lunes, 25 de febrero de 2013

AyB 075 - 01 Marzo 2007

Ultimas Noticias | Jueves 01 de Marzo de 2007



¿Rumbo a dónde?

Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

Perdón alcalde, no es nada personal. Es pura casualidad encontrarse con esta camioneta en una autopista de Caracas. Esta nota está dirigida a todos y a cada uno de aquellos alcaldes y gobernadores, de cualquier tendencia política, de cualquier época, de cualquier lugar, de cualquier éxito o fracaso en sus funciones, que usan sus fotos o nombres personales, muchos con la del Presidente acompañándolos en ambulancias, autobuses, taxis, patrullas, vallas enormes y carros oficiales.

Es insólito, tenemos que gritarlo, denunciarlo, con pena ajena, con amargura, con sorpresa, hasta con algo de rabia, pero sobre todo con futuro, con emoción, con optimismo, con grandes ganas de contribuir a construir un país diferente ¿Por qué no decirlo? a un país enrumbado hacia la sociedad socialista que deseamos. Pero como hacerlo si algunos de los elegidos a ocupar liderazgos y a dirigir los cambios profundos necesarios, tienen el guáramo y el tiempo de divulgar sus nombres y fotos en los vehículos públicos ¡Eso dice más que mil palabras! Mientras tanto, al día siguiente de ver esta camioneta, un vecino de El Hatillo (Mir), con 83 años de vida, tuvo que esperar de dos a tres horas para que apareciera una ambulancia que lo condujera, con una fractura de fémur e inmovilizado del dolor, a un hospital. ¡No hay derecho! ¿Qué pasará en Caracas con una emergencia de envergadura? El socialismo es demasiado serio para dejarlo en manos de actuaciones como estas. Misión Moral y Luces intravenosa y urgente a todos los dirigentes que aspiren a ingresar al partido unido y a cargos de dirección en este proceso de transformaciones. Si no, el rumbo será hacia donde mira el caballo del escudo cuarto republicano. Perdón alcalde, de nuevo, pero de verdad, no es con UD., es contra una actitud y especialmente por un mejor futuro, sí, por el futuro, porque queremos que el futuro sea presente y contar con UD.

Bebedores

Durante las últimas décadas del novecientos se conformó en muchos sitios de Caracas una tradición popular que para algunos es una expresión de la vitalidad social de nuestro pueblo solidario y fraternal y para otros la demostración de la extensión del poder satánico de Belcebú, cuya estrategia más diabólica es instaurar su poder en la humanidad viviente del planeta Tierra para poder así desocupar y tal vez alquilar como cárceles modelo algunos de los círculos infernales del más allá.

Se trata de la costumbre de que al finalizar el trabajo del viernes grupos de amigos que generalmente trabajan en la misma empresa o misión, o estudian en la misma universidad, pasan el resto de la tarde tomando unas cervezas en la calle, pacíficamente, sin molestar a nadie, muchas veces con sus esposas e hijos o sus novias que vienen a buscarlos y que con frecuencia se unen a la animada conversación. A veces se trata de actos piadosos como cuando los bebedores se apostan frente a la Morgue para despedir como se debe a los deudos. Casi siempre las cervezas provienen de alguna licorería o bodegón cercano y son adquiridas a precios solidarios.

Cuando se pone el sol la multitud se va disolviendo poco a poco despidiéndose hasta el próximo viernes. Esta costumbre además genera bastantes empleos ya que aparecen los vendedores de perros calientes y parrillas, los centros portátiles de comunicaciones, vendedores ambulantes y alquiladores de sillas de plástico y hasta alguna muchacha que se encarga de cuidar y distraer a los niños.

Esta tradición, como casi todas, origina sus inconvenientes. Las calles y sitios de reunión quedan cubiertos de latas y botellas vacías, el aire se torna irrespirable por la descomposición de la orina, el tráfico de vehículos y peatones se dificulta, los árboles y vecinos piden auxilio y a veces Belcebú logra que se formen vistosas peloteras.

Lo que nunca pasa es que aparezca un policía o un predicador para imponer el orden terrenal y/o espiritual. En este contexto vernáculo el filósofo y comunicador Juan Barreto, alcalde mayor, promulga el 6.10.06 la Ordenanza de Convivencia Ciudadana que substituye la del anterior alcalde, el infeliz periodista Peña. Lo relativo a bebidas alcohólicas está en el Capítulo IV, que describe los numerosos tipos de infracciones (21 tipos). Todos son del grupo de infracciones graves y la sanción mínima es de Bs. 263.424. Si el culpable comete 2 infracciones, como beber y orinar, paga el doble y así sucesivamente.

El Procedimiento para la Aplicación de Sanción está en el Artículo 48 cuyo texto tiene 3 páginas en letra chiquitica con 32 pasos, 26 requisitos, 7 posibilidades de apelación y 6 casos de decisión a juicio del funcionario. Es obvio que Barreto está de frente contra Belcebú y arremete con todo sus reservas de moral y luces. Pero Barreto es del grupo de inocentes almas que creen que basta promulgar una ley o una norma para que ésta se cumpla. Caen en la mayor trampa que Belcebú tiende a los mortales. Los venezolanos caemos casi todos en esa trampa.

Según los registros la ordenanza del desgraciado Peña, muy parecida a la de Barreto, no se aplicó ni una sola vez.

Así que los apacibles bebedores callejeros de cerveza no tienen nada que temer, por ahora. Nos permitimos sugerirle al hasta ahora Alcalde Mayor una solución que no va contra la tradición popular ni a favor de Belcebú, pero que puede aplicarse. En cada zona de la ciudad se demarcará en el piso con líneas rojas fosforescentes una zona de tolerancia para los bebedores, que inclusive también podría servir para los fumadores.

Puede ser una calle sin tráfico, una plaza, un solar desocupado que se está engordando, o las zonas enfrente a las licorerías. Se construirían urinarios con forma de escultura de vanguardia y unas sirenas marcarían la hora de apertura y de cierre de las zonas de tolerancia. A los que pongan música por encima de 100 db les caería la maldición del tabaco. Con medidas como esta, apegadas a la idiosincrasia y costumbres tradicionales y a la vez severas y de alto contenido moral, concretas y no nebulosas, nos encaminaríamos a una verdadera civilización ciudadana.




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