domingo, 24 de febrero de 2013

AyB 056 - 19 Octubre 2006

Ultimas Noticias | Jueves 19 de Octubre de 2006

Una de las nuevas bibliotecas públicas que se han construido en Bogotá
 

Alcaldes que han hecho historia

En la realidad democrática -cualquiera que sea, caso por caso, su definición o matiz político-, el papel de los alcaldes parece ser determinante para el destino de las ciudades que los eligen.
Si analizamos la historia de unas cuantas ciudades de nuestro continente, las más exitosas, las que han logrado inclusive recoger una cierta mitología de aciertos y hazañas, nos encontramos con un fenómeno, diremos que sociopolítico, de gran interés, digno de ser considerado más en detalle. Todas ellas han tenido un alcalde absolutamente 'personalizado' -esto es, dotado de un ideario propio, de un programa de trabajo y una personalidad bien definiday que con autoridad y eficiencia han conseguido darle a sus ciudades una mejor calidad de vida.
Veamos: en Brasil, Curitiba, y el alcalde (luego gobernador) Jaime Lerner; en Río de Janeiro, el alcalde Luiz Paulo Conde, y en Niteroi, el alcalde Joao Sampaio. En Colombia, Bogotá, y el alcalde Enrique Peñalosa. En Ecuador, Cuenca, y el alcalde Fernando Cordero. En Argentina, Córdoba, Miguel Ángel Roca, En Uruguay, Montevideo, primero Tabaré Vázquez y luego Mariano Arana. En Santiago de Chile, la experiencia valiosísima de Fernando Castillo. Y en La Habana, para su centro histórico, el 'zar' Eusebio Leal.
Quien más quien menos, casi todos arquitectos o cuasi-arquitectos.
¡Qué tal! Los méritos y los logros, para quien está enterado de la historia urbana de América latina, son evidentes: mejoras notables de infraestructura, transporte público, viviendas, adecentamiento y recuperación, mejores servicios, control de la economía informal, reducción de la criminalidad, incorporación de los barrios a la ciudad formal, reciclaje de desechos y basura, etc.
La lista es larga, y si la viéramos objetivamente, debería confirmarnos la idea de que no todo está perdido y que a pesar de las enormes injusticias económicas y del gran déficit moral, es posible realmente lograr un avance importante aun en los casos más desesperados. Para ello, ¿qué hace falta? Sería ingenuo o superficial señalar tan sólo un remedio. Las causas son tantas y muchos los puntos que deben ser tocados. Pero entre tantos señalamientos uno se destaca: el de la autoridad reconocida del alcalde: autoridad traducida en ideas, en proyectos, en honestidad y en capacidad de actuación.
Es por ello que estos alcaldes, en el mar de tropiezos, fracasos y decepciones pesimistas que afectan a nuestro urbanismo, quedan como ejemplos históricos de que sí se puede.
¿Habrá aquí alguna lección que aprender?

Piratería de gran altura


La globalización funciona a todos los niveles. Abarca todas las regiones geográficas y todas las empresas humanas. Hay que estar conscientes de ello: por más que hablemos de lo endógeno, allí afuera la globalización recorre como un vendaval todo el planeta, aplasta las diferencias e impone por todos los medios sus intereses, que en definitiva son los intereses de las grandes transnacionales.
No están exentos la construcción, el diseño y la arquitectura de semejante operación tentacular. La arquitectura globalizada también se ha transformado en una empresa multimillonaria. Arquitectos estrellas circulan por el mundo en sus aviones particulares, cayéndole encima a cuanto trabajo importante y jugoso pueden vislumbrar.
Los criterios que aplican en todas partes son siempre los mismos: el gigantismo, lo tecnológico de punta, la forma como espectáculo de circo. Apadrinados por los bancos y las grandes transnacionales y apoyados en su fama de eficiencia, recorren el mundo -incluyendo a nuestro país, por supuesto vendiendo sus diseños arquitectónicos como si fueran pociones milagrosas o productos de belleza.
Los acompañan infinitos catálogos de obras supuestamente famosas realizadas en breve tiempo y con gran éxito de público. Desde Pekín a París y desde Barcelona a San Carlos de Cojedes, siempre su imagen es de enviados del cielo para salvarnos de la mediocridad y la ineficiencia.
Y decimos San Carlos de Cojedes porque uno de estos mercaderes internacionales de la arquitectura, la 'firma de diseño' del español Ricardo Bofill ha olido la posibilidad de un nuevo aeropuerto para grandes aviones, justamente en Cojedes, y está ofreciendo sus servicios para la tarea.
A quienes defendemos la idea de que el diseño y la arquitectura no son sólo construcción mercantil y negocio, sino también y sobre todo responsabilidad social y construcción de cultura, nos parece vergonzoso que para una obra de esa trascendencia se piense entregarla a un figurón de esa trayectoria.
Los arquitectos venezolanos conocen el recorrido camaleónico de este neoclásico-hightech, siempre dispuesto a cualquier cosa, y saben a qué nos referimos. Es verdad que al calor de una economía creciente, estamos importando lo que sea y a cualquier precio. Tal vez se piense, donde se toman las grandes decisiones, que otro tanto puede hacerse también con los productos arquitectónicos. Nosotros no lo creemos. Y nos parece aberrante desde todo punto de vista, incluyendo en primer plano el político. Y si el conocimiento y el talento criollos se juzgan insuficientes, bueno, en tal caso conviene recordar que mejores y más calificados diseñadores a nivel internacional han proyectado grandes aeropuertos. Si se trata de eso, ¿por qué no llamar a concurso internacional, o a arquitectos de la talla de Renzo Piano, Richard Rogers, Norman Foster o Moneo?
Pero lo esencial es que otra vez parece que se pasa por encima de los valores nacionales y que se subordinan operaciones trascendentes al grave desconocimiento de quienes toman decisiones en nombre de todos.

En el frío del trópico


El Municipio Libertador está expropiando unos terrenos en la parroquia El Valle. Ahí, según se informa, se van a construir mil 500 viviendas en dos etapas. Construir viviendas es una emergencia nacional. Ninguna objeción, por lo tanto, siempre y cuando se proceda según las reglas. Pero resulta que según la misma información periodística, las casas o los edificios (de cuatro pisos), ¡serán de "tipo colonial" y tendrán aspecto europeo, "parecidos a las edificaciones de la Colonia Tovar" ¡Semejante barbaridad, atribuible únicamente a una soberana ignorancia (no sabemos de quién, si los arquitectos o los concejales) se merece un premio nacional al disparate. Cabe preguntarse si los responsables de esta tontería no se han dado cuenta de que vivimos en el trópico, en el siglo XXI y en América Latina, para mayor precisión.








 


Escriben los lectores 

 Guillermo A. Leiva, de la empresa chilena que suministró el kit de materiales para la construcción de las viviendas a las cuales nos referimos en nuestro artículo ¿Las Viviendas Dignas?, del 3/8/2006, nos informa sobre el sistema constructivo empleado tanto en Venezuela como en Cuba. Le agradecemos la información y declaramos nuestra absoluta y total conformidad con lo que él nos plantea:

"Para asumir la necesidad de viviendas que existe es necesario aplicar modernos sistemas constructivos que permitan no sólo la rápida ejecución de las obras sino también la versatilidad de los diseños arquitectónicos. Sin importar la procedencia del sistema constructivo, siempre hay que garantizar la calidad en cuanto a la resistencia y estética de las viviendas"... En lo que no estamos de acuerdo es poner como un buen ejemplo las viviendas construidas en el Núcleo de Desarrollo Endógeno Fundo Zamorano Miguel José Sanz, donde el diseño arquitectónico y el urbanístico son sumamente deficientes.
Las construcciones realizadas en Cuba demuestran, en cambio, que sí es posible un buen diseño con el mismo sistema.




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