Nada
En diciembre de 2008, cuando todavía
disfrutaba del cargo de Ministro, Farruco Sesto publicó en la Gaceta Oficial de
la República varias resoluciones donde se establecían los parámetros que
regirían a partir de esa fecha las disposiciones de la Ley del Régimen
Prestacional de Vivienda y Hábitat. Según estas resoluciones, los venezolanos
que ganaran mensualmente hasta BsF 7 mil tendrían ciertos beneficios, de acuerdo
con los siguientes estratos. Veamos la tabla anexa.
Ahora bien,
tomando el estrato de mayores ingresos, es el que podría adquirir una vivienda
de BsF 272 mil ¿Qué podría comprar un cristiano con esa cantidad? Lo mismo que
podría comprar un evangélico.
Es decir, nada. Revisando los avisos
clasificados de El Universal del 20.09.09, los apartamentos en venta en el
centro de Caracas, o sea los más baratos, aparecen 23 ofertas con un precio
promedio de BsF 5.860 por m2. El apartamento más pequeño es de 52 m². Con la
cifra antes señalada, BsF 272 mil, un cristiano podría comprar un apartamento de
46,4 m², que no existe en el mercado. Es decir, no podría comprar nada. Conste
que hablamos de viviendas usadas, las nuevas tienen precios que se van más allá
de BsF 10 mil el m². Insistimos que hablamos del caso más favorable, el del
cristiano que gana BsF 7 mil mensuales. Todos los venezolanos que ganen esa
cantidad no pueden comprar una vivienda. ¿Cuántos son esos venezolanos? Según
fuentes oficiales, aproximadamente el 18 % de los venezolanos ganan más de BsF 7
mil mensuales. El 82 % restante, unas 5 millones 400 mil familias no podrían en
la actualidad comprar una vivienda ¿Cómo se las arreglan? Bueno, de hecho todos
los venezolanos habitan en viviendas, muy pocos viven bajo los puentes o en
carrocerías abandonadas. Pero una gran cantidad viven en pésimas condiciones,
montados unos encima de otros, sin agua, sin un acceso decente, sin servicios
colectivos. Se estima que hay dos millones de hogares en esas terribles
condiciones. Cada año se requeriría construir 120 mil viviendas para satisfacer
sólo las necesidades por crecimiento demográfico. De ellas, 100 mil no pueden
comprar una vivienda en el mercado. Necesitan que el gobierno invente programas
para satisfacer esas necesidades. Nadie sabe qué está inventando el gobierno; el
gobierno no afloja información pertinente y veraz. Pero los indicios muestran
que son cantidades insuficientes.
Una vez más repetimos nuestra prédica:
hay que incorporar a la población a la producción masiva de viviendas, hay que
terminar con los mecanismos capitalistas tradicionales de contratación de
empresas, hay que establecer nuevas relaciones de producción. Amén.
Las ruinas del capital
El capitalismo sui
géneris, que nos adorna como país y que se resiste a perecer aferrado a sus
intereses con uñas y dientes, va dejando ruinas por toda la ciudad. En la medida
en que la competencia salvaje, las crisis y la ineficiencia causan desastres,
los restos físicos de la lucha ensucian la ciudad con sus edificaciones
abandonadas, degradándose lentamente bajo el sol y la lluvia. Torres con
costosas fachadas de vidrio reventadas, estructuras de concreto gigantescas en
plena decadencia, arquitecturas diseñadas por premios nacionales, su
construcción interrumpida por estúpidos conflictos mercantiles, quedan cuales
monumentos a la irracionalidad, tristes testimonios de una organización social
incapaz e ineficiente. Para remate, con el tiempo, lógicamente esos edificios
vacíos y sin terminar, se convierten en lugares atractivos para las invasiones.
¿No será posible que el Estado, orientado hacia la construcción del socialismo,
no pueda hacerse cargo de esas vergüenzas éticas y estéticas, de esos lacres
físicos, de esos residuos materiales de los conflictos internos del gran
capital, para convertirlos en excelentes centros de servicios comunitarios, en
clínicas, en viviendas o en lo que mejor convenga para los ciudadanos? ¿El poder
de la burocracia leguleya es tan fuerte que nadie puede con ella, ni siquiera la
voluntad política del Estado?
Señalización inútil
"Atención viajeros, falla de borde". Uno advierte la
señal, bien redactada y pintada en un aviso, considera lo oportuno de la
información, reduce la velocidad y toma el cuidado correspondiente en el manejo
por los próximos centenares de metros. Pero un kilómetro más, y nada. Uno se da
cuenta, entonces, de que la dichosa falla de borde ha sido reparada hace ya unos
cuantos meses u años. En nuestro país las señales cuando se ponen, no se quitan
más nunca. El resultado es que no se puede confiar en ninguno de ellas porque
probablemente, ya no tienen nada que ver con la realidad. O a veces sí.
¿Quién sabe? Guíate por la experiencia y la intuición. Conclusión: La
información, en la cultura nacional, es un rito, algo que debe hacerse
burocráticamente, pero no una comunicación necesaria y tempestivamente útil.
¿Está bien, pero las autoridades del tránsito, nacionales o regionales, no
deberían ocuparse de ello?
¿Hay alguien ahí?
Cuestión de enfoque Mientras unos
creemos en la prioridad del transporte público masivo, otros, en la contratación
desaforada de obras de vialidad que privilegian al carro individual.
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Insólito Recomendamos visitar la redoma de la entrada al pueblo de El Hatillo, cerca de
Caracas; aprenderán lo que jamás debe hacerse. Sólo funciona perfecto a partir
de las 10 de la noche hasta las seis de la mañana y sin los "Guardianes
Metropolitanos".
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Hidrocapital tiene el más
eficiente sistema de pagos. Te conectas por Internet y
si estás registrado, en 20 segundos cancelas los recibos que envían por correo
electrónico con puntualidad y regularidad británica.
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Cero muros Una medida modesta, fácil y de alto impacto urbano, sería demoler todos los
muros de las escuelas, liceos, universidades, hospitales y demás edificios
públicos y sustituirlos, sólo cuando sea necesario, por un buen diseño de rejas.
Imagínense el Liceo Andrés Bello de Caracas sin muros. La arquitectura
recobraría su aporte a este proceso.
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Epidemia arborizadora ¿Qué pasaría si la
Misión Árbol sembrara con frutales, flores, grama y árboles de sombra, todos los
paseos, bulevares, calles, aceras, en todos los pueblos, caseríos y ciudades?
Que durarían nada porque los alcaldes ni pendientes.
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Dando y dando Todo plan y programa público, en cualquier ámbito, debe generar organización y
corresponsabilidad. Por ejemplo, al realizarse, hoy, un programa de
rehabilitación de viviendas existentes, en adelante debe ser competencia y
responsabilidad de sus propietarios. En vivienda nueva, el mantenimiento y
desarrollo posterior debe ser igual, por sus beneficiarios. El Estado debe
abstenerse de ser el "conserje" de por vida de los proyectos que construye.
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