martes, 12 de febrero de 2013

AyB 022 - 16 Febrero 2006
Últimas Noticias | Jueves 16 de Febrero de 2006



SEGURIDAD SOCIAL ¿ESTAMOS TODOS EN SITUACIÓN DE POBREZA EXTREMA?


Absurdos de una ley incomprensible



La Ley de Seguridad Social (2002) en el Capítulo sobre Vivienda y Hábitat, habla de la obligación prioritaria de atender las necesidades de las familias de escasos recursos. La Ley de Vivienda y Hábitat recoge esta instrucción. Pero ninguna de las dos leyes da un criterio para definir qué es una familia con escasos recursos, dejando esta materia al reglamento de la Ley de V y H. Éste no ha sido promulgado, por lo que siguen vigentes las Normas de Operación (2002) con mínimas modificaciones. Según estas Normas, las familias con escasos recursos son las que ganan hasta 55 Unidades Tributarias (UT). En este momento, las 55 UT equivalen 1.848.000 bolívares.

De acuerdo al recientísimo decreto de ajustes de sueldos, el empleado público de más alto nivel (Grado 26) ganará 1.225.813 bolívares, lo que equivale a 36 UT. Muy lejos del límite de las 55 UT. Es decir, que todos los empleados públicos son familias de escasos recursos, que es una manera retórica de decir pobres. Se podría decir que están en situación de pobreza extrema. Esta observación está además confirmada por el hecho de que todos los empleados públicos ganan menos de 3 salarios mínimos mensuales, equivalente a 1.397.250 bolívares, que es el límite debajo del cual se está en pobreza extrema. Los empleados públicos representan un alto porcentaje de los trabajadores de Venezuela. Todo esto es así según la Ley de Vivienda y Hábitat y sus Normas. Se pueden pensar dos posibilidades.

Una es que la población de Venezuela es una población económicamente miserable, en un estado de alta pobreza.

Otra, que la Ley y sus Normas son un disparate total. Estamos convencidos de que la verdadera es la segunda. La Ley de Vivienda y Hábitat actual es una parodia de la ley de Caldera y mantiene toda su esencia de ser una ley financiera. Y lo que es peor, financiera según el patrón de las finanzas puntofijistas que nada tiene que ver con la política económica social de la revolución.

Mientras más rápido sea derogada, menos deformaciones producirá en el proceso.


 



Competir sanamente



No hay dudas que el municipio Chacao goza de condiciones privilegiadas.

Ausencia de barrios importantes, dimensiones físicas y población residente reducidas, nivel relativamente alto de ingresos, una cierta tradición cultural, etc. Pero es un hecho objetivo -que sería necio negar- que algunas obras que allí se realizan tienen una buena efectividad de diseño y de uso. ¿Cómo negar, por ejemplo, que lo que se está haciendo en la avenida Miranda es eficiente y deseable para la ciudad?
Por más desacuerdos que se tengan con la trayectoria política del alcalde López, sería tonto, por simple enfrentamiento ideológico, no reconocer y no auspiciar la continuidad de tales acciones urbanas.

De manera paralela, es preciso reconocerlo igualmente, y así lo hizo también el presidente Chávez hace unos días, dentro de las estrategias de Chacao, proponer soluciones es una nueva orientación que debe ser valorada por su contenido y por estar perfectamente ubicada dentro del juego democrático.

El hecho de que la proposición viviendas en La Carlota fuese técnicamente disparatada y estuviese acompañada por la acostumbrada retórica demagógica -ya lo repetimos varias veces en esta página, no le resta interés. Organizar Caracas, darle contenido práctico a la exigencia colectiva de una vida más igualitaria, y de una calidad ecológica mucho más elevada, es tarea de todos los alcaldes y de todas las instituciones que tengan algo que ver con la ciudad.

Lo que cabe, por lo tanto, y con extremada urgencia, es la necesidad de que los alcaldes bolivarianos lo hagan mejor de como lo están haciendo, incluso mucho mejor. Sabemos que inmensas tareas, complejas y difíciles, les esperan. Pero la mayor parte de la población de Caracas no entiende por cuáles razones esas alcaldías, que tienen presupuesto, tienen el poder y la confianza política de la mayoría democrática, no terminan de arrancar con planes concretos, eficientes, transparentes, coordinados, para mejorar de manera sustancial la calidad de vida de la capital. Y no se trata de planes monumentales o megalómanos. A veces un simple ejercicio de demostración en un ámbito reducido pero visible, es más que suficiente para poner en marcha grandes cambios. Este año se deciden muchas cosas. Entre ellas el destino de esas alcaldías. Es duro decirlo para quienes elaboramos esta página y creemos que el país está embarcado en una empresa titánica de cambio que pide la colaboración de toda persona honesta y progresista, pero ya es hora de que aprendan a trabajar.


LOS LECTORES ESCRIBEN




  • Mariano Goldberg nos alaba. La página es interesante. Lástima que seamos unos ilusos. Inocentes e ilusos. Seguimos creyendo en utopías.
    Seguimos, después de tanto tiempo y de tantas duras lecciones, pensando que podemos cambiar al mundo. Mariano, déjanos seguir intentándolo: el fracaso es posible, hasta probable. Pero no podríamos perdonarnos no haberlo intentado. Al fin y al cabo, para qué uno vive. Alguna pequeña huella, aunque sea, es preciso dejarla.

  • Héctor Melo nos envía unas anotaciones bien interesantes. Entre ellas vale la pena destacar su preocupación, que compartimos plenamente, porque en el proceso de construcción del hábitat se mantenga muy viva la garantía de estrechas relaciones con el genio del sitio, sus paisajes, sus materiales, sus tradiciones laborales, etc, conjugadas, como él dice, con la imaginación del diseño...
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  • Al amigo Darwin Antonio Campos: Lamentablemente no podemos satisfacer sus preguntas, que entendemos plenamente enmarcadas en su angustia. Sin embargo, por vía directa le hemos enviado algunas sugerencias que tal vez puedan ayudarle. Suerte y, a la vez, firmeza en reclamar justicia.

  • Para Felipe Lau, con muchísima razón, son gran razón de desespero algunos perfiles que definen circunstancias urbanas evidentes para todos:
    desorden, indiferencia, corrupción, incapacidad, invasiones, improvisación, ineficiencia. ¿Cómo no compartir su opinión? Desde luego, todo ello configura la realidad urbana que todos conocemos y padecemos desde hace muchos años. El momento ha llegado, sin embargo, para que fortalezcamos un frente de opinión sensato y realista.

    Pero también firme en la denuncia y en lo que debe necesariamente acompañarla, la propuesta positiva.



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