El esquema financiero aceptado en
todas las versiones de Ley de Política Habitacional y en la Ley de Vivienda y
Hábitat 2005 (LVH) es el siguiente: la vivienda tiene un precio derivado de su
costo más las utilidades para el empresario. Las condiciones de venta establecen
una cuota inicial, un plazo para el pago, cuotas mensuales para pago de capital
e intereses y a veces cuotas extraordinarias, lo cual es el esquema tradicional
de la banca hipotecaria.
La LVH fija los pagos de los beneficiarios entre
5% y 20 % de sus ingresos y en ningún caso la sumatoria de capital y pago de
intereses debe pasar del 20% . En el caso de la producción pública obviamente se
eliminan las utilidades y los intereses a las inversiones en
construcción.
Por supuesto, la Ley establece la posibilidad de subsidios
directos habitacionales, siguiendo la cartilla neoliberal de subsidiar la
demanda.
Este esquema es muy deficiente, excluyente y
paralizante.
Exige que todo crédito debe estar garantizado con una
hipoteca (Art. 158) que implica la propiedad de la tierra. Hasta la Ley del 2000
se preveían garantías de otro tipo. Excluye a una gran cantidad de familias por
no tener ingresos suficientes para los pagos mensuales, aun considerando los
subsidios, salvo que éstos sean totales.
Deficiente porque es incapaz de
establecer las condiciones para garantizar la producción del número de viviendas
necesarias. Ignorante porque a mediano plazo hace los costos de recuperación
mayores que lo que se recupera, al establecer cuotas con un tope y no considerar
la inflación. Paralizante porque no permite canalizar las iniciativas populares
a través de sistemas diferentes y condena al sector público a la
asfixia.
Se deben proponer sistemas flexibles que tomen en cuenta la
depreciación del valor adquisitivo de la moneda, los diferenciales entre la
inflación y las tasas de intereses, la problemática de la inestabilidad de los
ingresos de los beneficiarios, los gastos de recuperación de los créditos y la
posibilidad de la recuperación por y para la comunidad.
Se han dado
experiencias interesantes tales como la del Provis, dar la propiedad mediante el
pago de una inicial del 20%, y hay muchas otras por poner en práctica, por
ejemplo, dar cinco años para que la familia ahorre 30% del valor de la vivienda
y otorgar la propiedad por ese monto o entregar la propiedad a quienes
estuviesen al día en sus pagos al cabo de ocho
años.
Ojo con la cuarta, que está aquí todavía
El gran historiador francés
Braudel formuló la hipótesis de que la historia se desarrolla en tres capas
superpuestas. Simplificando mucho se diría que la superficial, la de los
acontecimientos, tiene ciclos cortos. La intermedia con ciclos largos, es la de
las mentalidades. La más profunda, la de las civilizaciones y las geografías,
tiene ciclos mucho más largos. Cuando se crean nuevos regímenes, siempre con
fuertes conflictos, se transforma la capa superficial, la de los
acontecimientos.
La capa intermedia sobrevive mucho más tiempo, hasta que
las mentalidades van cambiando.
El antiguo régimen tiene raíces profundas
y se cuela por mucho tiempo y en muy diversas formas en el nuevo
régimen.
En Venezuela estamos viviendo grandes cambios, se producen
grandes acontecimientos.
En el campo económico el sentido social en la
producción se está manifestando por muchas vías. En el campo de los servicios,
la salud, la educación y la alimentación, los logros positivos son evidentes y
siguen extendiéndose.
El gran rollo se ha dado en el campo de la vivienda
y el hábitat.
En la Asamblea se han aprobado algunas leyes evidentemente
inspiradas en el neoliberalismo, por la persistencia del antiguo régimen. Pero
afortunadamente casi todas han sido vetadas por el Presidente.
El caso
más conocido es el de la Ley de Hacienda Estadal y Municipal, que permitía
privatizar los recursos naturales y muchas otras cosas. Pero con la Ley del
Régimen Prestacional de Vivienda el umpire ponchó al Presidente con una bola muy
baja. Esta Ley, en muchos de sus principios, es la misma Ley neoliberal de
Política Habitacional de Caldera.
La nueva Ley (2005) sigue aplicando el
criterio que el FMI le impuso a CAP II de estimular y subsidiar la demanda. La
teoría era que al aumentar la demanda también aumentaría la oferta,
proliferarían las empresas productivas privadas compitiendo entre en sí, en base
a precios y calidad. Se impuso la política de subsidios directos a las familias
aumentando su capacidad de compra. Pero en 15 años la oferta no ha
cambiado.
Las empresas están fuertemente cartelizadas y no aumenta la
producción sino los precios.
Lo que ha pasado en el último año lo
evidencia. El ministro Montes y ahora Figueroa han centrado su esfuerzo en los
subsidios, créditos, tasas de interés y variables conexas y el resultado es que
los precios de las viviendas han aumentado brutalmente y la producción sigue en
su nivel histórico más bajo. Por esa vía el descalabro podría ser cada vez
mayor.
Afortunadamente hay indicios de cambios. La organización de
cooperativas de construcción, iniciada hace algunos meses, es muy
significativa.
Más importante todavía el anuncio del Presidente Chávez en
el evento Plan Casa Media, realizado en el Teresa Carreño el 9 de este
mes.
Chávez por fin dijo: “El Ministerio prevé la construcción de
urbanismos mediante un proyecto de crecimiento progresivo y un sistema de
autoconstrucción para financiar casas de 24, 40 y 59 mts2, sobre cimientos de 75
mts2. que permitirán ampliarlas a futuro”. (ÚN 10/11/05). Algunos
anuncios más de ese género y el problema podría comenzar a solucionarse
efectivamente.
Las empresas están fuertemente cartelizadas y no aumentan la producción sino los precios
Reflexión
¿Buhoneros en estilo colonial?
Al paso de una revolución,
especialmente cuando es popular y si es de verdad una revolución, de todo puede
ocurrir. Preparados todos para ello. Pero no implica que no tengamos que
discutir y señalar los disparates.
Todo lo contrario: de los
enfrentamientos de las ideas surge el momento y la oportunidad de la
creación.
Se acumulan y comparan experiencias y ahí es cuando se le
ofrecen oportunidades al gran reto de la experimentación social.
¿A qué
viene esto? Bueno, resulta que alguien (¿Barreto, Menéndez?) pretende montar
unos 300 kioscos en los alrededores de la Plaza Bolívar de la capital, con la
intención de 'armonizarlos' con el 'entorno colonial'. Ni hay entorno colonial,
ni tiene sentido tamaña tontería.
¿Kioscos en estilo colonial? Por
favor, ¡sindéresis! (como decían los
adecos). |
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