Arquitectura de la cerveza
Henrique Hernández /
Alejandro López Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé
|
|
Un encuentro casual: un joven
arquitecto venezolano, residenciado en Barcelona, España, relataba su
experiencia de 2 años en la empresa donde trabaja.
Esa empresa cuenta con
unos 70 arquitectos de diferentes procedencias y nacionalidades.
Los
proyectos son museos, paradores turísticos en carreteras y autopistas, marcas de
productos comerciales, entre otros. Insistió sobre los proyectos de marcas de
productos, que tienen sus imágenes y especificaciones para la arquitectura de
sus edificios, como la de cadenas de hoteles internacionales, comida rápida,
farmacias, estaciones de servicios, etc. En Venezuela hay tímidos ejemplos: las
estaciones de servicio de las empresas petroleras, entre ellas las de Pdvsa, o de empresas que funcionan
como franquicias. Hay casos exitosos por su calidad y efectos publicitarios,
pero también abunda el mal gusto y la importación de estilos y formas ajenas a
las características del sitio. En todo caso, viajando por Venezuela -es una
realidad de ayer y de hoy- en las carreteras, pueblos, ciudades y cualquier
recóndito rincón del país, se observa con frustración y pena ajena, cómo bodegas,
licorerías, bodegones, restaurantes, cafetines y esa infinita gama de expendios
de comidas y bebidas alcohólicas, cervezas y refrescos, que están desparramados
en todas partes, están cubiertos de afiches, banderines, pintas, vallas,
semidesnudos femeninos con siliconas o no, y anuncios luminosos, etc., de pésima
calidad y peor gusto. Versión criolla del diseño corporativo de las grandes
empresas internacionales de bebidas, refrescos y cigarrillos, pero también, en
menor escala, de lo que llamamos chucherías.
¿Cabe esperar que la
seriedad y el sentido común de esas empresas -algo de eso también deben tener-
sobre todo las de cerveza, bebida que acapar a las preferencias consumistas en
Venezuela, tomen en cuenta la conveniencia de crear una imagen y una
arquitectura de calidad, que pueda ser expresión de sus productos y no la
balurdez con que hoy plagan el paisaje rural y urbano de todo el país? Por
respeto a sí mismas y a los habitantes de este extraordinario país en
transformación, esas empresas deberían ponerse a tono con la necesidad de
cambios en la forma de vender sus productos, pero con calidad, no con
elementales y burdas versiones mercantilistas como las de que están llenas
nuestras calles y carreteras.
|
|
"
Empresas deberían ponerse a tono con la necesidad de
cambios en la forma de vender sus productos”
|
|
INGREDIENTES DE LA MAZAMORRA
Invasiones: En Venezuela se forman anualmente unas
110 mil nuevas familias. Son parejas con o sin hijos que requieren una vivienda
dónde vivir su propia vida con un mínimo de seguridad, comodidad, y privacidad.
En Venezuela, la producción de viviendas del Gobierno más la de la industria
privada difícilmente llega a 30 mil viviendas por año.
Consecuencia: Unas
80 mil nuevas familias solucionan su problema construyendo su propia vivienda
ocupando terrenos invadidos, y a veces unos pocos cientos invaden casas o
edificios existentes.
Esta última situación es publicitada ampliamente
por los medios y es la que atrae la atención del Gobierno. El destino de las 89
mil familias restantes no le importa nada a nadie. Casi sin agua, ni luz, sin
calles adecuadas ni escuelas, ni servicios y lejos de los sitios de trabajo,
sobreviven con una calidad de vida cero. Son los inmensos barrios que van
rodeando los centros urbanos donde viven los privilegiados.
Damnificados: Entre esas 89 mil nuevas familias no
pocas construyen sus viviendas en terrenos de alto riesgo. Sujetos a
inundaciones, deslizamientos de tierra, caídas de viaductos, y otros males
naturales que atentan contra sus vidas. Son aproximadamente unas 9
mil.
Así, cada año aparecen 40 mil damnificados. Nadie se ocupa de ellos
sino cuando ya son damnificados, es decir, sus casas han sido arrastradas por
las inundaciones, o han desaparecido bajo el lodo. Las empresas privadas nunca
se ocupan de esta tragedia, salvo para vociferar contra el Gobierno. Con el
Gobierno pasa lo mismo. Como no construye ni ayuda a construir viviendas seguras
en terrenos adecuados con servicios, se agita sólo cuando la tragedia se
presenta. Este corre-corre final ha sido institucionalizado con el Programa 8 de
Vivienda del Gobierno que se llama 'Damnificados'. Si el Gobierno fuera
eficiente y construyera o ayudara a construir suficientes viviendas no habría
damnificados, y tampoco habría invasiones.
Refugios: Con asombro uno puede ver un aviso del
Gobierno publicado el 12 de enero donde se festeja como un triunfo de la
revolución la construcción de refugios, llamados pomposamente albergues, para
ubicar a 4 mil 200 personas. Grandes galpones con literas, como en cualquier
cuartel, con sanitarios colectivos, cocinas industriales que producen sus
raciones diarias de alimentos, sin nada de privacidad, toque de diana a las 6
am, y desayuno, almuerzo y cena a la hora precisa. A este pequeño infierno
terrenal han ido a parar muchos de los damnificados del barrio Nueva Esparta
(bajo el Viaducto). Y conste que están en condiciones maravillosas, comparados
con los penados de otros refugios. Mientras tanto el Ministerio de la Vivienda
trata de comprar casas para reubicarlos. Como estas casas no existen y el cuerpo
aguanta hasta un cierto punto ya, como jubilosamente anuncia la prensa
opositora, hay conatos de reocupación del barrio Nueva Esparta.
Expropiaciones: Además de los refugios, otra pasmosa
solución, inventada por Juan Barreto, son las expropiaciones, que han suscitado
otro gran escándalo.
La de edificios y la de los campos de golf del
Country y otros clubs, “para construir chalecitos” para jóvenes profesionales,
probablemente amigos. Según la prensa, hay 567 viviendas demolidas en la
quebrada Anauco, inundada hace poco, y sus 3 mil damnificados están siendo
reubicados en edificios privados desocupados expropiados por
Barreto.
También Barreto expropia otros edificios para reubicar bomberos,
policías y otros servidores públicos que no tienen casa propia. No se da cuenta
de que no existen suficientes edificios que expropiar para cubrir la necesidad
inmediata. Como el Gobierno no produce ni ayuda a producir suficientes
viviendas nuevas con sus servicios adecuados, se producen estas emergencias que
no llevan a nada, salvo a un río revuelto donde algunos pescadores
ganan.
Moraleja: La ineptitud inmensa y que crece al galope
de los organismos del Gobierno encargados de los problemas de vivienda y
hábitat, está creando graves problemas sociales que afectan sensiblemente la
transformación revolucionaria que avanza bien en sectores como la salud y la
educación.
Ni siquiera saben que el Inavi tiene listo un anteproyecto
para construir 12 mil apartamentos en un terreno de su propiedad cerca
deMacarao, o que un simple programa de densificación racional de las áreas
residenciales formales de Caracas permitiría la construcción de unas 150 mil
nuevas
viviendas.
|
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario