sábado, 16 de febrero de 2013

AyB 025 - 09 Marzo 2006
Últimas Noticias | Jueves 09 de Marzo de 2006


Buenas noticias

Hay cambios profundos que están ocurriendo en Venezuela.

Y de los cuales parece que casi no nos damos cuenta. Como estamos demasiado ocupados en desenredar el significado de los rollos mediáticos de todos los días, no percibimos, ni siquiera nos enteramos de las transformaciones de fondo que se producen.

Cambios y transformaciones sociopolíticas que se traducen necesariamente en modificaciones sustanciales de la infraestructura.

El país no sólo cambia en lo político. El territorio cambia físicamente.

Hoy queremos señalar el segundo puente sobre el Orinoco como un ejemplo. Además de ser un puente que como estructura está al mismísimo nivel de los mejores puentes modernos del primer mundo, hay que percatarse de las implicaciones territoriales que trae consigo. Cómo van a cambiar las relaciones de transporte, intercambio comercial, comunicaciones, etc. en todo el Oriente y con el Sur del país. Si seguimos así, con este programa y con los otros que están en ejecución, dentro de unos cinco años tendremos un país totalmente diferente. Y, lo que es más importante, definitivamente mejor.


“Pisos y más pisos a casas en barrios”


Es el titular de la página 2 de ÚN el 13 de febrero de este año.

Es un alerta de los Bomberos Metropolitanos ante la densificación inevitable de nuestros barrios, lo cual implica una amenaza trágica ante la posibilidad cierta de un terremoto.

Una declaración como esa, destacada en un diario de la circulación deÚN, es un llamado urgente a los planificadores de la Misión Vivienda ¿Será posible entender que esa realidad se sigue multiplicando día tras día a través de la construcción de nuevas viviendas en nuevos barrios, y que familias y más familias siguen invadiendo en todo el país por no tener a su alcance otra opción?


Insistimos desde Aceras y Brocales, que está bien aquella política y acciones de atender las emergencias, facilitar sistemas de financiamiento y subsidios para los más necesitados, adquirir viviendas del mercado secundario para damnificados o en peligro de serlo, entre otras decisiones. Pero lo que todavía no parece comprenderse, es que esas acciones tienen una capacidad muy limitada de atender al número de familias adecuado en relación con las necesidades y demandas.

Tampoco se ve en el horizonte, de las declaraciones y acciones del ministro para la Vivienda y Hábitat y de su equipo y técnicos, que es necesario un plan masivo, es decir, de gran magnitud y en todo el país, de construcción de urbanismos en las áreas de expansión de las principales ciudades, en los que se puedan iniciar centenares de conjuntos de viviendas a través de las diversas modalidades disponibles y experimentadas en el país, así como nuevas formas y proyectos pilotos que enriquezcan la capacidad venezolana de producir y construir viviendas, bien sea mediante iniciativas de constructores privados, cooperativas, asociaciones civiles, núcleos de desarrollo endógeno, entre otros. Sería un plan nacional en los que intervendrían casi todas las misiones actuales.

En resumen, el Gobierno nacional tiene que priorizar la prevención de barrios con una audaz y masiva producción de urbanismos con sus servicios públicos y equipamientos urbanos, en los que la gente organizada y las empresas privadas y comunitarias tengan en sus manos el desarrollo de miles de viviendas, es decir, el Gobierno construye urbanismos masivamente y la población y los privados construyen viviendas masivamente ¿Es difícil entenderlo?

Una casa tan bella y tan grande

El caso de Gabriela Rodríguez es el caso de millones de venezolanos.

La casa de Gabriela Rodríguez está en el cerro de Gramoven. Tiene tres ambientes con entradas independientes, es decir, que son como tres casas en una. Cocina empotrada, aire acondicionado, closets.

Una casa demasiado digna, pero sobre un terreno de alto riesgo.

Los venezolanos pobres construyen cerca de 90.000 casas nuevas cada año, ya que la demanda de nuestra población es de 110.000 viviendas al año, y entre el Gobierno y las empresas privadas llegan, más o menos, a un promedio de 20.000 al año.

En algunos años estas casas son ya tan dignas como la de Gabriela Rodríguez. Pero los pobres localizan sus viviendas en cualquier parte, con servicios deficientes y equipamientos comunales inexistentes.

Ellos no pueden urbanizar la tierra, dotarla de servicios y de equipamientos. Esta es una obligación del Estado, y el Estado desde hace años se hace el loco.

El programa más evidente y más prioritario es el de urbanizar tierra integrada a las ciudades y hacerlo en gran escala.

Las viviendas las pueden construir las familias. El urbanismo y el equipamiento no.

¿No puede el Gobierno asimilar una idea tan sencilla y orientar su acción en ese sentido?


Resulta asombroso y angustioso que pasan ministros y ministros, y nada. Porque nada es la solución del ministro Figueroa de darle un certificado en papel de alta seguridad a Gabriela Rodríguez, asegurándole que al tumbar su casa puede contar con Bs. 50 millones.

Graciela Rodríguez se queja justamente (El Nacional, 3 de marzo) de que ha visto casas en Catia con la mitad del tamaño de la suya, que cuestan 300 millones. Seguramente es cierto.

El nivel de la calidad de vida de esta familia se ha ido al diablo. Si hubiera podido construir su casa en una parcela con servicios y equipamiento no se producirían estas tragedias.

Piense, señor ministro.

Lectores escriben

Elogios excesivos


A Carlos Febres le agradecemos inmensamente sus palabras.

Nos dice que como fiel lector de Aceras y Brocales considera que esta página mantiene una postura éticamente comprometida con el pueblo. Y que no debemos olvidar que somos referencia para “chavistas honestos y escuálidos serios”. En verdad, dos categorías que convendría asumir en una misma perspectiva para el bien del país. Al amigo Febres tan sólo le podemos asegurar, de todo corazón, que trataremos de seguir siendo consecuentes con una responsabilidad tan grande como la que él nos señala.




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