable. Decimos aparentemente, porque no se conocen, hasta ahora, otros recorridos paralelos que aseguren, por otras vías, una verdadera participación de los vecinos. Pero lo que queremos señalar, más allá del tema específico, es la pregunta de por cuál razón una experiencia semejante es posible que se produzca en ese contexto de la ciudad, el de Chuao, y no, por ejemplo, en Catia o en El Valle.

Respuestas a la pregunta implican, por supuesto, un serio autocuestionamiento político.



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