viernes, 12 de abril de 2013

AyB 235 - 19 Agosto 2010

AyB 235 - 19 Agosto 2010


 

DEPORTE CONTRA DELINCUENCIA

 

Se dice que entre los jóvenes la tasa de desempleo anda por el 20 %. También que en gran parte de los actos de violencia que terminan con delitos y muerte los protagonistas son jóvenes. Es un lugar común considerar el ocio juvenil como fuente de toda clase de problemas: el embarazo prematuro, la droga, la vagancia, la delincuencia. El tiempo ocioso pareciera que siempre busca como emplearse en las más negativas prácticas. Pero esto sucede porque la sociedad no le ofrece otras alternativas. Una de ella podría ser la posibilidad de practicar el deporte. De manera masiva, fácil, accesible.

Uno de las grandes carencias de Caracas son los campos deportivos para que jóvenes y adultos practiquen activamente, como sujetos protagonistas, el deporte. En Caracas prácticamente no existen y los pocos que hay son excluyentes para la inmensa mayoría de la población. Los muchachos buscan el más mínimo resquicio para hacer actividad física. Una calle de poco tráfico, un pedazo abandonado de plaza, alguna micro canchita resultante de un sobrante de obra pública. Pero no hay oportunidades para una actividad regular, organizada, sana, solidaria, socializante y socialista. Nadie niega la inmensa utilidad de los campos deportivos pero no hay un programa de gran escala para que existan suficientes para la totalidad de la población, especialmente de los jóvenes. En Venezuela se han hecho importantes esfuerzos para mejorar la calidad de nuestros atletas y se han logrado resultados importantes, como las numerosas victorias internacionales. Pero esos esfuerzos no están orientados a una masificación de la actividad deportiva. Hace algún tiempo planteamos la pregunta: ¿Por qué no 100 campos deportivos para Caracas? Uno para cada 6.000 muchachos, relativamente cercanos a sus viviendas. No es un índice óptimo, pero es posible física y económicamente construir 100 campos en Caracas. Además de constituirse en centros de solidaridad social y construcción del socialismo pueden tener muchísimos usos complementarios. En el caso que ojala nunca ocurriera de un terremoto son refugios disponibles para albergar a muchos miles de damnificados. ¿Qué se requiere? La inversión sería perfectamente factible. Estaría en el orden de los 32 millones de bolívares fuertes cada campo, incluyendo expropiaciones y construcciones, 3.200 millones de bolívares fuertes, en total. La ejecución, con resultados progresivos podría tardar 5 años. 640 millones por año. Algo posible, con cierto esfuerzo, comparado con lo que gasta el país en otros rubros. Por ejemplo los estadios de la pasada Copa América costaron 2.000 millones (a precios actuales) y son sólo un escenario, magnífico es verdad, para el deporte-espectáculo, deporte-entretenimiento, deporte-negocio. Ingrediente necesario para el funcionamiento social de acuerdo a la estructura global imperante pero donde no hay participación popular masiva activa. Allí se ve a otros, a los grandes atletas, que hacen deporte. No son sitios para el deporte masivo. De hecho, en la actualidad hay algunos que prácticamente están muy subocupados. Los campos son técnicamente obras poco complicadas que se han construido y pueden construirse en el país en forma rápida y eficiente. Como existiría un campo para cada 10 consejos comunales es fácil para éstos organizar el mantenimiento y el uso para darles continua cabida a todos sus integrantes. Las expropiaciones serían poco complicadas porque hay numerosas manzanas “blandas” en Caracas y hay organismos, como el Metro, con notable experiencia en esa actividad. Habría que crear una autoridad única, manejada por profesionales honestos y de alto nivel gerencial y técnico, con sentido creativo e imaginativo de la programación. Habría que hacer un gran escuerzo, pero vale la pena, para emprender esta tarea que podría resultar en transformaciones sociales de gran alcance. La juventud actual y futura de Caracas estará por siempre agradecida.

Estadio de Vargas. Aceras y Brocales


Autobuses SITSSA

 
La empresa de estos autobuses llamó a ÚN para averiguar sobre la foto que publicamos la semana pasada. Felicitaciones por la rápida respuesta y acción contra aquella imprudencia. Muy bien que sancionen al conductor. Muy bien que el viernes pasado en VTV el Director Nacional de Tránsito se refirió a la necesidad de controlar la velocidad de los “bólidos”. Ojala no sean operativos (temporales) sino procedimientos normales y permanentes. Pero debe haber una política, un procedimiento, insertado hasta los tuétanos en la empresa SITSSA y en todas las autobuseras públicas y privadas, que le haga seguimiento y control a la velocidad de sus unidades en todos los terminales de salida y de llegada. Debe controlarse la hora de salida y confrontarla con la de llegada al destino, y si ese tiempo es menor al programado, deben tomarse las medidas adecuadas. Ante la reincidencia, medidas muy severas. La administración de un servicio es compleja y sus componentes deben ser estrictamente aplicados y controlados, para garantizar, siempre, un servicio eficiente, cómodo y seguro de transporte público o privado.
 

Contrato social

 
Sobre la ciudad y la vivienda necesitamos un acuerdo mínimo que garantice recorrer el sendero correcto hacia la satisfacción progresiva y sustentable, de las necesidades y aspiraciones relacionadas con la vida urbana y con la vivienda.

Por ejemplo, un acuerdo sobre políticas que prevengan la construcción de barrios y ranchos. Que se adelanten a las invasiones. Para ello se imponen estrategias y planes de urbanización masiva y viviendas de construcción y crecimiento progresivo, para atender a mayor población que la que actualmente se atiende con las llamadas “viviendas dignas” de 70 m2.

Otro ejemplo, borrar de las estrategias con los barrios, ocuparse de aquello que la gente puede hacer por sí misma: las casas. El gobierno debe atender lo que la población no puede y que es prioritario, complejo y costoso (física y económicamente), como accesos, vialidad, transporte, equipamientos y redes de servicios. No más un solo proyecto de pintar y embellecer casas. Dejarle eso a la gente. Asumir decididamente la construcción de calles, escuelas, bibliotecas, abastos, ambulatorios, parques, agua, cloacas, luz, gas, teléfonos.

Con sólo ponernos de acuerdo en esos dos aspectos determinantes, en un gran contrato socialista sobre lo urbano y la vivienda, las políticas, programas y proyectos del gobierno, iniciarían un sólido y seguro avance hacia la real y efectiva atención de estas necesidades. Bien vale la pena repensar estas dos estrategias.


Intervención en barrio de Medellín. Aceras y Brocales

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