viernes, 8 de febrero de 2013

AyB 005 - 20 Octubre 2005
Últimas Noticias | Jueves 20 de Octubre de 2005

Enrique Hernández / Alejandro López / Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé

Repensar la vivienda: una nueva institucionalidad


Se requiere un cambio institucional en la gestión pública del hábitat, pero cuidado, nada se gana eliminando organismos para crearlos de nuevo con otros nombres y organigramas, y las mismas trabas burocráticas.

Hay que cambiar de estrategia:
una nueva institucionalidad que impulse los cambios al tiempo que actúa.

Hasta ahora han operado organismos centralizados, nacionales y estadales que asumen el proceso de producción del hábitat en forma integrada: financiar, adquirir terrenos, urbanizar, construir las viviendas, adjudicar, mantener y recuperar la inversión, haciendo la gestión compleja y lenta.

En lugar de organismos compitiendo entre sí, lo recomendable son cuatro líneas de acción:

1) organización de la población, 2) producción del urbanismo, 3) producción de la vivienda, y 4) financiamiento.

Cada una con tácticas independientes, según sus objetivos y bajo una estrategia común para lograr las metas.

Urge una “Misión Vivienda” que actúe en paralelo con los programas que desarrollan los organismos existentes hasta alcanzar la nueva institucionalidad.

Es necesaria una nueva institucionalidad que supere la inercia actual y sea cada vez más cercana a las comunidades.

En las próximas páginas se desarrollarán las cuatro líneas señaladas.


¿Es posible salir de los buhoneros?


La ciudad está enferma. La economía informal ha penetrado casi todas sus entrañas.

Donde hay paso de peatones, plaza, acera, bulevar o avenida, el buhonero se instala, ocupa, avanza, acapara y usurpa el espacio.

Los arquitectos y urbanistas deben opinar acerca del comercio informal porque se trata del espacio de la ciudad, del carácter de sus calles, de la atmósfera física de ellas. Porque así como el tráfico o la zonificación son temas que les conciernen, son usos de la ciudad; también la buhonería lo es.

Es necesario hablar claro.Primero, reconocer que el comercio informal es un fenómeno universal. Segundo, entender que sus raíces son profundas, tanto como el malestar crónico del desempleo, de la falta de educación. Porque hay problemas sin solución inmediata al alcance de la mano, y eso hay que decirlo enfáticamente para no seguir alimentando ilusiones.

Mientras la economía (capitalista, democrática o socialista) no sane, estaremos tropezando con buhoneros. Así de simple.

Y en lo inmediato no parece que haya sino dos remedios parciales.

Uno es la represión (igual que en la vivienda marginal) preferida por la reacción, por quienes viven en las islas del bienestar y por los arquitectos y urbanistas con los pies en Caracas y la cabeza en Nueva York. Un remedio que consiste en cachiporras y ballenas y que únicamente acrecienta y desplaza el problema.

El otro es la incorporación seudo-legal, el adecentamiento y organización de lo inevitable o la concentración en sitios ad hoc, tipo centro comercial para buhoneros (por cierto, alcalde: ¿dónde y cuándo?).

Pero siguen problemas sin resolver:
¿se puede legalizar un comercio en su mayoría ilegal y pirata? Si los buhoneros viven del peatón, en los flujos permanentes de tráfico, ¿tiene sentido y realismo concentrarlos en lugares donde habrá que ir a buscarlos especialmente? Detodos modos es posible concebir soluciones intermedias en las cuales prevalezca el sentido común y hasta el diseño para emergencias.

Hay quienes sostienen que la buhonería 'is beautiful'. Implicaría una discusión larga para demostrar lo correcto o equivocado de esta tesis extremista.

Por lo pronto, hay que aceptar que el buhonero vive con uno, al lado de uno, y padece tantos problemas como uno.
 
 

Casas con diseño importado


El ministro Figueroa anunció que “Cuba nos apoyará con el diseño de las viviendas” y “nosotros pondremos los materiales y maquinarias” (El Nacional 4-10-05).

El Gobierno, consciente del problema de la vivienda, se ha fijado metas y, ante el fracaso de las mismas, busca soluciones. Tal como la transferencia de conocimientos, conveniente y fundamental, pero con un equipo criollo que la asuma.

Parece que la experiencia venezolana no sirve. Quizás el necesario proceso de cambio y el cuestionamiento a la Cuarta República, transferido al sector vivienda, ignora lo hecho en el pasado sin el debido estudio y comprensión. Hay que romper prejuicios y separar los aspectos políticos de los de la vivienda. Hay que rescatar las iniciativas valiosas aun en gobiernos anteriores. Las hubo positivas y negativas. Algunas, pioneras, fueron desvirtuadas, pero eso no las invalida.

En 1928 (77 años) Venezuela creó el Banco Obrero (BO), primer instituto de vivienda en Latinoamérica.

Allí se impulsaron experiencias notables en urbanismo y diseño, como la urbanización El Silencio (años 40), el Taller de Arquitectura Tabo (años 50-60), el Programa Experimental de Vivienda (años 60), con una nueva concepción de planificación, diseño y producción.

El programa de Vivienda Rural de Malariología (años 30-50) con el Dr. A. Gabaldón, la transferencia de organización, diseño y tecnología para escuelas (1978) realizado por el Ministerio de Educación, Fede, UCV y el consorcio inglés de autoridades locales (Clasp), el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (Idec-UCV) y sus 30 años de aportes, son ejemplos.

Es inteligente acumular la experiencia en petróleo -caso Opep, Pérez Alfonso, Uslar Pietri y la siembra del petróleo. Pero no lo hacemos en vivienda -caso del Banco Obrero y Leopoldo Martínez Olavarría, quien, como director-gerente apoyó las iniciativas señaladas. ¿Por qué?
No acumular experiencia es propio del subdesarrollo.

Hay que evaluar lo realizado, propio y externo, y desarrollarlo con universidades, el Ministerio de Vivienda y Hábitat, instituciones públicas, colegios y profesionales, industriales, comunidades, bajo una política, una estrategia y un plan nacional de urbanismo y vivienda, con audacia y dentro de la realidad venezolana.

Así la transferencia sí es útil.



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