DOS DECISIONES
Sin duda el impacto de las lluvias fue de enormes proporciones. Tanto en los daños físicos al territorio y a las infraestructuras construidas como a cientos de miles de personas. La naturaleza reclamó respeto y nos recordó, una vez más, que debemos considerarla y prever su comportamiento. Durante siglos la hemos vejado y se las cobra periódicamente.
La respuesta pública, a pesar de errores e imprevisiones,
ha superado las expectativas tradicionales sobre lo que las mayorías esperan de
sus gobiernos. Jamás habíamos visto el grado de compromiso del sector oficial
con la población. No cejaremos en reiterar que en esta oportunidad se han
tomado dos decisiones de alcance nacional, que rompen los paradigmas de
respuesta ante un evento natural de magnitud importante.
La primera acción fue la de, además de priorizar salvar
vidas, alojar a los damnificados en condiciones mínimas de seguridad en todo
sentido. Cientos de miles de personas, han sido alojadas provisionalmente, por
un período de casi dos años, en lugares con grados variables pero más que satisfactorios
de seguridad y comodidad. En los cuales, en estos momentos, se garantiza
oportuna y adecuadamente a esas miles de familias, la alimentación, la salud,
reiniciar los estudios, recuperar sus empleos, entre otras necesidades básicas.
Tener como alojamiento a hoteles, empresas y edificaciones públicas,
instalaciones deportivas, educativas y culturales, cuarteles militares, incluso
el palacio del gobierno nacional, es una medida inaudita. Es una decisión que
repercutirá, en la cultura ideológica y política del país.
La segunda decisión, más impactante que la primera, es la
de establecer como premisa para la reconstrucción, que ninguna familia
regresará a sus viviendas y sectores, que hayan sido destruidos por las lluvias
o estén en zonas de alto riesgo. Ojala que todos los miembros del gobierno, de
alto rango o de menor rango, los militantes del PSUV, los colaboradores
públicos y las organizaciones comunitarias, entiendan que el presidente, con
esta decisión, puso a la gestión de gobierno, en la máxima tensión posible,
hasta tal punto, que el futuro del proceso político, está hoy, en manos de la
capacidad de respuesta de su gobierno.
Un amigo de estos escribidores, el arquitecto Alejandro
Galbe, ya fallecido y quien fuera docente de diseño arquitectónico en la
facultad de Arquitectura de la UCV, ante la presencia de un proyecto presentado
por un estudiante y que él, nuestro amigo, tenía enormes dudas sobre el mismo,
nos comentaba: “…este proyecto tiene veinte o tiene cero…”, no había opciones
intermedias tipo 15 ó 12.
Así creemos que se encuentra la gestión revolucionaria, que
se la jugó completica ante las lluvias y puso el juego en tres y dos en el
último inning (sólo dos años ante las próximas elecciones). La hasta ahora
ineficiencia para atender y aminorar las necesidades de vivienda, equipamientos
y servicios, para las mayorías del país, tiene que dar un vuelco radical, no de
360º sino de mil grados. En ese contexto es que nos encontramos. ¿Se tendrá
conciencia de la realidad creada en el país como consecuencia de estas
decisiones? 0 corre o se encarama, dice un viejo y popular refrán venezolano.
COMO AFRONTAR EL
DESPUÉS
Los objetivos son la gente, el territorio, las ciudades,
la calidad de vida integral. La vivienda es sólo un medio para contribuir con
esos objetivos mayores. Por eso, la meta es rehacer a un país y garantizar la
vida y el bienestar de la población. Lo importante no es construir viviendas en
sí mismo y donde sea.
¿Por dónde empezar? Por designar a un ministro especial
para la reconstrucción del país. Con talento visible. Eficiencia demostrada. Capacidad
de conformar equipos, integrar y seleccionar a los mejores. En fin, con
liderazgo para dirigir un proceso profundo y largo de recomposición de la
planificación y desarrollo del territorio y de las ciudades en particular.
Hay que entender al país como un todo en sí mismo y en
sus relaciones con el resto del mundo. El territorio nacional debe rediseñarse,
transformarse y ocuparse de una manera bastante diferente a su realidad actual.
Debe cumplir con nuevos criterios ambientales, sociales, productivos, físicos,
políticos, institucionales y por supuesto ideológicos. Es decir, la
transformación deseada es profunda y amplia. Debe responder a una nueva visión
ideológica del desarrollo, lo cual la hace aún más compleja. Por eso, la
reconstrucción debe ser muy certera, planificada y acelerada según las
posibilidades y conveniencias.
Enfatizaremos el ámbito urbano en esta oportunidad. ¿Qué
aspectos de las ciudades tienen prioridad? Aunque la vivienda es una meta
necesaria y de corto alcance, al menos en un número importante en año y medio,
hay otros aspectos que sin ellos la vivienda es incompleta o hasta inútil. Nos
referimos a la infraestructura, a los equipamientos y a los servicios.
A la hora de rehacer Caracas, por ejemplo, entre otros
asuntos, debe basarse cualquier acción de reconstrucción en la formulación de
un mínimo plan de desarrollo urbano. Una vez acordados las premisas, enfoques y
estrategias de ese plan, la movilidad urbana es crucial por ser el elemento
estructurante y vinculante de los diferentes sectores de la ciudad entre sí y
con el resto del país. Por eso los medios de transporte y las vialidades (y
drenajes) requeridas por esas modalidades son una de las principales y primeras
acciones a decidir y llevar a la práctica.
Simultáneamente, dada la vulnerabilidad de la ciudad, debe
decidirse sobre las grandes obras de infraestructura para estabilizar y
proteger a las áreas ya desarrolladas y estables como a los nuevos sectores a
desarrollar. Esto es particularmente importante en los barrios existentes que
pueden habilitarse por tener buenas condiciones geológicas y geotécnicas.
En tercer lugar, deben proveerse en cantidad y calidad,
las instalaciones y edificaciones para salud, educación, cultura, deportes,
recreación, distribución y comercialización de productos básicos, parques, etc.
En cuarto lugar, igual debe procederse con los servicios y dotaciones de agua
potable, aguas de lluvias y servidas, energía (electricidad, gas), desechos
sólidos, entre otros.
Una vez atendidos y planificados estos aspectos, la
vivienda pasa a ser una de las prioridades. Para ello hay que estimular las
capacidades nacionales en cuanto al diseño, a la producción de sistemas
constructivos, componentes y materiales de construcción, a la innovación en los
procesos industriales, productivos y constructivos para simplificar y acelerar
los tiempos de ejecución, entre otros. Esto tiene un impacto a mediano plazo en
el desarrollo productivo e industrial del país.
Por eso la ayuda externa debe insertarse bajo una visión
de desarrollo endógeno para que no sea sólo una importación coyuntural de
tecnologías y de posibles “negocios” para empresas extranjeras.
Hay mucho más que reflexionar y aportar, continuaremos en
próximas páginas, por ejemplo, sobre la propuesta de subir la cota de la falda
norte del Wuarairarepano.
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