Arquitectura tiene su museo
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El Museo de la Arquitectura tendrá su sede en el edificio de Carlos Raúl Villanueva |
Sin
arquitectura no hay vida. Sin un espacio de protección, no importa si fijo o
nómada, no se desarrolla civilización. Es por ello que es fundamental para un
país y para su cultura, el ejercicio de una buena arquitectura, con un buen
diseño, con aciertos en la construcción de espacios que respondan de la mejor
manera a las condiciones ambientales y a las exigencias funcionales.
Y es
importante también conservar sus memorias y difundir los valores, en todos los
niveles, de sus mejores logros. Es por ello que es muy acertada la decisión del
Ministerio de la Cultura de incluir entre el programa de nuevos museos, a
realizarse durante el año 2007, al de Arquitectura. En paralelo con los de
Ciencia y Tecnología, La Palabra, Historia, Diversidad Cultural, Cine,
Creatividad Popular, y los bolivarianos.
El de Arquitectura tendrá la
tarea, primeramente, de reunir en su colección toda la documentación que ilustre
la ingente labor que el hombre, desde sus comienzos más remotos hasta el día de
hoy -y el de mañana en proyectos e ideas- ha realizado creativamente en el
territorio que es Venezuela.
Tendrá además que elaborar y ejecutar planes
dinámicos para exhibir de manera clara y didáctica el material reunido. Y lo que
es igualmente crucial, preparar cursos, seminarios, ciclos de debate,
conferencias y todo lo que pueda ser más conveniente para una sana confrontación
de ideas y de proposiciones y para la comparación crítica de resultados y
realizaciones concretas.
A lo anterior hay que añadir que el museo no
será un centro de meras exposiciones, sino un lugar de encuentros y de
reencuentros. Un cafetín y una librería especializada, ayudarán a que
profesionales y estudiantes, así como el público en general, puedan hallar ese
ambiente atractivo y cálido que es tradicional e indispensable para un buen
intercambio de opiniones y de información que en forma programática tendrá
necesariamente que ampliarse para abarcar también ciudades de las otras regiones
del país.
La sede, y esta es noticia de impacto, va a ser la ilustre,
casi venerable, sede actual de la Galería de Arte Nacional en Caracas, en la
entrada del Parque Los Caobos. En la medida en que la GAN se traslade a la nueva
gran sede en la Av. Bolívar -recientemente inaugurada en su primera etapa- el
nuevo museo irá ocupando el bellísimo edificio diseñado en 1936 por el maestro
Villanueva, cargado ya de historia y de recuerdos relevantes para la cultura
caraqueña y nacional.
Renovada en sus propósitos y acondicionada para los
nuevos finesconunproyectoausteroyrespetuoso de su carácter patrimonial pero bien
ajustado a los valores de la actualidad, la sede del Museo de Arquitectura podrá
ser una de las sedes de los nuevos museos que podrá comenzar a funcionar más
pronto. Como nota final, pero no por ello de menor relieve, nos complace
informar que el director del museo es precisamente uno de los cuatro
escribidores de esta página.
¿Ciudades sin barrios 'marginales'?
Es un buen tema para estimular
nuestras ilusiones. ¿Es posible que haya ciudades sin marginalidad urbana en
esta sociedad, más aún en ciudades de países pobres? La marginalidad tiene dos
caras, la social y la física, una depende de la otra. Si nos referimos a las
condiciones físicas de los barrios y aspiramos a niveles razonables de
servicios, seguridad, salubridad y calidad de las viviendas, sí es posible. Si
queremos modificar las condiciones generadas por la segregación social y sus
secuelas de segregación económica, alimentadas por esta sociedad de consumo con
sus falsas aspiraciones, el culto al individualismo, al egoísmoyala violencia,
la respuesta es menos optimista.
Se trata de dos grandes tareas de la
revolución: la transformación física de nuestras ciudades para lograr niveles de
vida urbana aceptables y la transformación social. Las condiciones físicas
podemos mejorarlas a mediano plazo. Hay esperanzas de poder hacerlo, ya que
existen los recursos.
La mayor dificultad está en romper con el lastre de
falsos prejuicios que han venido oscureciendo la percepción de las soluciones.
Se inicia ahora una nueva etapa para el hábitat, y es el momento para evaluar
los aciertos y desaciertos porque la gestión habitacional no ha estado a la
altura de este proceso. Debemos afrontar el problema con una mente libre,
abierta a la comprensión de la realidad, sin atrincherarnos en la defensa de
teorías o ideas preconcebidas.
En nuestros programas de vivienda todavía
subsiste el enfoque paternalista, donde la población recibe pasivamente en lugar
de participar activamente en la solución de su vivienda. Mientras la mayoría
construye sus viviendas como pueda, sin ninguna ayuda e invadiendo, una minoría
recibe subvenciones y créditos sin hacer mayores aportes.
Pero también se
han realizado experiencias con un enfoque de desarrollo endógeno de las
comunidades (un caso entre tantos otros, el de Galipán) con formación de mano de
obra local y financiación directa a la comunidad, donde son los mismos
participantes quienes deciden a qué familia atender primero y cuáles siguen
después. Es preciso evaluar estas experiencias y ampliar su cobertura.
La
política electoralista, que únicamente ofrece construir más viviendas, todavía
continúa, como lo hemos visto en estos meses. En lugar de lanzar ideas de cómo
se afrontará el problema, se anunciaron cifras de construcción inalcanzables en
las condiciones actuales, como lo hizo el candidato de la oposición. Esta guerra
de cifras ha desviado el verdadero sentido de una rigurosa política
habitacional, reduciéndola a meros programas de construcción. Tenemos que
preguntarnos ¿por qué no hemos podido construir las viviendas que hubiéramos
querido? Teniendo los recursos ¿por qué a medida que se destinan más recursos,
las viviendas son más costosas y la cantidad producida es insatisfactoria? Se
han dado pasos muy importantes para poner en manos de las comunidades la gestión
habitacional con la creación de los consejos comunales (CC).
Sin embargo,
se mantiene un gran aparato burocrático que debe ser desmantelado.
No se
puede continuar con cambios continuos de los funcionarios responsables de la
gestión habitacional. Debemos ser cuidadosos en la escogencia de los mismos, no
es suficiente para diseñar y dirigir la política del hábitat ser arquitecto o
ingeniero o ser leal a la línea estratégica. Se requiere también inteligencia y
experiencia, y ambas no escasean. El diseño de la política habitacional para
este nuevo período debe ser realizado de manera colectiva, y conviene pensar en
la constitución de un consejo ad hoc a nivel ministerial. La política
habitacional puede y debe ser concebida como un instrumento para la
transformación social, otorgando especial importancia, conjuntamente con la
eficacia de gestión, a los factores de cambio en la actitud de los participantes
con una política que promueva la solidaridad, la equidad, la responsabilidad
social y que destierre para siempre la exclusión.
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