Alejandro López - Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com
¡TIERRA!
1 No es para recordar
el malhadado grito de Rodrigo de Triana que fue el clarín de partida para la
masacre de millones de indígenas y saciar la voracidad de oro del imperio
español. Ni tampoco para ensalzar los gritos de alegría de los exploradores del
INTI cuando descubren un latifundio improductivo. No. Se trata simplemente de
recordar al indispensable ingrediente sobre el cual se construye la vida del hombre
y cada una de las obras necesarias para su sobrevivencia. La tierra es única.
Cada metro cuadrado es distinto de cualquier otro metro cuadrado sobre el
planeta. Sin embargo es generalmente olvidada, maltratada, ignorada,
contaminada, volviéndose cada vez más un recipiente de desechos y destrozos.
Inclusive los ambientalistas y los ecólogos muestran poca deferencia ante su
grandeza y es lo último que se menciona después del aire, el agua, los árboles,
los animalitos. Son pocos los planificadores y urbanistas y casi ninguno de los
constructores los que piensan en ella en sí.
2 Esta situación, en
nuestro planeta, nuestro país y especialmente nuestras ciudades se ha venido
deteriorando. Se ha impuesto el no ser. En la tan vilipendiada modernidad, la
odiada modernidad, sin embargo, la tierra, especialmente en el espíritu de sus
planificadores más ilustres, era la primera preocupación. Cuidarla, vivirla,
conservarla, enriquecerla para bien y solaz de la humanidad. Se
trataba de una utopía, pero que dio sus señales de vida en algunos hechos.
3 Cuando la
planificación pasó a ser el pensamiento rector de la actuación socialista, no
sólo en la Unión Soviética
sino en las auténticas socialdemocracias, la planificación del territorio
conoció su momento de auge, después sumergido por el pantano del posmodernismo.
Un postulado perverso de esta ideología es suponer que la ciudad debe ser,
igual que la economía, un mercado libre, que cada quien haga lo que le venga en
gana y pueda hacer, y que espontáneamente, por si solos, surgirán los nodos,
los focos, las articulaciones, la coherencia espacial. Los grandes símbolos
puntuales, la arquitectura icónica, aislada de su entorno, tendrá fuerza
suficiente para esa tarea. De hecho, la dura realidad demuestra que no es así.
La entropía nos invade, crece, nos ahoga. El desorden total nos paralizará. Las
grandes ciudades asiáticas y latinoamericanas son la antesala del infierno.
¿Cuál es la actualidad y el futuro de Venezuela en este ámbito?
4 Tras años sin
legislación sobre la planificación del territorio, en 1987 se aprobó la
Ley Orgánica de Ordenación Urbanística. En
2005 se aprobó una nueva Ley Orgánica para la Planificación y
Gestión de la Ordenación
del Territorio pero nunca entró en vigor y fue derogada por lo que seguimos
funcionando con la antigua legislación. El MINDUR tuvo a su cargo la
elaboración de los Planes de Ordenamiento Urbano (POU) y los Concejos
Municipales la de los Planes de Desarrollo Urbano Local (PDUL). En la década
siguiente se elaboraron muchos POU y casi ningún PDUL. Los POU hacían
proyecciones de población a 20 años y estimaban las áreas necesarias para las
diversas zonas residenciales, industriales, vialidad, grandes establecimientos,
todo lo que la población urbana podía requerir, lo cual quedaba dentro de un perímetro
urbano bien delimitado. La densidad bruta de población era entre 30 y 60 hab/ha.
Los POU nunca se actualizaron y en la actualidad la población proyectada ha
sido casi siempre alcanzada y a veces superada. Lo que tampoco se ha hecho es
evaluar el comportamiento de los POU confrontados con el desarrollo urbano real
de las ciudades.
5 No sabemos si toda
la tierra urbana prevista ha sido ocupada o no, si se siguieron las
prescripciones de los planos, si los perímetros han sido desbordados o no. Por
ejemplo para el conglomerado Barcelona, Lecherías, Pto. La Cruz , Guanta, se previó una
población de 915.000 personas para 2013 y un área de 21.049 ha. La población,
según proyecciones recientes ya casi alcanza el límite pero nadie sabe cual es
el área actual ocupada. Los POU estaban acompañados con un Programa de
Actuaciones que no se ha cumplido. Un punto básico era la adquisición y
acondicionamiento por parte del Estado de las tierras necesarias para el
desarrollo urbano. Esto tampoco se ha hecho. Se ha practicado la adquisición
fragmentaria y epiléptica de algunos terrenos dentro del perímetro y de otros
muchos, ¡tremenda barbaridad! muy distantes del perímetro urbano. Uno de los
resultados es que los programas formales del Estado, urbanizando los terrenos
como se debe, han sido mínimos y dispersos.
6 Un cuadro oficioso
del fenecido Ministerio de Obras Públicas y Vivienda muestra 170 terrenos con
capacidad para 103.400 viviendas de los cuales sólo 9 tienen cabida para más de
2.000 unidades. Si se piensa en que las nuevas viviendas que se requieren cada
año para cubrir las necesidades del crecimiento vegetativo de la población son
120.000, se podrá tener una imagen de la magnitud del problema. Resuelto muy a
medias por la población construyendo barrios sobre un urbanismo anárquico, con
grandes déficit de servicios (agua, cloacas, electricidad, vialidad,…) y de
equipamientos (escuelas, salud, deportes,…). El problema es muy grave y se
necesitan acciones de gran alcance y urgencia para evitar el colapso y luego
mejorar progresivamente la calidad de vida.
MOVILIDAD URBANA
Las vías y el transporte,
son para la ciudad, lo que el sistema óseo y el circulatorio para el humano. El
primero lo “estructura”. El segundo traslada a través del “organismo”, la
ciudad, los nutrientes, que en el caso urbano serían personas, objetos y
cargas. Por ello, en la planificación urbana, la movilidad es sustantiva, es
estructurante y de enorme impactos.
En Caracas, autopistas
y avenidas en sentido este oeste, han sido factor determinante y limitativo
para el óptimo funcionamiento de la ciudad. La concepción vial aplicada reforzó a la existente
barrera natural del río Guaire, originando, por ejemplo, insuficientes conexiones
norte sur, contribuyendo al pésimo sistema de movilidad de hoy. Hay otros
factores claves: la preeminencia del vehículo privado, la desplanificación y mala
distribución de usos y equipamientos urbanos, la segregación espacial y social,
y la carencia de un ente eficiente de transporte y vialidad (exceptuando al
Metro).
Rectifiquemos la
visión del sistema de movilidad. mediante acciones “detonantes”: la creación de
un ente rector y planificador de alto nivel, política, técnica y
financieramente, un plan audaz para optimizar la localización de los
equipamientos urbanos, en relación con las áreas residenciales y minimizar las movilizaciones
distintas a las peatonales, privilegiar la movilidad peatonal y el transporte colectivo
superficial complementando al Metro y la administración diaria, hora tras hora,
del sistema de movilidad en todos sus ámbitos y componentes. Con estas
decisiones, se vislumbra una esperanza para mejorar la calidad de vida de
Caracas en sus 443 años.
LO INSÓLITO ES
COTIDIANO
¿Así se ingresa a la UCV? ¡Una talanquera!
¿Por qué? ¿Y Villanueva?
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