El metrobarrio ¡bienvenidas, imaginación y
audacia!
Metrocable de Medellín
Desde hace un tiempo atrás, en
Caracas, en los predios de la Alcaldía Metropolitana, se viene revisando la
viabilidad de construir una red de teleféricos para los barrios. Se menciona
como experiencia valiosa, entre otras, el metrocable de Medellín en Colombia,
que funciona desde 2004 con un impacto favorable en zonas parecidas a las
nuestras.
¡Magnífico! Aunque es prematuro afirmar que esa es la
solución, porque se requiere profundizar su factibilidad, así como la de otras
opciones igualmente novedosas, produce una inmensa alegría ver fisuras en la
rápida, convencional, torpe e imprecisa visión dominante sobre los asuntos
urbano y de la vivienda.
Esta idea, cargada de imaginación y audacia, es
una iniciativa talentosa que abre oportunidades para cambiar mitos y paradigmas.
Cabe recordar las expresiones de un arquitecto brasileño, años atrás, palabras
más, palabras menos, “la vivienda de los pobres no puede resolverse con ideas
pobres”.
Así es, la pobreza requiere de inteligentes análisis y
comprensión, para afrontarla con éxito, además de una carga importante de
ideología que oriente decisivamente la real intención de superarla y sacar de la
miseria a la mayoría de la población de nuestras ciudades y pueblos.
Al
fin surge una 'luz en el túnel', la vivienda no sólo es un problema de construir
casas, otorgar créditos, sino que también su accesibilidad, integración con la
ciudad, cercanía a fuentes de empleos, servicios y equipamientos, es fundamental
para que la vivienda sea lo que debe ser, un cobijo accesible, un lugar de
descanso y formación de valores básicos, un sitio seguro ante desastres
naturales, entre otras 'menudencias'.
El transporte público en los
barrios y la vialidad requerida, son elementos fundamentales porque estructuran,
relacionan, a los barrios internamente y al mismo tiempo los integra
adecuadamente a la ciudad formal y a sus oportunidades y beneficios. En fin, es
atacar uno de los problemas graves de la inmensa población pobre, que durante
años ha resuelto el problema de vivienda con sus propios medios y el Estado no
ha podido ayudarlos ni corregirles sus limitaciones y carencias, peor aún, no ha
podido crear una institucionalidad ni la capacidad necesaria para anticipar los
requerimientos de urbanismo y de viviendas para sus habitantes.
Un
sistema de transporte en los barrios, como el que se estudia, debe integrarse a
los existentes y complementarlos, como son el metro y la red de
buses.
Además puede haber otras opciones que no serían excluyentes, como
las plataformas o ascensores diagonales.
La visión actual de
integración suramericana, da muestras de nuevas oportunidades para conocer y
transferir experiencias exitosas, dentro de nuestras condiciones y necesidades,
como las ciudades como Curitiba, Río de Janeiro y Bogotá, Medellín. Estas
ciudades, como otras latinoamericanas y europeas (Bilbao por ejemplo), han
adelantado programas interesantes, que debemos analizar rigurosamente, en
transporte público masivo, regeneración urbana, ordenamiento urbano y previsión
de su crecimiento, uso de barrios como rutas turísticas.
La satisfacción
plena hoy a estas Aceras y Brocales, que recogerán a los habitantes de
nuestros barrios cuando bajen de sus transportes aéreos, para conducirlos a sus
empleos, parques, plazas, teatros, cines, que ahora también son de ellos y
estarán a su alcance.
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Ojo pelao con el síndrome electoral!
Nada sería peor para el futuro del
país - de este país que intentamos que sea nuevo de verdad- que se programen y
se realicen obras porque se está en año de elecciones. ¡Todos los años deben ser
años de elecciones! Si se hacen obras para fines electorales, por mejores que
sean las intenciones políticas, éstas se convierten en obras electoreras. Y
políticas electoreras es lo más cuarta república que uno pueda
imaginarse.
Los extraordinarios planes de obras que se están realizando
este año, nos consta que están insertados en una planificación más general a
mediano y largo plazo, que abarca a todo el país, a todas las regiones y a todos
los diferentes niveles productivos. Es verdad, y no puede negarse, que toda
contienda electoral tiene, en un mundo como el nuestro, una lógica suya propia
que implica lograr la mayor respuesta en la votación al demostrar la efectividad
de la gestión. Pero, lo que se realice en este año electoral debe servir de
muestra de lo que puede y debe ser todos los años, dentro de un plan racional de
desarrollo humanista, y en unas circunstancias que es deseable que sean de paz y
de fervor creativo.
Recordemos que se hacen obras porque el país las
necesita desesperadamente, no simplemente porque hay que ganar las elecciones.
Si se pierde de vista este simple criterio, se corre el riesgo de que obras de
evidente utilidad pública se instrumentalicen y pierdan el sentido político a
largo plazo.
Sigamos pues, todos los años por venir, con el mismo ritmo
de urgencias, que demasiadas cosas quedan por hacer. |
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¿Se volvieron locos?
Durante meses hemos visto crecer alrededor de la
sede del Tribunal Supremo, una cerca metálica.
Por la altura, la densidad
del enrejado, el espesor y tamaño de las vigas de hierro, y las dimensiones
gigantescas de los miembros estructurales, podría haber sido tranquilamente la
estructura de un edificio de varios pisos. Toneladas de hierro para cercar un
edificio todo de concreto que de por sí parece un bunker. Una supercerca
monumental, la más cara y más sólida del continente.
Los transeúntes se
quedan admirados y sorprendidos: ¿será que se prevé el ataque de unos enemigos
con tanques de guerra? ¿O no será más bien un jugoso negocio al amparo de un
diseño de reja de alguien que cree estar en Bagdad?
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