DEPORTE CONTRA DELINCUENCIA
Se dice que entre los jóvenes la tasa de
desempleo anda por el 20 %. También que en gran parte de los actos de violencia
que terminan con delitos y muerte los protagonistas son jóvenes. Es un lugar
común considerar el ocio juvenil como fuente de toda clase de problemas: el
embarazo prematuro, la droga, la vagancia, la delincuencia. El
tiempo ocioso pareciera que siempre busca como emplearse en las más negativas
prácticas. Pero esto sucede porque la sociedad no le ofrece otras alternativas.
Una de ella podría ser la posibilidad de practicar el deporte. De manera
masiva, fácil, accesible.
Uno de las grandes carencias de Caracas son
los campos deportivos para que jóvenes y adultos practiquen activamente, como
sujetos protagonistas, el deporte. En Caracas prácticamente no existen y los
pocos que hay son excluyentes para la inmensa mayoría de la población. Los
muchachos buscan el más mínimo resquicio para hacer actividad física. Una calle
de poco tráfico, un pedazo abandonado de plaza, alguna micro canchita
resultante de un sobrante de obra pública. Pero no hay oportunidades para una
actividad regular, organizada, sana, solidaria, socializante y socialista.
Nadie niega la inmensa utilidad de los campos deportivos pero no hay un programa
de gran escala para que existan suficientes para la totalidad de la población,
especialmente de los jóvenes. En Venezuela se han hecho importantes esfuerzos
para mejorar la calidad de nuestros atletas y se han logrado resultados
importantes, como las numerosas victorias internacionales. Pero esos esfuerzos
no están orientados a una masificación de la actividad deportiva. Hace algún
tiempo planteamos la pregunta: ¿Por qué no 100 campos deportivos para Caracas?
Uno para cada 6.000 muchachos, relativamente cercanos a sus viviendas. No es un
índice óptimo, pero es posible física y económicamente construir 100 campos en
Caracas. Además de constituirse en centros de solidaridad social y construcción
del socialismo pueden tener muchísimos usos complementarios. En el caso que
ojala nunca ocurriera de un terremoto son refugios disponibles para albergar a
muchos miles de damnificados. ¿Qué se requiere? La inversión sería
perfectamente factible. Estaría en el orden de los 32 millones de bolívares
fuertes cada campo, incluyendo expropiaciones y construcciones, 3.200 millones
de bolívares fuertes, en total. La ejecución, con resultados progresivos podría
tardar 5 años. 640 millones por año. Algo posible, con cierto esfuerzo,
comparado con lo que gasta el país en otros rubros. Por ejemplo los estadios de
la pasada Copa
América costaron 2.000 millones (a precios actuales) y son
sólo un escenario, magnífico es verdad, para el deporte-espectáculo,
deporte-entretenimiento, deporte-negocio. Ingrediente necesario para el funcionamiento
social de acuerdo a la estructura global imperante pero donde no hay
participación popular masiva activa. Allí se ve a otros, a los grandes atletas,
que hacen deporte. No son sitios para el deporte masivo. De hecho, en la
actualidad hay algunos que prácticamente están muy subocupados. Los campos son
técnicamente obras poco complicadas que se han construido y pueden construirse
en el país en forma rápida y eficiente. Como existiría un campo para cada 10
consejos comunales es fácil para éstos organizar el mantenimiento y el uso para
darles continua cabida a todos sus integrantes. Las expropiaciones serían poco
complicadas porque hay numerosas manzanas “blandas” en Caracas y hay
organismos, como el Metro, con notable experiencia en esa actividad. Habría que
crear una autoridad única, manejada por profesionales honestos y de alto nivel
gerencial y técnico, con sentido creativo e imaginativo de la programación. Habría
que hacer un gran escuerzo, pero vale la pena, para emprender esta tarea que
podría resultar en transformaciones sociales de gran alcance. La juventud
actual y futura de Caracas estará por siempre agradecida.
Estadio de Vargas. Aceras y Brocales |
Autobuses SITSSA
La empresa de estos autobuses llamó a ÚN para averiguar sobre la foto que publicamos
la semana pasada. Felicitaciones por la rápida respuesta y acción contra
aquella imprudencia. Muy bien que sancionen al conductor. Muy bien que el
viernes pasado en VTV el Director Nacional
de Tránsito se refirió a la necesidad de controlar la velocidad de los “bólidos”.
Ojala no sean operativos (temporales) sino procedimientos normales y permanentes.
Pero debe haber una política, un procedimiento, insertado hasta los tuétanos en
la empresa SITSSA
y en todas las autobuseras públicas y privadas, que le haga seguimiento y
control a la velocidad de sus unidades en todos los terminales de salida y de
llegada. Debe controlarse la hora de salida y confrontarla con la de llegada al
destino, y si ese tiempo es menor al programado, deben tomarse las medidas
adecuadas. Ante la reincidencia, medidas muy severas. La administración de un
servicio es compleja y sus componentes deben ser estrictamente aplicados y
controlados, para garantizar, siempre, un servicio eficiente, cómodo y seguro de
transporte público o privado.
Contrato social
Sobre la ciudad y la vivienda necesitamos un
acuerdo mínimo que garantice recorrer el sendero correcto hacia la satisfacción
progresiva y sustentable, de las necesidades y aspiraciones relacionadas con la
vida urbana y con la vivienda.
Por ejemplo, un acuerdo sobre políticas que
prevengan la construcción de barrios y ranchos. Que se adelanten a las
invasiones. Para ello se imponen estrategias y planes de urbanización masiva y
viviendas de construcción y crecimiento progresivo, para atender a mayor
población que la que actualmente se atiende con las llamadas “viviendas dignas”
de 70 m2.
Otro ejemplo, borrar de las estrategias con
los barrios, ocuparse de aquello que la gente puede hacer por sí misma: las
casas. El gobierno debe atender lo que la población no puede y que es
prioritario, complejo y costoso (física y económicamente), como accesos,
vialidad, transporte, equipamientos y redes de servicios. No más un solo
proyecto de pintar y embellecer casas. Dejarle eso a la gente. Asumir
decididamente la construcción de calles, escuelas, bibliotecas, abastos,
ambulatorios, parques, agua, cloacas, luz, gas, teléfonos.
Con sólo ponernos de acuerdo en esos dos
aspectos determinantes, en un gran contrato socialista sobre lo urbano y la
vivienda, las políticas, programas y proyectos del gobierno, iniciarían un
sólido y seguro avance hacia la real y efectiva atención de estas necesidades. Bien
vale la pena repensar estas dos estrategias.
Intervención en barrio de Medellín. Aceras y Brocales |
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