jueves, 4 de abril de 2013

AyB 190 - 02 Julio 2009

AyB 190 - 02 Julio 2009

Ultimas Noticias | Jueves 02 de Julio de 2009


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com



 

¿SAMBIL SOCIALISTA EN LA CANDELARIA?


 
Al momento de escribir esta página desconocemos el avance de las decisiones sobre ese extraordinario centro comercial en Caracas ¿Por qué es extraordinario? Porque concibe los valores mercantiles y comerciales del sistema económico estadounidense que ha plagado al planeta y a Venezuela especialmente, y los plasma en una edificación con ciertas cualidades. Bien ubicado. Accesos fáciles. Estacionamiento generoso. Seguridad garantizada. Amplia gama de atracciones: servicios, bancos, cines, restaurantes, telefonías, ropas, zapaterías, lencerías, muebles, librerías, artículos deportivos, juegos y todo aquello necesario, superfluo o inútil. Los Sambiles son la óptima expresión de la ideología mercantil dominante. Actualmente se debate su destino en La Candelaria. Chávez ordena expropiarlo. El Alcalde negocia. La Jefa del Distrito Capital declara que Chávez quiere expropiarlo. Su futuro es dudoso. Desde esta página hemos dado algunas opciones y ahora, mientras se aclara el panorama, “innovaremos” para provocar un debate. Sugerimos nacionalizarlo y convertirlo en un Sambil Socialista. Si, así como se lee. Convertirlo en un centro socialista con algunas de las cualidades del construido y otras que reflejen a la nueva sociedad que queremos. Dentro de esta onda proponemos que se abran las fachadas en la planta baja (nivel calles) y crear una gran plaza techada para circular libremente por toda la manzana y realizar actividades culturales temporales. Abrir las fachadas en los pisos superiores que permitan observar la ciudad desde sus diversos espacios y que éstos se vean desde las adyacencias. Garantizar que el estacionamiento también preste servicio en las noches a las viviendas aledañas. Que el nuevo centro integral de servicios socialista opere 24 horas los 365 días al año. Incorporarle algunos nuevos usos de salud como CDI y SRI. Educativos como una avanzada biblioteca (24 horas) para estudiantes, investigadores, lectores en general, centros de cuidado de niños para que las madres dejen a sus hijos y puedan trabajar, Simoncitos. Cines donde se proyecten las películas venezolanas y de todo el mundo las 24 horas. Salas de teatro, música, con sus respectivas escuelas y salas de ensayo. Restaurantes de comidas típicas del país y del mundo, de cocineros gurmets como Sumito Estévez, comida rápida venezolana: areperas, cachaperas, chicharrones de El Junquito, chivo en coco. Manufactura y venta de productos artesanales e industriales de todo el país: de Magdaleno, Guadalupe, Tintorero, Boconó, Los Andes, Amazonas, Delta, Llanos. Artesanías o industrias de madera, barro, acero, plásticos, telas. Taquillas integradas para cancelar servicios de agua, electricidad, gas, teléfonos, celulares, de cualquier sitio del país. Servicios de la banca pública integrada. Salas de conferencias. Centros comunitarios. Escuelas de formación de cuadros comunitarios. Infocentros. Exposiciones culturales, industriales, artesanales. En fin, convertir al Sambil en un gran centro urbano de servicios educativos, culturales, de salud, de alimentación, recreativo, con un nuevo enfoque. Eso si, con eficiente administración, reglas de juego para operar y un avanzado sistema de mantenimiento. Para pensarlo ¿No?
 
 

 Razones de un fracaso y el reto que enfrentamos

En los países del socialismo real, el del siglo XX, con el estalinismo, hubo toda clase de distorsiones, desde el secuestro de la voluntad democrática, hasta la celebración absurda e idiotizante del poder del partido y del dictador, que se asumieron como únicos representantes de los intereses del pueblo. En el campo de la vivienda, los resultados en términos de participación y calidad fueron lamentables. Por toda la Unión Soviética se repitieron enormes cantidades de horrendas construcciones, sin alma ni sentido de comunidad ni de respeto ambiental. Las expectativas iniciales de una modernidad socialista urbana se hundieron en la pobreza de la burocracia, atenta a las metas cuantitativas. Miles y miles de viviendas. Pero ningún acercamiento a lo que podría ser una nueva ciudad socialista, hermosa y justa, ejemplo de lo que puede el hombre cuando no está sometido a las redes del capital.

Fracaso completo. Limpieza y seguridad no son suficientes. Una lección histórica de los peligros que acechan a la utopía cuando no está acompañada por la democracia y la libertad.
En el capitalismo corregido por una política socialdemócrata, ha habido ejemplos dignos de estudio. Pero ciertamente no ha sido así en nuestro subdesarrollo, distorsionado, dependiente y, en el caso de Venezuela, fuertemente condicionado por la cultura rentista. La dura realidad está a la vista. Ahí está la herencia de décadas de rentismo oligárquico y la inmensa cantidad de ranchos en nuestras ciudades. Y las soluciones a este gravísimo trauma urbano, las que se pusieron en juego durante la dictadura perezjimenista y el período de la cuarta república, no pudieron sino restañar las heridas del drama de los barrios, aceptando que frente al desastre de los cinturones de pobreza, lo único era apelar a una inversión económica resumida en números, pero jamás en verdadera calidad de vida, a la altura, como debe ser, de la justicia social y de la equidad urbana.
Nos hallamos, ahora, frente a otra realidad política que está marchando hacia una estructura social de respeto por la dignidad humana y de rechazo tanto a la ley de la selva, como principio de competición social, como al criterio de la vivienda popular sometida también a los condicionantes del mercado.

En esta coyuntura de transición de un sistema a otro, con la vista y el corazón puestos en la posibilidad concreta de lograr un nuevo sentido urbano (en especial para las clases que nunca lo han tenido, para ese 50% que vive en barrios "marginales"), debemos preguntarnos si es posible también superar esta especie de condena que acompaña al pecado histórico del subdesarrollo. Lograr un espacio digno y justo significa dejar de multiplicar por mil las casitas anónimas, mal diseñadas y peor construidas, regadas por esas periferias sin sentido de urbanismo moderno ni de comunidad, con las cuales se trata de dar cumplimiento únicamente (otra vez) a las metas numéricas y con las cuales nunca se hace ciudad, pero sí se enriquecen los nuevos arribistas "bolivarianos".
Si no nos convencemos que el enfoque únicamente numérico y cuantitativo de la vivienda de interés social conduce inevitablemente al fracaso social y político; que un sólido programa de vivienda, además de un programa financiero sensato, debe incorporar como eje primario la calidad socialista, en todos los aspectos y todos los niveles; que el buen diseño urbano y arquitectónico es esencial para la calidad de vida social y para el respeto que le debemos a la utopía socialista (la vida urbana socialista debe ser inmensamente mejor que la vida urbana actual, si no vale la pena luchar por ella); si no entendemos políticamente que nos estamos jugando en esto una promesa vital gigantesca, nos la veremos con un tremendo fracaso y no tendremos con qué dar la cara frente a la responsabilidad histórica que le debemos al país.

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