sábado, 9 de febrero de 2013

AyB 014 - 22 Diciembre 2005

Últimas Noticias | Jueves 22 de Diciembre de 2005

Por qué no avanzan los programas de viviendas

¿Por qué no avanzan los programas de construcción de viviendas? Una construcción es eficiente si es continua y se ejecuta en los plazos razonablemente previstos.

Si hay retrasos, los precios de los materiales suben, los constructores tienen que licenciar obreros, la inflación no perdona. Los retrasos tienen dos orígenes. El primero es la ineptitud de las empresas. En muchos casos los contratos se dan a dedo, sin licitación, a empresas sin experiencia, poco sólidas, que no saben muy bien qué hacer ni cómo hacerlo.

Hay infinidad de casos. En Fondur, por ejemplo, en el 2004 hubo centenares de rescisiones de contratos por esta causa. El segundo origen es más complicado y tiene que ver con la viscosidad del flujo de los recursos, con el consecuente retraso en el pago a los contratistas y todos sus deletéreos efectos.

en los lejanos tiempos de CAP II existía la costumbre de que cada mes el Tesoro Nacional entregaba a cada ministerio o instituto el famoso dozavo, es decir, la dozava parte del dinero que le tocaba según el presupuesto del año. Como los intereses ya eran altos, cada gran jefe colocaba gran parte de esos recursos en los bancos.

Como simple depósito en una primera época y más tarde como fideicomiso.

Se generalizó un fácil mecanismo de corrupción: el ente oficial colocaba el dinero en un banco "mientras no lo usaba”, y aparentemente recibía intereses. Pero éstos eran menores a los verdaderos, y la diferencia se repartía entre las autoridades del ente oficial y las del banco. El deterioro fue tan notable que salió un Decreto obligando a licitar las colocaciones entre varios bancos. No funcionó.

Después se generalizaron los fideicomisos y la gran maraña.

Participaban el Banap, el Conavi, la banca comercial, los entes ejecutores (Inavi, etc) y los contratistas. Los fondos previstos para un contrato pasaban de un ente a otro, obedeciendo a la aprobación de valuaciones y a la rotación de los documentos por la gran maraña.

El Banap preparó un instructivo de unas cuarenta páginas con varios centenares de pasos para cada proceso. Entre tanto, los fondos permanecían cierto tiempo en cada miembro de la maraña, exceptuando a los contratistas, ganando intereses.

Los resultados son enormes retrasos en la ejecución.

Esta es una situación que todavía perdura. En su primer año (mayo 2004-mayo 2005), Fondespa disponía de 2.300 millones de dólares para la ejecución de obras, de los cuales se entregaron 859 millones (36,6% ). La información no aclara si esos 859 millones se entregaron a entidades ejecutoras y éstas lo han gastado en obras, o si parte de esos 859 millones los tienen depositados en bancos las empresas ejecutoras.

Los billonarios fondos anunciados para el sector vivienda siguen sin aplicarse a la solución de los problemas. Es un problema grave. Es urgente intervenir para resolverlo.

Asuntos de cultura tecnológica


El viaducto a la Guaira resume muy bien nuestra cultura tecnológica, que se debate entre el ingenio y la desidia...

Conociéndose el problema desde hace décadas, se deja sin solución hasta que la situación es extrema.

De hecho, poco se hizo para evitar o mitigar los factores que afectan su estabilidad. Si se conocía que inevitablemente colapsaría, ¿por qué no se desarrollaron con tiempo las alternativas propuestas? Una reflexión se impone: ¿qué hace que siempre nos comportemos así?


Cuando transitas por él, sabiendo que allí abajo están nuestros técnicos, obreros e ingenieros desplazando esa mole sesenta centímetros, nos parece cosa de magia. ¡Esos son nuestros ingenieros, ingenieros venezolanos, asumiendo retos importantes!

¡Que tengan éxito! Será uno más de nuestra ingeniería pero también un triste galardón para la desidia de la secuencia ministerial MOP-Mindur-Minfra...


 

En el municipio El Hatillo es la cosa


Ubicado en los alrededores capitalinos, con un insuperable potencial de desarrollo para complementar a Caracas, con servicios limitados y características urbanas tradicionales de los pueblos modestos y pintorescos del país. Pero le llegó la hora, la voracidad mercantilista y mediocre, con la complacencia e ineptitud institucional, vienen tragándoselo.

Primero, con zonificaciones que permiten enormes y desproporcionados edificios sin suficientes ni adecuados servicios, vialidad, transporte público y equipamiento urbano.

Ahora, la alcaldía lo decretó municipio turístico, y su alcalde proclama “que tiene como finalidad convertir a El Hatillo en un destino referencial para la recreación y la cultura del área metropolitana de Caracas” (ÚN 06-11-05) ¿Y en qué consiste eso? Pues, aunque no lo crean, en la construcción de un centro comercial privado.

En AcerasyBrocales (ÚN 08-12-05) en el artículo titulado ¿Cómo así?, se decía que en Bogotá, en Colombia, “... .. país atravesado por todas las furias de la violencia y de la pobreza. ... ... se construyen bibliotecas públicas que envidiarían los suecos. Estalla la dinamita y se ordena el tráfico de la capital. Bibliotecas, parques, nuevos sistemas de transporte, plazas y aceras, árboles por miles”.

¡Qué diferencia! Aquí, en cambio, un monumento al consumismo, formado por 117 locales y 1.500 puestos de estacionamiento, de pésimo aspecto, que para 'adaptarlo a la infraestructura colonial' del pueblo, se contrató a un renombrado arquitecto que le hizo unos balcones con cerramientos de romanillas, las cuales son llamadas ingeniosamente por los vecinos como las “burkas”.

Y para contribuir con el caos de tráfico que últimamente prevalece en Caracas, Valencia y otras ciudades, en El Hatillo para no quedarse atrás y para favorecer -creen sus autoridades al centro comercial que impulsará la recreación y cultura de Caracas, están modificando los flechados, las intersecciones, la circulación y las salidas del pueblo hacia La Boyera y Caracas.

Resultados, los esperados cuando sólo se ve un lado del problema, medio benefician al centro comercial, y empeoran el tráfico y la circulación interna del pueblo ¿Y los hatillanos?


¡Como plancha de chino!
Continuará. •



 




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