Buenas noticias
Hay cambios profundos que están
ocurriendo en Venezuela.
Y de los cuales parece que casi no nos damos
cuenta. Como estamos demasiado ocupados en desenredar el significado de los
rollos mediáticos de todos los días, no percibimos, ni siquiera nos enteramos de
las transformaciones de fondo que se producen.
Cambios y transformaciones
sociopolíticas que se traducen necesariamente en modificaciones sustanciales de
la infraestructura.
El país no sólo cambia en lo político. El territorio
cambia físicamente.
Hoy queremos señalar el segundo puente sobre el
Orinoco como un ejemplo. Además de ser un puente que como estructura está al
mismísimo nivel de los mejores puentes modernos del primer mundo, hay que
percatarse de las implicaciones territoriales que trae consigo. Cómo van a
cambiar las relaciones de transporte, intercambio comercial, comunicaciones,
etc. en todo el Oriente y con el Sur del país. Si seguimos así, con este
programa y con los otros que están en ejecución, dentro de unos cinco años
tendremos un país totalmente diferente. Y, lo que es más importante,
definitivamente mejor.
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“Pisos y más pisos a casas en barrios”
Es el titular de la página 2 de ÚN el 13 de febrero de este año.
Es un alerta de los
Bomberos Metropolitanos ante la densificación inevitable de nuestros barrios, lo
cual implica una amenaza trágica ante la posibilidad cierta de un
terremoto.
Una declaración como esa, destacada en un diario de la
circulación deÚN, es un llamado urgente a los planificadores de la Misión Vivienda
¿Será posible entender que esa realidad se sigue multiplicando día tras día a
través de la construcción de nuevas viviendas en nuevos barrios, y que familias
y más familias siguen invadiendo en todo el país por no tener a su alcance otra
opción?
Insistimos desde Aceras y Brocales, que
está bien aquella política y acciones de atender las emergencias, facilitar
sistemas de financiamiento y subsidios para los más necesitados, adquirir
viviendas del mercado secundario para damnificados o en peligro de serlo, entre
otras decisiones. Pero lo que todavía no parece comprenderse, es que esas
acciones tienen una capacidad muy limitada de atender al número de familias
adecuado en relación con las necesidades y demandas.
Tampoco se ve en el
horizonte, de las declaraciones y acciones del ministro para la Vivienda y
Hábitat y de su equipo y técnicos, que es necesario un plan masivo, es decir, de
gran magnitud y en todo el país, de construcción de urbanismos en las áreas de
expansión de las principales ciudades, en los que se puedan iniciar centenares
de conjuntos de viviendas a través de las diversas modalidades disponibles y
experimentadas en el país, así como nuevas formas y proyectos pilotos que
enriquezcan la capacidad venezolana de producir y construir viviendas, bien sea
mediante iniciativas de constructores privados, cooperativas, asociaciones
civiles, núcleos de desarrollo endógeno, entre otros. Sería un plan nacional en
los que intervendrían casi todas las misiones actuales.
En resumen, el
Gobierno nacional tiene que priorizar la prevención de barrios con una audaz y
masiva producción de urbanismos con sus servicios públicos y equipamientos
urbanos, en los que la gente organizada y las empresas privadas y comunitarias
tengan en sus manos el desarrollo de miles de viviendas, es decir, el Gobierno
construye urbanismos masivamente y la población y los privados construyen
viviendas masivamente ¿Es difícil
entenderlo? |
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Una casa tan bella y tan grande
El caso de Gabriela Rodríguez es el
caso de millones de venezolanos.
La casa de Gabriela Rodríguez está en el
cerro de Gramoven. Tiene tres ambientes con entradas independientes, es decir,
que son como tres casas en una. Cocina empotrada, aire acondicionado,
closets.
Una casa demasiado digna, pero sobre un terreno de alto
riesgo.
Los venezolanos pobres construyen cerca de 90.000 casas nuevas
cada año, ya que la demanda de nuestra población es de 110.000 viviendas al año,
y entre el Gobierno y las empresas privadas llegan, más o menos, a un promedio
de 20.000 al año.
En algunos años estas casas son ya tan dignas como la
de Gabriela Rodríguez. Pero los pobres localizan sus viviendas en cualquier
parte, con servicios deficientes y equipamientos comunales
inexistentes.
Ellos no pueden urbanizar la tierra, dotarla de servicios y
de equipamientos. Esta es una obligación del Estado, y el Estado desde hace años
se hace el loco.
El programa más evidente y más prioritario es el de
urbanizar tierra integrada a las ciudades y hacerlo en gran escala.
Las
viviendas las pueden construir las familias. El urbanismo y el equipamiento
no.
¿No puede el Gobierno asimilar una idea tan sencilla y orientar su
acción en ese sentido?
Resulta asombroso y angustioso que pasan ministros y
ministros, y nada. Porque nada es la solución del ministro Figueroa de darle un
certificado en papel de alta seguridad a Gabriela Rodríguez, asegurándole que al
tumbar su casa puede contar con Bs. 50 millones.
Graciela Rodríguez se
queja justamente (El Nacional, 3 de marzo) de que ha
visto casas en Catia con la mitad del tamaño de la suya, que cuestan 300
millones. Seguramente es cierto.
El nivel de la calidad de vida de esta
familia se ha ido al diablo. Si hubiera podido construir su casa en una parcela
con servicios y equipamiento no se producirían estas tragedias.
Piense,
señor ministro. |
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Lectores escriben
Elogios excesivos
A Carlos Febres le agradecemos inmensamente sus
palabras.
Nos dice que como fiel lector de Aceras y
Brocales considera que esta página mantiene una postura éticamente
comprometida con el pueblo. Y que no debemos olvidar que somos referencia para
“chavistas honestos y escuálidos serios”. En verdad, dos categorías que
convendría asumir en una misma perspectiva para el bien del país. Al amigo
Febres tan sólo le podemos asegurar, de todo corazón, que trataremos de seguir
siendo consecuentes con una responsabilidad tan grande como la que él nos
señala. |
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