Ciudad Lossada, ciudad socialista
Entre la organización de la sociedad y la
organización de la ciudad hay una relación muy estrecha.
Repetir esto es como volver a inventar el agua tibia. Pero en esta época de
confusión y sobre todo de manipulación de la información, se vale volver a
insistir machaconamente sobre muchos criterios, principios, valores, hechos,
aunque éstos sean de conocimiento intuitivo. Así
pues, repetimos, hasta ahora a sociedad injusta le ha
salido ciudad injusta. Y viceversa: a sociedad justa, debe corresponderle ciudad
justa... o por lo menos es así como queremos firmemente que sea.
Y cuando el presidente Chávez anuncia que la nueva Ciudad Lossada, en Maracaibo, va a ser una
ciudad socialista, se le despierta a uno todo el interés por saber cómo se va a
concretar esa nueva realidad urbana. Menudo reto para sus proyectistas.
Considerando en especial, además, que buena parte de sus futuros habitantes
pertenecen a una etnia, los wayú, con gran presencia demográfica, estructura de
relaciones comunitarias y forma tradicional de vida, y que por lo tanto exigen
un diseño especial de sus viviendas. Según se informó la semana pasada, Ciudad
Lossada va a tener, dentro de un programa de cinco fases, de aquí al 2007,
viviendas de diferentes tipologías para 8 mil familias. Pero, igualmente
importante, tendrá parques y jardines, centro médico, liceos y escuelas,
bibliotecas e inclusive un sector productivo para pequeñas industrias y
artesanía. No podría pensarse nada mejor. Parece que la Universidad Nacional del
Zulia va a tener un papel importante en el diseño de la nueva ciudad. Esa
universidad ha ensayado en oportunidades anteriores un buen acercamiento al
problema del diseño para condiciones muy especiales, como vivienda indígena,
palafitos, etc. Ojalá que esas experiencias puedan ser actualizadas con el reto
de la posibilidad concreta de ser construidas en el
corto plazo. Por lo pronto podemos
afirmar que en este momento, en Venezuela ciudad
socialista significa reducir al mínimo posible, en la infraestructura física,
las diferencias sociales y económicas, llevando a todos, comenzando desde abajo, al nivel igualitario de una buena calidad de
vida, como debe ser. Ciudad Lossada va a ser
otra experiencia dentro de los programas de
transformación total del país. Lo importante es que también es una esperanza que
va a cumplirse.
Cota 905, un caso para meditar
En lo que va de año se han registrado por lo menos cinco
invasiones en terrenos adyacentes a la Cota 905. En especial una de ellas
aparece con frecuencia en la prensa como noticia llamativa. Es la que se localiza frente a los viejos
bloques del Banco Obrero y que ha creado un enfrentamiento entre los habitantes
de estos bloques y los invasores. En febrero había unas 70 casas o ranchos de
los invasores. Para esta fecha son alrededor de 400. Los habitantes de los bloques se quejan de
que se ha invadido un área verde protegida, el Parque Vicente Emilio Sojo,
destruyendo la flora y la fauna de este sector. También de que el tráfico en la
905 se congestiona, de que las aguas negras del barrio corren hacia los bloques,
del aumento de la inseguridad y de muchas otras calamidades. Sobre todo de que
se trata de invasores profesionales, que ya 'urbanizaron' el parque delimitando
parcelas de 10x10 m que se venden a 3 millones c/u. Los invasores juran que carecen de vivienda,
que se trata de terrenos baldíos, ociosos, y que para ellos es vital tener sus
viviendas. Se niegan a desalojar mientras el gobierno no les dé nuevas casas
dignas en Caracas. En el conflicto han
participado numerosas autoridades. Inicialmente la
prefecto de El Paraíso. Luego la Fiscalía y la Alcaldía de Libertador. Se
detectó que se trata de una zona de alto riesgo, perteneciente además a la Zona
Protectora de Caracas. Las mediaciones fueron inútiles y el caso llegó a los
tribunales. El Tribunal 34º de Control
ordenó el 12 de junio el desalojo de los invasores y la
demolición de las construcciones, medida que debía ser ejecutada por el
Destacamento 51 de la Guardia Nacional. Este no ha actuado. Hay comentarios
sobre una presunta "orden superior" de no desalojar a invasores ilegales de
terrenos baldíos. La última noticia es que el alcalde Bernal llegará a un
acuerdo con los ocupantes después de las elecciones de
diciembre, cuando se estudiará el costo social y la reubicación junto con el
Ministerio para la Vivienda y el Hábitat. Hay
centenares de miles de familias viviendo en los barrios
en condiciones que determinan una calidad de vida muy baja. ¿Por qué se le da
prioridad a aquellos grupos minoritarios conflictivos que tratan de resolver sus
problemas personales a la fuerza, de una manera injusta respecto a la inmensa
mayoría? ¿Por qué no se aplica un sistema de elegibilidad que permita solucionar
primero los casos de los más necesitados? Esas
minorías, además, rompen con todas las normas, todas las reglas que se da la sociedad
para poder existir como tal. Si se acepta que cada individuo haga lo que quiera,
que tome justicia por su propia mano, que se apropie de lo que desee sin
respetar el derecho de los demás, desaparece la sociedad, la solidaridad, la
humanidad. La sociedad se mantiene por
la coherencia y el funcionamiento de sus instituciones.
El actual proceso revolucionario está tratando de construir una nueva
institucionalidad. Pero comportamientos como los que se han llevado adelante en
el caso de la Cota 905 son un atentado contra esa nueva institucionalidad. Para
resolver problemas de minorías anárquicas no se puede ser injusto con la inmensa
mayoría del país. El todo vale, todo se permite, el triunfo de los más fuertes,
de los más arriesgados, no lleva sino al aumento de la entropía (el desorden)
que cuando crece sin límites paraliza todo y acaba con todo.
Es necesario reflexionar sobre estas situaciones, sobre estos problemas, evaluar los
acontecimientos y las experiencias, y no apartarse de los principios éticos
fundamentales. También es importante actuar y ejecutar programas de nuevas
viviendas y habilitación de barrios de gran magnitud, para que las invasiones
desaparezcan. |
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