martes, 9 de abril de 2013

AyB 216 - 08 Abril 2010

AyB 216 - 08 Abril 2010

Alejandro López y Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

LA VIVIENDA ES COMO EL CEPILLO DE DIENTES


 
Perplejidad pura al leer las ideas sobre la propiedad que tiene el político Julio Borges quiebra lanzas para que “tú puedas ser dueño… una sociedad donde todos seamos propietarios: de la tierra, de nuestra casa, de las empresas públicas, del petróleo… creo en la propiedad para ti…” (ÚN 04-04-10). Resalta la individualización absoluta de la propiedad, olvidando, quizás supinamente, otras modalidades de propiedad. Todo parece indicar que el trasfondo de su posición es contradecir el enfoque actual del gobierno revolucionario. Esto parece evidente cuando escribe: ”… se ha proclamado marxista y está llevando un ataque feroz contra la propiedad… Chávez cree en una Venezuela donde ni tú ni nadie es dueño de nada. Sólo el Gobierno. Su visión es eliminar la propiedad… cree en la propiedad para él…” (?). Apartando la lucha política en que se mueve, sería conveniente que Borges revisara sus ideas. Por ejemplo, sabrá lo que implica atomizar la propiedad de la vivienda en las zonas de barrios donde los espacios de una vivienda se “montan” sobre los de otra. Pero más importante aún, sabrá lo que significa habilitar barrios, reubicar familias, crear áreas comunes, parques, módulos de Barrio Adentro, casas comunales, hacer vías de acceso y un largo etc., con infinidad de propietarios, cada uno velando por lo suyo y no por lo colectivo. La idea de atomizar la propiedad, en la ciudad, atenta contra el reordenamiento urbano que requiere integración de lotes para los equipamientos, servicios y viviendas colectivas. Se debería asesorar mejor y razonar lo que plantea. Pero bueno, al menos tiene propuestas, aunque sean un disparate, porque la carencia de ellas por los políticos oposicionistas es inaudita. Disparate porque pensar que la propiedad debe ser sólo individual en todas sus posibilidades es confundir la tierra, la vivienda, la fábrica o el petróleo, con un cepillo de dientes.
 
Deben coexistir la propiedad familiar y la comunitaria. Cortesía JVGómez Gómez 2009
 
 

Tinieblas


Cuando se escriba la historia natural y moral de la revolución bolivariana, sus redactores tropezarán con tantas dificultades como las tuvieron los vetustos historiadores de Indias, los célebres Mártir de Anglería, Fernández de Oviedo y tantos otros. Tendrán que hurgar en un mar de anécdotas, calumnias, recuerdos, chismes, opiniones, versiones, relatos, cuentos y sueños para tratar de encontrar los hechos verdaderos. Porque no se conservará información verdadera, oportuna y objetiva sobre el período.

En nuestro tiempo su representación histórica tiende a crear una imagen fantasmagórica, alucinante, caleidoscópica, espectral. Pero en Venezuela esta característica es dominante, obsesiva, invasora. Un ejemplo maravilloso lo encontramos en nuestro campo: la vivienda, el desarrollo urbano, el hábitat.

Es y será imposible establecer series estadísticas históricas de cuántas casas y cuántos apartamentos se construyeron, cuántas hectáreas fueron arrasadas por las invasiones, cuántos edificios nobles y normales para la educación y la salud se hicieron y cuántos desaparecieron en el abandono y la mugre. Cuántas familias lograron mejorar sus viviendas. Cómo eran las edificaciones, con qué prácticas se construía, cómo interactuaban con el calor y la lluvia.

En fin, cómo era el ambiente construido y cómo era la vida en ese ambiente. Sólo será posible disponer del falso mundo ofrecido por los medios de comunicación que antes describimos. Días atrás, según informaciones de la Cámara de la Construcción, en septiembre la empresa privada tenía 98.246 viviendas en construcción, pero en diciembre sólo había 81.000. No fue que se terminaron 17.246, sino que desaparecieron.

En 2010 dicen que la plata disponible garantiza que se realicen 70.000 soluciones de las cuales 26.000 serían del sector público. ¿Son nuevas o las que estaban en construcción? ¿Incluyen las que se iniciaron en 2002? Nadie lo sabe ni lo sabrá nunca. Las cifras de las memorias ministeriales nadie puede comprobarlas. Se creen o no se creen. Todavía retumba la frase de un ex ministro: "Se harán tantas casas como se puedan hacer". Y a ti, contralor social, ¿qué te importa?

 

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