Ultimas Noticias | Jueves 16 de Noviembre de 2006 | |
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Calidad de una ciudad se mide por sus acerasPero Caracas, así como las demás ciudades del país, nunca ha tenido aceras dignas de ese nombre. Hay que decirlo y reconocerlo como un grave defecto de nacimiento, uno de esos defectos que uno, como ciudadano, tiene que asumir como una desgracia inmerecida. Pero esta ausencia histórica que hace de nuestra ciudad un caso especial -una ciudad sin aceras, o con aceras donde apenas uno puede medio rodar,tropezando y a saltos,esquivando huecos, pernos incrustados en el cemento, palos, caca de perros, avisos, y buhoneros- tiene sus causas y sus responsables. Ello hay que declararlo a grandes letras. Porque los buhoneros, ya lo sabemos, son los hijos del perverso colapso de la economía a que nos llevaron nuestros próceres de la democracia representativa. Pero la ausencia de aceras o su diseño raquítico por reglamento va mucho más allá de su actual incómoda carencia y viene de una ceguera individualista casada con la ideología gringa del automóvil como rey supremo de la comunicación. Ideología que apareció en cuanto el petróleo tuvo su oligarquía y sus canales injustos de distribución de la riqueza. ¿Hay acaso otra razón por la cual el Country Club no tenía prevista ninguna acera desde su mismo comienzo? Los ricos no tenían necesidad de aceras: iban en Cadillac (Ni siquiera se imaginaron que alguien pudiera caminar por el frente de sus quintotas. Pobres ilusos, ¡pensaban que Caracas podía ser como Los Ángeles!). Y los pobres que se las arreglaran como pudieran. Con semejante filosofía, los que mandaron y los que los siguieron nos 'construyeron' una ciudad desacerada, esto es, desequilibrada, descerebrada. Porque sin inteligencia nos encasquetaron el dolor de esta Caracas, una ciudad que hubiera podido ser una maravilla terrenal. Y ahora nos toca tratar de arreglar lo que nos dejaron, esta ciudad formal que la otra ciudad, la informal, observa desencantada desde su otra inevitable irracionalidad. Cómo paliar el tráfico
Nuevos inventos para peatonesTodos los días al ponerse el sol, tenebrosas tinieblas cubren la ciudad. Los postes de luz exhíben su oscuridad. Con frecuencia, negros nubarrones descargan torrenciales aguaceros transformados por las pendientes en potentes raudales que a su paso hasta el río dejan una estela de esteros y lagunas. No funcionan los drenajes. Pero los peatones tienen suerte. Pronto podrán adquirir la solución de sus problemas, dos geniales inventos de Bicarbonato Montiel:El kit cero-agua. Para las lluvias. Consta de un paraguas de 110 cm de diámetro, pero que al abrirse deja caer una cortina impermeable en forma de cilindro que rodea el cuerpo del usuario. Esto impide que sea bañado por el barro de los bajantes de los techos construidos sobre los retiros o salpicado por los autos cuando pasan a toda velocidad. Luego un bastón milimetrado periscópico que le permite explorar lo que hay debajo de las lagunas. El kit cero-atraco. Para cuando se oculta el sol y la tétrica noche se apodera de la ciudad, Bicarbonato ofrece el otro kit, el cero-atraco. Sólo tiene dos piezas. Una lámpara en forma de aureola, como las que usan San Juan o San Ignacio, que se coloca como un sombrero. La otra pieza es un rolo de policía marca Bernal, que es como un bolígrafo. Los kits ya pasaron por la prueba piloto y están a punto de ser producidos industrialmente. El desarrollo es financiado por el capo de la mayor red de comercio informal de la Región Capital, quien tiene asegurado el monopolio de la comercialización. El capo sabe que si el alcalde mantiene los desagües y la iluminación pública, tapa los huecos, asegura un mínimo de vigilancia policial, hace cumplir las ordenanzas; en fin, si actúa como un alcalde, el negocio desaparece. Pero el capo es un experto y sabe que esto nunca pasará, invierte con toda confianza en el brillante negocio.
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