martes, 9 de abril de 2013

AyB 214 - 18 Marzo 2010

AyB 214 - 18 Marzo 2010

Alejandro López y Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

TRISTES ESTADÍSTICAS

 

La proyección del INE de la población de Venezuela para 2010 es de 28.833.845 habitantes. En el penúltimo Censo, el de 1990, éramos 19.734.723. En 20 años crecimos 9.100.000 y unas 455.000 personas por año. Entre 1990 y 2000 se construyeron con permisos, cálculos, etc. es decir formalmente unas 660.00 viviendas, y entre 2001 y 2010 a unas 500.000 viviendas aproximadamente. Nadie sabe cuantas son en verdad. Más o menos 1.160.000 viviendas en 20 años. La gente por su cuenta, el llamado sector informal, construyó en los barrios unas 2.100.000 viviendas, casi el doble.
 

Si estas tendencias se mantienen, bajando bastante la tasa de natalidad, dentro de 20 años la población será de 37.400.000 y se habrán construido 2.900.000 viviendas, de ellas 900.000 formalmente y 2.000.000 en nuevos barrios. En 1990 se estimaba que 10 millones de venezolanos, el 50 % de la población, vivía en barrios.
 

En 2030 vivirán en barrios 23 millones de personas y en zonas formales 14 millones. Nótese que en las zonas formales están incluidas las viviendas y urbanizaciones construidas por el gobierno. Los barrios son barrios: mucha dificultad de acceso, muy poca agua potable, poquísimas cloacas, drenajes sólo los naturales. Casi sin escuelas, nada de campos deportivos, muy pocos centros asistenciales y de abastecimiento, etc.,etc.,etc. La propia sucursal del Infierno. Este tétrico panorama no incluye las grandes catástrofes naturales.
 

La imagen que está construida en la mente de la vanguardia revolucionaria es otra. Totalmente otra. Es un mundo donde la calidad de vida ha crecido extraordinariamente, donde las necesidades materiales están básicamente satisfechas, la sociedad es solidaria, fraternal, el espíritu y el cuerpo se regocijan con las propias creaciones y las de su civilización. Es una imagen estupenda, magnífica.
 

Pero la realidad se encarga de demostrar que las buenas intenciones no bastan, son sólo piedras del camino a las tinieblas. Es necesario enfrentarse con la realidad, la difícil realidad, la complejísima realidad. Las políticas de vivienda y hábitat actuales están disociadas de la realidad. Hay que modificarlas radicalmente y cuanto antes mejor.
 

Un último comentario es sobre la visión angelicalmente ingenua del dirigente de oposición Julio Borges sobre el problema de la vivienda, en Ultimas Noticias del 14.3.10. El único problema que ve es el del financiamiento. Dar subsidios, bajar los intereses y ya, por arte de magia, la cuestión se resuelve, todo el mundo puede comprar una casa. En el fondo no es por arte de magia sino por arte del mercado. Aumentando la capacidad de pago de la demanda el sector privado es capaz de aumentar su producción y llegar a las metas necesarias.
 

Esto no es así, en la producción de la vivienda y del hábitat influyen infinidad de factores técnicos, económicos, políticos, sociales y culturales que van mucho más allá de manipular una ingeniería financiera de mala muerte. Es una proposición de una superficialidad sorprendente.

 

¿QUE PASARÍA?



Si cada barrio y urbanización popular tuviera la asistencia de un equipo de arquitectos e ingenieros con la finalidad de evaluar la situación existente de accesibilidad, servicios, equipamientos y capacidad de respuestas ante amenazas sísmicas y deslaves de cada sector y de sus habitantes.

Si fueran eliminados todos los “burros” o “policías acostados”, todos toditos, y fueran sustituidos por una eficiente administración de tráfico y elementos inteligentes de diseño urbano que contribuyen con la reducción de velocidad.

Si todos los que viajamos por tierra por el país somos atendidos con amabilidad, solidaridad y apoyo por los funcionarios en las alcabalas y no matraqueados como se está generalizando.

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