LA VIVIENDA DIGNA GOBIERNO
HACE ESFUERZOS PARA CONSTRUIR RESIDENCIAS
¿Cuándo la calidad es calidad?
En el gran campo de necesidades y
requerimientos, inversiones y quejas, que es el de la vivienda, el tema de la
cantidad es el que prevalece. Y con razón.
Porque para el déficit, las
carencias y los programas de obras realizadas o por realizar, su primera
manifestación es numérica. ¿Cuántos, cuántas? Con razón, decíamos. En esta
página no hemos sido muy tiernos con el ministro de la Vivienda y Hábitat, el
compañero Figueroa. Pero no nos cabe la menor duda de que el gobierno de la
revolución está haciendo inmensos esfuerzos para enfrentar el eterno problema de
la vivienda. Lo prueba la magnitud de los recursos que a ello se están
dedicando.
Más números, pues.
Pero una vez definido este punto,
hay que fijarse en el otro aspecto del asunto: la calidad de lo realizado y de
lo que se pretende realizar. Y aquí tenemos que analizar qué entendemos por
calidad del 'producto' vivienda. Hasta ahora, el verbo provocador del Presidente
Chávez ha sido el que ha puesto en un plan de igualdad calidad con dignidad. Es
decir: hay calidad cuando la vivienda es digna. Y esa cualidad de dignidad se
ha entendido en el sentido de: uno, como espacio es suficientemente amplia (no
es una ratonera comprimida), y dos, no es endeble, mal acabada y con malos
materiales. Las viviendas que la revolución le entrega al pueblo no deben
parecerse a las 'soluciones habitacionales' de la cuarta república.
Hasta
aquí, muy bien.
Pero resulta que esta consigna, política y éticamente
acertada, en manos de mucha gente sin experiencia ni conocimiento, se ha
convertido en una exigencia de techos de machihembrado de madera, tejitas de
barro, cerámicas en los pisos y en los baños y rejitas decorativas en las
ventanas.
Lamentablemente, sobre todo en eso. Ya es tiempo de insistir en
que una vivienda de calidad, una vivienda digna no es necesariamente, una
vivienda que se parezca lo más posible a una quintica tradicional de clase
media. Sabemos que los símbolos de status son parte de la existencia de ricos y
pobres. Y si no, que lo digan las telenovelas.
Pero una vivienda tiene
calidad y es digna cuando les entrega a sus habitantes esa calidad y esa riqueza
de vida que únicamente se obtienen cuidando al máximo, no los acabados o las
formas, sino la red de multiplicidad de servicios que la rodean y la sostienen.
Muchísimo más importantes son, pues, la accesibilidad y el transporte, la
escuela, eficiente y cercana, el servicio médico de prevención, la biblioteca,
el parque y los jardines, las calles arboladas, el equipamiento para los
deportes y los juegos, el mercadito bien abastecido, los espacios para las
reuniones democráticas de la comunidad, etc. Y dando por supuesto y entendido
que energía, agua y recolección de basura son pan comido.
Resumiendo, la
vivienda digna, tan sólo lo es si está inserta y es parte constituyente de un
hábitat digno. No importa tanto la cerámica en el piso. Eso puede ser parte
perfectamente de un proceso inevitable, infinito y hasta agradable, de
remodelación y mejoramiento que llevan a cabo los mismos habitantes, como
siempre ha ocurrido desde el comienzo del mundo construido. Más importantes son
los espacios frescos y bien ventilados, el patio de juego con el mango
espléndido y protector, la escuela bolivariana a una cuadra, el médico amigo en
la otra.
Ahí sí tenemos una vivienda digna.
Y en este caso como en
muchos otros más, no dejaremos de insistir en algo que nos parece esencial: si
queremos que este experimento bolivariano y revolucionario tenga el éxito
deseado por todos los venezolanos sensatos, hay que ser críticos, sumamente
críticos. La crítica constructiva, la que reconoce los aciertos y paralelamente
señala los errores, es un poderoso instrumento democrático y revolucionario. Por
ello es que en esta página somos adictos a la crítica.
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“
Los inmuebles deben tener espacios frescos y
ventilados”
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En la botica: “Señor véndame dos casas”
Antes se decía "Hay de todo como
en botica". Parece que hay varios miembros del Gabinete Ejecutivo que todavía
creen en ese dicho. Parecen creer que si van con una caravana cargada de sacos
de morocotas, a una de esas franquicias farmacéuticas tan exitosas, y piden 160
mil casas, enseguida se las empaquetan y se las entregan.
Eso mismo
creían Esqueda y Cruz Weffer, Carlos García, hasta Julio Montes (no lo creía
pero tampoco decía que no) y ahora Luis Figueroa. No escarmientan.
Si por
el camino se pierden unos cuantos 'recursos financieros' no importa
nada.
Hay que cumplirle al Presidente, no importa como. Por cierto,
¿podremos confiar en la estabilidad de los ministros sin tener que preguntarnos
todo el tiempo, hasta cuándo durarán?
Pero el asunto es que no se pueden
hacer casas si no hay un terreno donde ponerlas. Esta es la verdad. Hasta las
noventa mil familias que anualmente se construyen sus ranchos, lo saben. Por eso
se buscan primero un terrenito. Ya sea en El Parque de la Paz, la carretera al
Junquito, detrás del Algodonal, en Lagunetica, en los terrenos del aeropuerto de
Barinas, en cualquier terreno abandonado o no, el terreno es indispensable para
construir el rancho.
Sin agua potable, sin cloacas, sin electricidad, sin
accesos, sin escuelas, sin centros comunales, sin Barrio Adentro. ¿Por qué,
entonces, el Estado, con tantísimos recursos y, ojo, con tanta firmeza y
generosidad de propósitos, no urbaniza grandes extensiones de terreno? Con
agua potable, con cloacas, con electricidad, con accesos, con escuelas, con
centros comunales, con Barrio Adentro? Después se pueden hacer las casas, y
ellas se pueden construir de muchas formas diferentes, casas dignas contratadas
a empresas tradicionales, casas de construcción progresiva (las denominadas
semilla), casas por autoconstrucción, casas de producción so cial mediante
sistemas eficientes de cooperativas, casas industrializadas (¡por fin ahora se
vuelven a mencionar!), y muchas formas más de construir.
El venezolano
tiene una enorme inventiva para construir casas, pero no puede construir terreno
urbanizado. Una demostración contundente de esta situación la dio el ministro
Figueroa en el Aló Presidente del domingo 7 de mayo. Demostrando su gran alegría
informaba sobre los 12.193 kits uruguayos que comenzarán a llegar en unos días.
Pero candorosamente comentaba que el único problema era que no había parcelas
urbanizadas donde colocar las casas, añadiendo que habían descubierto 1.750
parcelas urbanizadas en Portuguesa y que andaban buscando más. Lo que no sabe el
Ministro, es que el urbanismo de la mayor parte de esas parcelas, como en Boca
de Monte por ejemplo, está destruido.
Las tuberías obstruidas y el
cableado eléctrico robado.
El asunto principal es el terreno urbanizado.
¿Cómo es tan difícil comprender esta idea tan elemental? Uno hasta podría
sospechar que detrás de esta flagrante ignorancia, lo que hay son grandes
operaciones de corrupción.
Ojalá que por el bien del país y de la
vivienda social, no sea cierto.
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Escaleras mecánicas e incomunicaciones
La estación del Metro Parque
Central, según nos informan, ha nacido mal. Es obvio que la razón de ser de la
estación es servirle al gigantesco conjunto del Parque Central. Pero parece que
las comunicaciones, en especial en lo que se refiere a las escaleras mecánicas
entre la línea del Metro y los edificios, no están resueltas, o lo
están muy mal.
¿Las razones? Entre varias, un cuento de absurdas
desavenencias personales entre los presidentes de ambas entidades, el Metro y el
Parque Central, que impidieron llegar a un diseño eficiente... Miserias humanas.
Otra más de las tantas que entorpecen el desarrollo sensato de las estructuras,
físicas y sociales del país.
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