EL DEFICIT NO EXISTE
Podría parecer un disparate, una necedad. Ilustres académicos, notables políticos, grandes voceros y voceríos hablan todo el tiempo del déficit de vivienda. Los más desaforados hablan de un déficit de 3.000.000, los planificadores gubernamentales hablan de 1.650.000 y hasta el Instituto de Estadística se pronuncia por 750.000. La confusión es a veces motivada por oscuros intereses económicos o políticos que procuran pescar en río revuelto pero normalmente por falta de reflexión, por comodidad, falta de exigencia. Porque nos dejamos envolver por un uso del lenguaje que nos lleva a perversas conclusiones sobre lo que hay que hacer. Toda esta algarabía, en la que a veces inclusive hemos participado, sólo sirve para deformar la realidad, crear un manto de pesada niebla sobre la verdad de los hechos, oscurecer y deformar el pensamiento. Trataremos de demostrarlo.
Hay que sacudirse. Pensar con lucidez. Abandonar el instante
congelado y abordar la duración, la vida en el tiempo. El razonamiento no es ni
tan complicado. Antes que nada definir con precisión el objeto del problema,
cuál es la carencia precisa, el déficit con nombre y apellido y luego ver
cuáles son sus características, cómo y por qué esas carencias cambian en el
tiempo y que es lo que hay que hacer realmente para eliminarlas. Lo que se
desea es que las viviendas sean resistentes a los embates de la naturaleza y de
la delincuencia, que protejan contra las inclemencias del medio ambiente y
aprovechen sus bondades; que sean suficientemente amplias para que no haya
hacinamiento ni promiscuidad, que dispongan de los servicios públicos (agua, cloacas,
electricidad, gas) y de los equipamientos colectivos (de vialidad, educación
salud, recreación, cultura, administración). Cualquier elemento de estos puede
faltar: el agua potable, la escuela, la estructura resistente. Tendremos
entonces un déficit. Pero con nombre y apellido: un déficit de abastecimiento
diario de agua para tantas viviendas, un déficit de tantas escuelas de 800
alumnos, un déficit de estructuras, construcciones resistentes, en tantas
viviendas. Y para cada déficit buscar la manera de eliminar la carencia.
Tomemos el tema de los materiales, que es el que origina la
mayor confusión. Si hay 100 ranchos construidos con materiales desechables se
dice que hay un déficit de 100 viviendas y que hay que construir 100 viviendas.
No. Lo que hay que hacer es sustituir los materiales desechables por materiales
sólidos, seguros. (La excepción es si los ranchos están en terrenos de alto
riesgo, que deben ser demolidos y se deben construir otras 100 viviendas). La
acción que hay que tomar es mejorar los materiales y las estructuras. Y esto lo
hace la gente misma, no el gobierno. Según los Censos en 1981 el déficit era de
492.000 ranchos, en 1990 bajó a 459.000 ranchos y en 2011 subió a 490.000
ranchos. ¿Eran siempre los mismos ranchos? Por supuesto que no. Entre 1981 y
1990 los que existían en 1981 se transformaron en casas y se fueron formando
los que aparecen para 1990. Igual entre 1990 y 2001. En un período entre 3 y 5
años la gente transformó su rancho en una casa perfectamente habitable.
Una lección. Si no se formaran nuevos ranchos, viviendas de
materiales desechables, los que existen en 2011 desaparecerían en un máximo de
5 años, porque sus habitantes las transformarían. La lección es que si se
producen suficientes nuevas viviendas con materiales apropiados para que cada
familia que se forma, no se producirían nuevos ranchos y desaparecerían los
ranchos. Los vociferantes no podrían hablar de déficit de vivienda.
Segunda lección. Claro que persisten las carencias en los
servicios públicos y los equipamientos colectivos. Hay que dotar de agua
potable continua a todas las viviendas. Hay que recolectar todas las aguas
servidas. Tiene que haber suficientes escuelas para todos los niños,
suficientes campos deportivos, diversificados, para todos los grupos de edades
de toda la población. Y esta es una tarea que los habitantes, las familias, es
imposible que puedan cumplir, en el estado actual y por muchos años de la
organización social. Esta sí que es la tarea del gobierno.
Tercera lección. No es necesario que el gobierno y las
empresas privadas construyan todas las nuevas viviendas necesarias para todas
las nuevas familias que se van formando. Como lo demuestran los hechos,
muchísimas familias pueden construir progresivamente sus propias viviendas. El
gobierno tendría que urbanizar muchos terrenos, dotarlos de los servicios
públicos y de los equipamientos colectivos necesarios y proporcionar parcelas
donde las familias puedan construir progresivamente sus viviendas, mejor aún si
se les da asistencia técnica y una buena logística de suministro de materiales.
Tal vez así alcancen los reales para resolver los problemas
futuros de la vivienda en Venezuela. Eso sí, eliminando la corrupción. También
le queda al gobierno la enorme tarea de habilitar los barrios existentes para
esta fecha.
FUERTE TIUNA
Construir 40.000
viviendas en esos terrenos es quizás la operación urbana realizada en Caracas de
mayor envergadura después de Caricuao. Es tan seria esa decisión, que no puede
estar en manos sólo de arquitectos, ni sólo de políticos, ni sólo de
constructores, ni sólo de financistas. Es una nueva ciudad, casi como Coro, Ciudad
Ojeda, Valera, La Victoria o El Tigre, que exige un enfoque y una planificación
del más alto nivel. El impacto de 200 mil personas en ese relativo angosto y
poco espacio estrangulado por montañas, un río y una ya insuficiente autopista,
generará tal cantidad de viajes y requerimientos de educación, salud, comida,
recreación, deporte, agua, cloacas, energías y pare de contar, que a lo
argentino: no es poca cosa. Incluso aunque se ejecute en varios años. Caracas tiene
limitaciones severas en esos equipamientos para los habitantes actuales ¿Cómo
será para esta nueva concentración? ¿Cuál plan de expansión urbana sustenta la
construcción de tal cantidad de edificios y en la forma como se observó en las
maquetas expuestas? Es demasiado relevante ese desarrollo, por lo que sería
insólito y arriesgado que se analizara como una simple aglomeración de
apartamentos y casas. La vivienda es un asunto muy serio para que ella en si
misma sea el objetivo.
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