SEGURIDAD SOCIAL ¿ESTAMOS
TODOS EN SITUACIÓN DE POBREZA EXTREMA?
Absurdos de una ley incomprensible
La Ley de Seguridad Social
(2002) en el Capítulo sobre Vivienda y Hábitat, habla de la obligación
prioritaria de atender las necesidades de las familias de escasos recursos. La
Ley de Vivienda y Hábitat recoge esta instrucción. Pero ninguna de las dos leyes
da un criterio para definir qué es una familia con escasos recursos, dejando
esta materia al reglamento de la Ley de V y H. Éste no ha sido promulgado, por
lo que siguen vigentes las Normas de Operación (2002) con mínimas
modificaciones. Según estas Normas, las familias con escasos recursos son las
que ganan hasta 55 Unidades Tributarias (UT). En este momento, las 55 UT
equivalen 1.848.000 bolívares.
De acuerdo al recientísimo decreto de
ajustes de sueldos, el empleado público de más alto nivel (Grado 26) ganará
1.225.813 bolívares, lo que equivale a 36 UT. Muy lejos del límite de las 55 UT.
Es decir, que todos los empleados públicos son familias de escasos recursos, que
es una manera retórica de decir pobres. Se podría decir que están en situación
de pobreza extrema. Esta observación está además confirmada por el hecho de que
todos los empleados públicos ganan menos de 3 salarios mínimos mensuales,
equivalente a 1.397.250 bolívares, que es el límite debajo del cual se está en
pobreza extrema. Los empleados públicos representan un alto porcentaje de los
trabajadores de Venezuela. Todo esto es así según la Ley de Vivienda y Hábitat y
sus Normas. Se pueden pensar dos posibilidades.
Una es que la población
de Venezuela es una población económicamente miserable, en un estado de alta
pobreza.
Otra, que la Ley y sus Normas son un disparate total. Estamos
convencidos de que la verdadera es la segunda. La Ley de Vivienda y Hábitat
actual es una parodia de la ley de Caldera y mantiene toda su esencia de ser
una ley financiera. Y lo que es peor, financiera según el patrón de las finanzas
puntofijistas que nada tiene que ver con la política económica social de la
revolución.
Mientras más rápido sea derogada, menos deformaciones
producirá en el proceso.
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Competir sanamente
No hay dudas que el municipio Chacao
goza de condiciones privilegiadas.
Ausencia de barrios importantes,
dimensiones físicas y población residente reducidas, nivel relativamente alto de
ingresos, una cierta tradición cultural, etc. Pero es un hecho objetivo -que
sería necio negar- que algunas obras que allí se realizan tienen una buena
efectividad de diseño y de uso. ¿Cómo negar, por ejemplo, que lo que se está
haciendo en la avenida Miranda es eficiente y deseable para la ciudad? Por
más desacuerdos que se tengan con la trayectoria política del alcalde López,
sería tonto, por simple enfrentamiento ideológico, no reconocer y no auspiciar
la continuidad de tales acciones urbanas.
De manera paralela, es preciso
reconocerlo igualmente, y así lo hizo también el presidente Chávez hace unos
días, dentro de las estrategias de Chacao, proponer soluciones es una nueva
orientación que debe ser valorada por su contenido y por estar perfectamente
ubicada dentro del juego democrático.
El hecho de que la proposición
viviendas en La Carlota fuese técnicamente disparatada y estuviese acompañada
por la acostumbrada retórica demagógica -ya lo repetimos varias veces en esta
página, no le resta interés. Organizar Caracas, darle contenido práctico a la
exigencia colectiva de una vida más igualitaria, y de una calidad ecológica
mucho más elevada, es tarea de todos los alcaldes y de todas las instituciones
que tengan algo que ver con la ciudad.
Lo que cabe, por lo tanto, y con
extremada urgencia, es la necesidad de que los alcaldes bolivarianos lo hagan
mejor de como lo están haciendo, incluso mucho mejor. Sabemos que inmensas
tareas, complejas y difíciles, les esperan. Pero la mayor parte de la población
de Caracas no entiende por cuáles razones esas alcaldías, que tienen
presupuesto, tienen el poder y la confianza política de la mayoría democrática,
no terminan de arrancar con planes concretos, eficientes, transparentes,
coordinados, para mejorar de manera sustancial la calidad de vida de la capital.
Y no se trata de planes monumentales o megalómanos. A veces un simple ejercicio
de demostración en un ámbito reducido pero visible, es más que suficiente para
poner en marcha grandes cambios. Este año se deciden muchas cosas. Entre ellas
el destino de esas alcaldías. Es duro decirlo para quienes elaboramos esta
página y creemos que el país está embarcado en una empresa titánica de cambio
que pide la colaboración de toda persona honesta y progresista, pero ya es hora
de que aprendan a trabajar.
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LOS LECTORES ESCRIBEN
Mariano Goldberg nos alaba. La página es
interesante. Lástima que seamos unos ilusos. Inocentes e ilusos. Seguimos
creyendo en utopías. Seguimos, después de tanto tiempo y de tantas duras
lecciones, pensando que podemos cambiar al mundo. Mariano, déjanos seguir
intentándolo: el fracaso es posible, hasta probable. Pero no podríamos
perdonarnos no haberlo intentado. Al fin y al cabo, para qué uno
vive. Alguna pequeña huella, aunque sea, es preciso dejarla.
Héctor Melo nos envía unas anotaciones bien
interesantes. Entre ellas vale la pena destacar su preocupación, que compartimos
plenamente, porque en el proceso de construcción del hábitat se mantenga muy
viva la garantía de estrechas relaciones con el genio del sitio, sus paisajes,
sus materiales, sus tradiciones laborales, etc, conjugadas, como él dice, con la
imaginación del diseño...
Al amigo Darwin Antonio Campos: Lamentablemente no
podemos satisfacer sus preguntas, que entendemos plenamente enmarcadas en su
angustia. Sin embargo, por vía directa le hemos enviado algunas sugerencias que
tal vez puedan ayudarle. Suerte y, a la vez, firmeza en reclamar justicia.
Para Felipe Lau, con muchísima razón, son gran razón
de desespero algunos perfiles que definen circunstancias urbanas evidentes para
todos: desorden, indiferencia, corrupción, incapacidad, invasiones,
improvisación, ineficiencia. ¿Cómo no compartir su opinión? Desde luego, todo
ello configura la realidad urbana que todos conocemos y padecemos desde hace
muchos años. El momento ha llegado, sin embargo, para que fortalezcamos un
frente de opinión sensato y realista.
Pero también firme en la denuncia y
en lo que debe necesariamente acompañarla, la propuesta positiva.
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