miércoles, 20 de febrero de 2013

AyB 047 - 17 Agosto 2006
Ultimas Noticias | Jueves 17 de Agosto de 2006



La gran muralla de Jericó

 

Los institutos de urbanismo en los países socialistas y socialdemócratas, especialmente los públicos, se ocupan de los grandes problemas de sus respectivas metrópolis. El del transporte y la vialidad es uno de los temas preferidos. La lucha contra la segregación espacial, la configuración de guetos y las desigualdades del equipamiento colectivo entre las zonas pobres y las ricas de toda ciudad también es una preocupación constante. El combate por la creación y reconquista de los espacios públicos, de uso social y común, los planes de recolección y disposición de desechos y la planificación de medidas de uso del espacio para mejorar la seguridad personal, siempre forman parte de sus agendas de trabajo. La producción de medidas y planes para contrarrestar las atrocidades de las mafias inmobiliarias acompaña cada día de trabajo.
Pues bien, muy poco de esto pasa en nuestro Instituto Metropolitano de Urbanismo, que más bien pareciera concentrarse intensamente en el cultivo de la arquitectura utópica del socialismo del siglo XXIII.
Uno de los temas predilectos en las más recientes creaciones del Instituto Metropolitano de Urbanismo es el de las 'murallas' y la buhonería formalizada. Hay dos ejemplos esplendorosamente llamativos. La muralla, más o menos ovalada, como la de Troya, que rodeará el parque Los Caobos, y el 'centro comercial lineal', de 1,8 km, que unirá Plaza Venezuela con Chacaíto. Al contrario de las murallas históricas que eran defensivas, la de Caracas será ofensiva. Los dos ejemplos tienen tres niveles. El tercer piso de la 'muralla' de Los Caobos está destinado a ciclistas y patinadores, con lo cual se crean nuevas fuentes de trabajo para los traumatólogos. El segundo, a cuchitriles, kioscos, mesas para jugar cartas y dados, expendios de energéticos de variada índole, mercalitos y otros locales similares. El de abajo puede que se parezca a los corredores de la UCV, con sus bancos, bloques calados y pizarrones. El 'centro comercial lineal' Plaza Venezuela-Chacaíto tiene un sótano, el famoso túnel del Metro, para buhoneros mejorados, una planta baja que es el actual bulevar, pero con grandes huecos por donde podrán crecer las palmeras que se siembren en el sótano, y un piso superior dedicado a recordar la antigua Calle Real de Sabana Grande, con sus coches de caballos, ventas de popsicles y aliados, cafés al aire libre, y así. Debemos aclarar que estas últimas descripciones nos la suministró una fuente no identificada de un instituto de planificación urbana del estado Apure. En todo caso estos ejemplos constituirán hitos urbanos, mojones que marcarán los focos visuales y materiales de la capital.
Bromas aparte, el problema de los buhoneros es muy complejo, tiene agudas causas económicas, culturales y hasta ideológicas, que no se pueden resolver simplemente con propuestas urbanas y arquitectónicas. Además ¿dónde están la planificación de la ciudad y las prioridades de acciones e inversiones que justifiquen empezar por estas 'soluciones' ? Cuando el transporte, la vialidad, la seguridad y la basura son de tan crucial importancia que han llegado a ser delicados asuntos casi con características de 'problemas de Estado'.
Sólo dos sugerencias finales. Primera, cambiarle el nombre al Instituto Metropolitano de Urbanismo y llamarlo Oficina de Arquitectura Utópica. Segunda, crear el necesario Instituto Metropolitano de Urbanismo.

Las invasiones no paran ni pararán hasta que...

Apartando iniciativas perversas y electoreras que explotan la necesidad y la pobreza para fines torcidos, las invasiones son la respuesta desesperada y desesperanzada de familias engañadas durante décadas. Hoy no han sido convencidas con las políticas aplicadas en vivienda. Tienen razón. No existe una política urbana y de vivienda clara, ni un plan convincente. Ésta es una de las debilidades graves del desarrollo actual del país. Es imprescindible reorientar radicalmente (en sus raíces, como Chávez insiste) la actual política urbana y de vivienda.
Se podrán atenuar o eliminar las invasiones cuando la gente vea un camino que le conduzca a obtener su vivienda en un plazo razonable. Ello será posible con un plan masivo de urbanismos (vialidad, drenajes, agua, cloacas, luz, Mercal, Barrio Adentro, espacios culturales, etc.) en el cual las familias vean clarito dónde y cuándo les tocará el turno para lograr su parcela, según prioridades consensuadas con la gente, y los recursos que se puedan asignar cada año. Obtenida la parcela, la gente (constructores públicos, comunitarios y privados) construiría la casa progresivamente bajo un programa nacional de apoyo tecnológico, constructivo y financiero, subsidio incluido (que podría ser la parcela).
Además, es necesario planificar la construcción, por ejemplo para seis años, de un millón de parcelas, ubicadas donde haya oportunidades de empleo y amenidades urbanas. Un plan así requiere inventariar, por municipio, las posibilidades y limitaciones de las familias, la disponibilidad de tierras urbanizables y de servicios, y orientar los recursos necesarios. En síntesis, el Gobierno central, con gobernaciones y municipios, construye masivamente los urbanismos y el resto de la sociedad se pone a producir las viviendas.
En términos culinarios, el anfitrión (gobierno) sirve la mesa y los ingredientes (terrenos, servicios, equipamiento, financiamiento, subsidio, técnicas constructivas y demás aderezos), y los comensales (la gente) combinan los ingredientes y se preparan su plato (su casa) según gustos, ahorros, miembros familiares y expectativas. Si no, las invasiones pasarán a ser patrimonio (in)cultural del venezolano, y no parece posible que una revolución avance con dicho patrimonio. A aquellos que ya han leído esto en páginas anteriores se les perdona el derecho de hacer el famoso muñeco con el pañuelo que maliciosamente hacían las abuelas al escuchar un cuento repetido. Y a los que no, ojalá la Virgen del Valle los ilumine, tengan funciones públicas en vivienda y la audacia de reconstruir la política de vivienda, de una vez por todas.

Viejos trailers por casas de dos pisos


La Alcaldía Metropolitana viene ejecutando una interesante sustitución de ranchos, trailers antiquísimos y viviendas inservibles, por casas con estructura, materiales, espacios y arquitectura bastantes buenos en calidad y apariencia física. Lástima que la implantación de esas casas en los terrenos escogidos ignora características urbanas del sitio. Como en el pueblo de El Hatillo, donde las cualidades tradicionales del pueblo pareciera que se desconocieron.

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