MÁS SILENCIOS
1 La
vía convencional de urbanizar y ocupar la tierra urbana ha sido bajo el patrón
de parcelas separadas y sobre ellas desarrollar edificios de viviendas,
oficinas y otros usos. En general en terrenos de pequeño tamaño. Es la lógica
de la propiedad privada y de la individualización de la visión urbana capitalista
que para colmo prioriza al vehículo particular.
2 La Gran
Misión Vivienda Venezuela repite este esquema urbano al seleccionar terrenos
aislados y elaborar proyectos de viviendas igualmente aisladas. Incluso cuando
se urbanizan lotes de proporciones grandes e importantes como Fuerte Tiuna, el
diseño de los edificios responde a parcelas pequeñas y separadas, con torres o
edificios independientes entre sí.
3 Este
patrón urbano origina una relación comunitaria dispersa y poca integrada. Se
crean espacios (retiros y jardineras, por ejemplo) de poca utilidad y de difuso
uso, propiedad y mantenimiento. Obliga a edificaciones de mayores áreas de
fachadas y cerramientos lo que sube los costos de construcción y genera
problemas de protección climática.
4 Si
sostenemos una visión diferente de la ciudad es un contra sentido reproducir un
urbanismo similar al que tradicionalmente ha configurado nuestras magras ciudades.
Debemos aplicar otro enfoque. Uno que integre pequeñas parcelas y conforme
sectores de mayor tamaño, que estimule la construcción de viviendas integradas
y las relaciones comunitarias, optimice el uso y mantenimiento de los espacios
semi privados y públicos, racionalice los costos de construcción y provea, con
una accesibilidad directa, los equipamientos de ámbito vecinal: plaza, pre
escolar, parque infantil, cancha deportiva.
5 En
los años 40, en Caracas, se renovó un sector céntrico de la ciudad con un
diseño urbano de tanta trascendencia, que sorprende la negativa de arquitectos
y planificadores urbanos de imitarlo (al menos) o de mejorar y adaptarlo a los
nuevos tiempos. Sólo se explica esta reacción a la visión especulativa y rapaz de
los concejos municipales (ordenanzas y sus cambios arbitrarios), de las
empresas inmobiliarias, constructoras y financieras tradicionales,
afortunadamente en extinción.
6 Fue
una decisión del gobierno de Isaías Medina y de la creatividad y audacia de un
arquitecto que aplicó novedosos conceptos e integrales para ese entonces. La
urbanización El Silencio de CR Villanueva debe ser el patrón a difundir entre
los arquitectos criollos y de las empresas extranjeras que materializarán la
Gran Misión Vivienda. Para que nazcan muchos “Silencios” en zonas de San
Agustín del Norte y del Sur, Sarría, El Panteón, San José, Cotiza, Montecristo
y muchas más. PARAISO CENSAL
No es cierto que las cifras sean siempre objetivas. Son manipulables y con gran frecuencia utilizadas para encubrir o deformar realidades. Esta manipulación es una de las herramientas que maneja la ideología dominante para mantener su rectoría. Un caso evidentísimo son los indicadores generales sobre vivienda.
Según el Censo 2001 en Venezuela, el 90,6 % de las viviendas
familiares ocupadas eran aceptables, el 91,5 % de esas viviendas tenían
servicio de agua potable, el 85,8 % disponía de medios para descargar las aguas
servidas, el 96,8 % cuentan con servicio eléctrico y en el 80,6 % hay un servicio
de recolección de basura. Unas cifras excelentes de la calidad de las viviendas
y de los servicios. Cifras exhibidas por los poderes dominantes para demostrar
lo maravilloso de su gestión política.
Pero si se escarba un poco debajo de la concha numérica de
los indicadores generales se verá que la realidad es muy distinta. Hay muy
pocos estudios que se hayan ocupado de evidenciar esa realidad. El más reciente
que conocemos data de 1996 y fue realizado por el Ing. Julio Montes para la
extinta FUNDACOMUN. Este estudio revela que en los barrios de Caracas, donde
vive por lo menos la mitad de sus habitantes, más del 50 % de la población
recibe agua solo una vez a la semana, el 70 % de ellas no tiene servicio
continuo, el 82 % de la red de servicios hidráulicos ha sido construida de
manera informal, sin seguir las normas técnicas, el 40 % tiene un servicio
informal de electricidad, la jungla de cables.
Un dato que los Censos no registran es la accesibilidad a
las viviendas, en Caracas y las ciudades no planas, el acceso es importante, en
los casos extremos la gente tiene subir el equivalente de 39 pisos en La Vega , 33 pisos en Macarao, 28
pisos en Catia Oeste y 23 en Petare Norte.
En cuanto a las viviendas aceptables el mismo Censo sí da,
por lo menos, datos sobre sus deficiencias parciales. El porcentaje de las
viviendas aceptables que requieren una o más de las siguientes acciones anda
por el 80 %: sustituir materiales deficientes, ampliaciones, cambio total o
parcial de techos, mejoras en las instalaciones sanitarias y eléctricas. En
síntesis, la situación real presenta problemas más graves que los que hacen
suponer los indicadores generales.
En pocos meses se realizará un nuevo Censo Nacional de
Población y Vivienda. Entendemos que el tipo de información que se va a recoger
es prácticamente la misma que en el Censo de 2001. Sería deseable que no fuera
así y que se registraran otras características que permitieran unos
diagnósticos más ajustados a la realidad.
Un problema gravísimo sobre el cual no hay información
censal es el de la estabilidad y vulnerabilidad de las viviendas. Una excelente
vivienda con todos los servicios puede estar sujeta a inundaciones o
deslizamientos de tierra que la hacen peligrosa para sus habitantes. Para el
personal del Censo es difícil establecer esta condición. Pero si cada vivienda
es georeferenciada, lo cual es fácil con la tecnología actual, los datos
censales se podrían cruzar con otras bases de datos, por ejemplo la de las
zonas con diferentes tipos de riesgos sísmicos de FUNVISIS, obteniéndose
informaciones útiles para la formulación de planes de mitigación de riesgos.
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