¡¡DEFICIT!!
1 Venezuela es el país de las estadísticas desconfiables o inexistentes.
Pero el dato que es más manipulado, alterado, transformado, mistificado según
los intereses del que lo emite es la cifra sobre el déficit actual de vivienda
en el país. Del millón a los tres millones las cifras van y vienen como locas.
Lo mismo en boca de un ministro que de un miembro de la cámara inmobiliaria que
de un modesto ciudadano de a pie. Hay una lógica elemental: el déficit se puede
definir de cualquier manera, con cualquier criterio. Pero en todos los países,
donde no impere la irracionalidad, socialmente se utiliza un criterio de
medición que es aceptado por los habitantes de ese país e internacionalmente.
2 En nuestra República, aunque Ud. no lo crea, hay un criterio
establecido por el Instituto Nacional de Estadísticas, el cual es la
institución con competencia socialmente aceptada para hacerlo. Pero por una
parte el INE pone todas las dificultades del mundo para que las cifras se
conozcan y por la otra resulta mucho más cómodo inventarse cualquier cantidad y
no darse el trabajo de penetrar en el laberinto del INE a ver si la consigue.
Resultado: el antes comentado, el déficit de vivienda en Venezuela es una cifra
esotérica.
3 Según la teoría del INE el déficit actual de vivienda, denominado
déficit bruto, se compone del déficit estructural más el déficit funcional. El
déficit estructural es “el número de viviendas que presentan problemas graves
en su estructura (piso, paredes y techo)” y otros locales donde vive gente pero
no son viviendas (carpas, botes, trailers). Después el déficit funcional es la
suma del total de “familias complementarias en la vivienda” más el total de
“los núcleos no familiares” menos el total de viviendas ocupadas. Esto quiere
decir que como en muchas viviendas hay más de una familia, el déficit funcional
es el total de familias menos el total de viviendas ocupadas, lo que es lo
mismo que suponer que debe haber una vivienda para cada familia y por lo tanto
cuando hay más de una la adicional requiere una vivienda para ella, que no
existe y por lo tanto es un déficit. Esta es la norma, el criterio del INE. Es
un instrumento de análisis muy pobre pero es el oficial y el que debe manejarse
para entenderse.
4 Según el Censo de 1990 sobre 3.534.500 viviendas ocupadas el déficit
estructural, es decir las no aceptables, era de 459.157 viviendas (13,0 %). El
déficit funcional, o sea las familias viviendo arrimadas, era de 420.926 (11,9
%). El déficit total bruto fue de 880.083 unidades (24,9 %). Para 2001
habían 5.209.975 viviendas ocupadas de
las cuales 522.413 (10,0 %) había que sustituir por inaceptables y 34.861 (0,7
%) también por sustituir por hacinamiento, El total sería de 557.274 (10,7 %).
Estas últimas cifras son muy poco claras. Da la impresión de que las 34.861 son
más bien inaceptables y además hacinadas, y no el número de nuevas viviendas
requeridas para las familias adicionales viviendo arrimadas. La cantidad de
estas no logramos conseguirla en las publicaciones del INE ni en Internet.
Cifras para 2010 no hay. Pero en todo caso puede inferirse que difícilmente el
déficit pase de 1.200.000 unidades.
5 Otra cifra aterradora y que casi no se maneja era que para 2001 el 74
% de las viviendas existentes, necesitaban ser mejoradas de alguna manera:
ampliaciones, dotación de servicios, mejores materiales. Este porcentaje debe
ser mucho mayor para 2010.
6 ¿Para qué sirve esta información? La planificación es la ciencia
social que permite mantener el rumbo en las más peligrosas travesías, moverse
más hacia el este o hacia el oeste, acelerar la marcha, retardarla, salvar los
escollos ocultos, transformar los símbolos en indicios. Los programas, y menos
los proyectos, no disponen de flexibilidad para ajustar los procesos a las
dinámicas reales y tienen que ser monitoreados desde el nivel de planificación,
hasta donde se puede. Hay errores insalvables. Pero otros muchos pueden ser
corregidos.
7 Pero la planificación sin información veraz y oportuna se transforma
en astrología. Los gurúes odian la planificación, la información, aman la
oscuridad, la incertidumbre, el orden de las runas. En la Unión Soviética , en una época
primaria, no había gurúes. La planificación central era el pensamiento
dominante. Tuvo más éxitos que errores pero terminó por desaparecer al
imponerse la oscuridad. En Cuba las variables exógenas han tenido demasiado
peso, pero en Venezuela no pareciera que esa fuera la situación. No resulta
entonces explicable el bajo nivel de la información y de la planificación.
Nuestro comportamiento en el campo de la vivienda y el hábitat podría y debería
ser un motor para elevar la calidad de la vida individual y social, avanzar
hacia el socialismo.
“EL DÍA DESPUÉS”
Al momento de escribir
esta página el panorama nacional era gris. Prevalecía la angustia y
desesperanza entre miles de afectados por los impactos de las lluvias. Un
segundo grupo, de voluntarios y funcionarios, con tesón, mística y solidaridad,
haciendo enormes esfuerzos para paliar la tragedia de los primeros, y devolverles
la esperanza y la voz para superar estos momentos y mejorar su futuro. Un
tercer grupo, quizás la mayoría, preocupados, sin tener mucho que hacer y a la
espera de que algo o alguien los necesitara para acudir según sus realidades.
Un cuarto grupo politiqueando y demostrando la insensibilidad e
irresponsabilidad estructural, causada por su obsesión contra Chávez.
Es en las emergencias que
flotan las condiciones humanas. Cada quien según sus valores y según sus
potencialidades. Llena de optimismo la capacidad de respuesta de los afectados
y de los voluntarios y funcionarios. Amerita estudiar para más adelante como
aprovechar al tercer grupo. Y da pena ajena el cuarto grupo.
La semana pasada nos
referimos al tema de lo importante y de lo urgente. Hoy cobra mucha vigencia
esa reflexión. Es necesario asumir la emergencia pero hay que aprovechar su
enseñanza, para los tiempos posteriores a ella. Todo el esfuerzo que se está
realizando en estos días debe estar impregnado, hasta los tuétanos, del
aprendizaje necesario para mitigar las amenazas futuras, actuando sobre la
vulnerabilidad social y física generalizada en el país, hoy lamentablemente
comprobada y especialmente afrontando, los riesgos presentes en todo el
territorio, pero especialmente en las ciudades.
La ciudad es un asunto muy
complejo. Es irresponsable continuar interpretándola como un puño de tierra a
ocupar como se nos ocurra. “El día después” de estas urgencias, tiene que
instalarse una sala situacional de emergencia y un centro permanente de
estudios y planificación, rigurosamente políticos y profesionales, para
afrontar el futuro desarrollo urbano y territorial en todo el país. Tenemos que
ser eficientes en el largo plazo. Si sólo lo somos ante la urgencia, jamás
avanzaremos. Y hay un murmullo silencioso que recorre a Venezuela que nos
angustia a muchos pero quienes deben escucharlo, parecen sordos. Aprendemos de
la emergencia y cambiamos, o esta nos arrollará cada año, hasta sucumbir.
Barrio El Encantado, Caracas, foto de N Rocco |
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