Ultimas Noticias | Jueves 31 de Agosto de 2006 | |
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¿Viviendas dignas?Cuando se habla de "viviendas dignas", se le asigna a la palabra digna cualidades que se aspira que las viviendas tengan, si no se logran esas cualidades, el término se convierte en una frase sin contenido. La vivienda digna es una meta importante del proceso revolucionario, su contenido debemos construirlo los arquitectos. Hasta ahora pareciera limitarse al área y acabados de la vivienda, lo cual es muy importante, pero se olvida, en la mayoría de los casos, la calidad del diseño arquitectónico y urbanístico. Un ejemplo de este olvido son las viviendas (alrededor de 25) que se construyen en el Núcleo de Desarrollo Endógeno Fundo Zamorano Miguel José Sanz, cerca de Capaya, Estado Miranda. Se trata de viviendas de buen tamaño y buenos acabados. Pero se ha descuidado el diseño de las casas y el conjunto. Se utiliza un sistema constructivo traído de fuera sin ninguna relación con el lugar. Paredes de láminas de fibro-cemento que dificultan cualquier modificación o ampliación futura. Se ha ignorado el clima del sitio: casas mal ventiladas a pesar de la calidad de las ventanas. La relación cocina-comedor-sala responde a otros hábitos de vida. El uso de parcelas mínimas deja poca área libre para secar ropa, jardín, juego de niños, etc. y ampliaciones futuras. La agrupación de las casas no propicia el sentido de comunidad. La privacidad de la familia se ve afectada por la cercanía de las ventanas. No se tiene ningún cuidado en las instalaciones eléctricas del conjunto, los postes obstaculizan el paso en las reducidas aceras. La construcción la realiza una empresa sin ninguna participación de la comunidad ¿lo endógeno no debe aplicarse también a la construcción de las viviendas? Se trata de un buen desarrollo desde el punto de vista de la producción agrícola y la organización comunitaria, los participantes están contentos y esperanzados con el futuro ¿por qué no hacer el mismo esfuerzo para el diseño de las viviendas? ¿Dónde están los arquitectos? Penuria urbana, penuria de todosEl grupo de 12 profesores universitarios que en este mismo periódico, todos los domingos, escribe interesantes artículos bajo el nombre de Acuerdo Social, acaba de publicar el libro Venezuela: Un acuerdo para alcanzar el desarrollo. En él nos interesa destacar el capítulo intitulado Penuria habitacional y vulnerabilidad urbana. Una revisión necesaria. Lo escribe un amigo y un maestro muy estimado por nosotros, Alfredo Cilento Sarli. Conviene señalar, aunque sea de la manera más resumida posible, algunos puntos sobresalientes de su razonamiento, que nos hallan en completo acuerdo. No se trata de cosas nuevas, porque como lo dice el mismo autor, ya ha repetido lo mismo demasiadas veces. Otra cosa es que lo hayan escuchado. Lo lamentamos. Pero no compartimos, en cambio, su escepticismo. La perseverancia da frutos, y más hoy, cuando estamos convencidos que los cambios, buenos cambios, son posibles y previsibles. En primer lugar, Cilento señala la tradicional falta de precisión científica y el exceso de demagogia con la cual se habla del déficit de vivienda. En todo caso, cualquiera que sea la metodología para calcularlo, lo que no funciona es la metodología para enfrentarlo y resolverlo. Destaca de manera muy apropiada los enormes peligros que encierra el descuido de la vulnerabilidad a los desastres naturales, que es igualmente tradicional en Venezuela. Después de los deslaves, inundaciones y terremotos, después que ocurran y siembren al país de muertos y damnificados, es que se corre a los remedios. Y las ciudades son el punto focal de estos desastres. Allí es donde la planificación y la previsión deben ser el centro de las políticas de gobierno. Cilento, para lo que concierne el drama de los barrios el 60% de la población vive en ellos propone medidas de carácter general para enfrentarlo. Pero recuerda también que es el monstruo de la pobreza, causa y origen principal de esa nuestra realidad urbana que se traduce en caos, desorden, marginalidad, y enorme desperdicio de tiempo, dinero y vi das humanas. Una visión alternativa se concretaría en cuatro programas prioritarios. Uno: rehabilitar coherentemente los barrios existentes, con una acción continua que atienda sobre a los servicios y a la vialidad de acceso. Dos: colocar, como medida prioritaria a todos los planes de vivienda, la consecución, preparación y desarrollo de grandes lotes de tierra urbana, en los cuales la proliferación de unidades básicas de vivienda dará lugar al desarrollo autosostenido por los propios habitantes. Se aprovecharía así el enorme esfuerzo que tradicionalmente ellos invierten en construir poco a poco su casa, pero de una manera ordenada y con todos los servicios funcionales y comunitarios. Tres: recuperar la ciudad existente, para devolverle la calidad de vida, activa, continua y segura que pudo tener en otros tiempos. Y por fin, en cuarto lugar, otorgarle drásticamente a la infraestructura de vialidad y de transporte público el papel funcional primordial que debe tener en una ciudad que se quiera justa e igualitaria. Repetimos: estamos plenamente de acuerdo con estos cuatro criterios generales de acción de política urbana. A ellos también nosotros nos hemos referido muchas veces en esta página semanal. Percibimos que se están abriendo posibilidades concretas de que se asuman por parte de los organismos gubernamentales, y por ello nos sentimos animados de un positivo optimismo. Tal vez es únicamente en esta perspectiva donde discrepamos con el profesor Cilento. |
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