martes, 12 de febrero de 2013

AyB 016 - 05 Enero 2006
Últimas Noticias | Jueves 05 de Enero de 2006



La ciudad del capital

 
Henrique Hernández / Alejandro López
Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé

Ya hemos hablado varias veces de la necesidad de reflexionar (y luego tomar medidas prácticas) acerca de cómo haremos para que en la ciudad (en todas nuestras ciudades) comencemos a avanzar hacia un ordenamiento que disuelva los nudos dramáticos de las desigualdades injustas, y abra las primeras puertas para la utopía urbana. La sociedad del nuevo humanismo, sustentada en el socialismo del siglo XXI, deberá reflejarse en organización e infraestructuras urbanas coherentes. Eso va de cajón. Ni estudios teóricos ni experiencias prácticas indican que para actuar sobre el tejido urbano hay que esperar a que tengamos algún día una sociedad enteramente socialista.

Mientras tanto, es útil volver la vista hacia la realidad del mundo que nos rodea; que no es tanto la realidad del subdesarrollo.

Esa la conocemos perfectamente, con sus ciudades divididas en guetos para ricos y cinturones de miseria para los pobres, atenazadas por la terrible realidad de la injusticia que engendra las desigualdades de servicios, oportunidades y calidad de vida. Volvamos a ver, en cambio, el modelo dorado de ciudad que nos propone el capital, y tomemos el del capital por excelencia: la ciudad norteamericana.

E insistimos en ello porque es ese modelo el que se nos ofrece como viable e inevitable, desde el cine de Hollywood hasta los cursos universitarios.

La ideología de la ciudad concentrada en núcleos de rascacielos rodeados por un mar de casitas, un océano de individualismo que crece a desmesura, únicamente interrumpido por los templos del consumismo, los centros comerciales.

Ese es el modelo de ciudad que supuestamente corresponde a nuestra época. Bueno, un momento: a la época histórica que viven las naciones supuestamente desarrolladas.Y la realidad de la ciudad norteamericana es una realidad dominada por los intereses inmobiliarios, a una escala y con una desfachatez inusitadas.

En un reportaje reciente, un empresario de la industria de la construcción reconoce, entre otras cosas, que la próxima generación de dueños de viviendas tendrá la mitad de la superficie promedio actual, pero a un costo doble. Recordemos que la industria de la construcción, en Estados Unidos, siempre corre desesperadamente detrás de las tierras con posibilidades urbanas, acaparando todo lo que puede, y alterando lo que puede, en previsión del futuro crecimiento.

Ello produce una grave distorsión en la organización de las ciudades, dejada al libre juego del mercado. Los costos se disparan, los servicios faltan, las distancias aumentan, de la ecología nadie se acuerda y el territorio sale perjudicado conjuntamente con la calidad de vida de esa misma clase media, tan abultada en USA, y tan determinante para los intereses de las grandes compañías urbanizadoras.

La tremenda irracionalidad de los enormes suburbios cada vez más alejados de los centros de trabajo, vaciados a su vez de todo sentido de relación social viva e interesante, es el resultado de dejar la vivienda y la infraestructura urbana de servicio y de trabajo, completamente al garete, en manos de lo que se considera intocable: el capital asociado con las grandes empresas inmobiliarias. Desde mediados de los años 90, la industria de la construcción ha reportado haber construido alrededor de 13.5 millones de viviendas unifamiliares.

Se entenderá entonces el volumen de dinero involucrado.

Pero desde el punto de vista de la vida urbana que es resultado de tal proceder, la realidad confirma el fracaso de manera avasallante: la incapacidad de producir, junto con los negocios, un tipo de ciudad justa e igualitaria, que redunde en más riqueza humana, en más goce de vida compartida, con más crecimiento intelectual y espiritual. Lo que en definitiva realmente interesa a cada ser humano sobre la tierra.

¿Que existen otras ciudades donde el capitalismo ha sido capaz de administrar mejor las injusticias? ¿Viena, Estocolmo, Amsterdam? Sin duda alguna.

Luego de siglos de luchas colectivas y de experiencias terribles, en algunos lugares el capital ha sido lo suficientemente inteligente para reducir las aristas más visibles de las diferencias, admitir que ciertos contingentes de pobres accedan a las clases medias, se integren y ya pacificados dejen de ser núcleos peligrosos para el sistema.

Pero también en esos pocos casos, el mejoramiento no es suficiente. La humanidad, que como especie persigue las estrellas y alcanza los misterios del átomo, por fin se merece por lo menos una ciudad justa y hermosa.

"

La sociedad del nuevo humanismo deberá reflejarse en organización e infraestructuras urbanas coherentes

En la Vía Oriente

El VAO, entre Guarenas y Caracas, está tan precario e inoportunamente señalado.
  • Las vallas promoviendo obras públicas, tienen el nombre del gobernador o alcalde, y en letras tan destacadas, que no se aprecia la obra en sí.
  • En algunos lugares, los vehículos públicos tienen el nombre, y en casos insólitos la fotografía, del gobernador o alcalde.
  • Las vallas de la alcaldía Libertador en Caracas durante la gestión de Aristóbulo Istúriz, por el contrario, sólo indicaban algo así como... . el gobierno de la gente y nunca, por Dios, su foto o su nombre.
  • Eligen o ratifican alcaldes o gobernadores y continúan los huecos en las carreteras, sin pintura de tráfico, basura por doquier, cunetas, drenajes y alcantarillas obstruidas, bordes de carreteras indefinidos, tomados por el monte.
  • Gobernadores y alcaldes, una vez electos, dejan de caminar las aceras y recorrer calles, carreteras y autopistas, con vehículos normales y con ojos de servidores públicos para conocer el estado de su región.
  • El mantenimiento sistemático y permanente de las obras públicas no aparece en el manual para ser funcionario público, y tampoco en las universidades.
  • Las policías de carreteras, como las urbanas, están ausentes en horas nocturnas, y de madrugada, en los sitios que todos saben que hay que vigilar.
  • Las señales de tránsito son inadecuadas, inoportunas e invisibles, en calles, avenidas, carreteras y autopistas, especialmente en intersecciones, cruces y curvas.
  • Los baños de estaciones de servicio, nuevas o viejas, y paraderos, en carreteras y autopistas, son inmundos, pestilentes, mal dotados y hasta piden propinas en algunos.
  • Las entradas desde la carretera o calle a las estaciones de servicios o paraderos son bombardeadas regularmente y mantienen huecos (patrimoniales).
  • Existen peajes en autopistas y carreteras en las que el mantenimiento y la vigilancia brillan por su ausencia, y cuando reparan un hueco lo transforman impelablemente en un promontorio.
  • Hay un peaje que cobra 50 bolívares en el estado Sucre.
  • Hay una sola línea de ferry que transporta vehículos a la isla de Margarita.
  • En esa isla, el hampa actúa en horario de oficina, en calles y avenidas que conducen a la playa La Caracola en Porlamar, en temporada alta y frente a vigilantes de edificios. Como será de noche y en sitios menos privilegiados.
  • Los puestos de salvavidas, cuando existen, en cualquier temporada, están sin uso, deteriorados y con publicidad.
  • Los escombros en avenidas, calles y carreteras forman parte del ornato público.
  • Hay quienes en vacaciones ven las cosas negativas en vez de disfrutar la playa y sus encantos.
  •  



    No hay comentarios:

    Publicar un comentario