LECCIONES APRENDIDAS
En 2010, bajo la
coordinación del Ing. José Luis López Sánchez (Instituto de Mecánica de Fluidos
de la UCV), se publicó un libro trascendental (808 páginas) sobre las
experiencias nacionales en la prevención y mitigación de riesgos. En el cual se
recogen los trabajos de 71 profesionales y siete instituciones durante
1999-2009, como una extraordinaria muestra de la capacidad y aportes en la
producción científica y tecnológica venezolana en ese campo. Después de hacer
una amplia evaluación crítica constructiva y reflexiva sobre lo acontecido en
estos 10 años, finaliza con conclusiones y recomendaciones útiles para un plan
estratégico de prevención y mitigación de riesgos.
Sólo como un ejemplo
oportuno
en estos momentos en que estamos olvidando las lluvias recientes (¡pronto
olvidaremos al Japón del viernes pasado!), y por la necesidad de tomar en serio
este tema, copiamos textualmente un párrafo de la página 795.
“Una lección que no hemos aprendido la
constituyen la gran cantidad de viviendas que todavía se mantienen o se han
reconstruido en las márgenes de las quebradas, en las gargantas de los
torrentes, y en áreas al pie de laderas inestables. Nuevas construcciones han
sido erigidas en sectores que fueron afectados por los deslaves de 1999 y 2005,
tal como los desarrollos recientes en Macuto, Camurí Grande y Camurí Chico.
Muchas viviendas marginales y ranchos han sido construidos nuevamente en las
gargantas de las quebradas. La lección de que debemos respetar el territorio
del rio no se aprendió en su totalidad”.
¿Qué les parece? El reto nacional
para enfrentar la precariedad de la pobreza urbana requiere de la más audaz gestión
de gobierno que jamás hayamos tenido y que hoy afortunadamente se vislumbra una
luz en la oscuridad. La Gran Misión Vivienda Venezuela tiene que atender mucho
más que a la cantidad de viviendas requeridas. Debe reconstruir a un país devastado
por una visión perversa, egoísta y excluyente. Pero además, debe urbanizar
masivamente al territorio (con respeto al ambiente) para que el pueblo, con su
capacidad, expectativas y valores, temple su destino y construya su cobijo bajo
sueños y esperanzas.
A propósito de
Petrocasa
1 En diciembre pasado,
el Presidente anunció el reimpulso de la petroquímica para fabricar miles de
viviendas con el sistema Petrocasa y contribuir a minimizar el déficit
habitacional. Además de terminar las urbanizaciones de Carabobo, anunció construir
nuevas fábricas de Petrocasa, como la de Fuerte Tiuna, con el propósito de
suministrar casas al pueblo de Caracas.
2 El sistema
Petrocasa, según el mandatario nacional y el presidente de la empresa, es ideal
porque permite levantar soluciones habitacionales de forma rápida y sencilla,
antisísmicas, ignífugas, durabilidad, resisten al salitre y a la intemperie, su
temperatura interna es inferior a la de una casa tradicional y mantenimiento de
bajo costo. Son inocuas a la salud y al medio ambiente. Esta tecnología permite
la industrialización de la construcción de viviendas.
3 Realmente el sistema
tiene varias ventajas como las señaladas. Pero debe racionalizarse para reducir
la cantidad de algunos componentes (paneles), aumentar la diversidad de
aplicaciones y variedad de diseños de viviendas y otros espacios. Sobre todo
deben incorporar buenos criterios de diseño y agrupación de viviendas para
convertir en historia antigua el mediocre e ineficiente “orden cerrado” que
predomina en las urbanizaciones construidas.
4 Pero especialmente,
y es lo fundamental, Petrocasa debe ser un estímulo y semilla para el impulso
de una estrategia de industrialización de la vivienda popular. Que dote a las
comunidades organizadas de un sistema constructivo, entre otros de diferentes
materiales, para la producción masiva de viviendas bajo el enfoque de
autogestión y por las microempresas comunitarias, en las urbanizaciones que el
sector público debe construir en todo el país.
5 Las metas de 350.000
viviendas en dos años y de dos millones para 2018 son viables si impulsamos un
esquema en el cual el pueblo construya sus viviendas en la tierra urbanizada
por el sector público, con la asistencia financiera y técnica requerida, para
evitar los problemas que han signado a nuestros barrios. Si la gente ha
construido buena parte de nuestras ciudades, espontáneamente y sin apoyo, ¡cómo
sería si tuviera la asistencia técnica oportuna y adecuada!
Nuestras
ciudades serían hoy muy distintas y la deuda urbana y habitacional carecería
del peso social que hoy nos agobia.
Barrios libres de
riesgos
Sabían
ustedes que el domingo 28-11-2010, al norte de Río de Janeiro, Brasil, la
policía, apoyada por el ejército, izó la bandera nacional sobre la torre de un
teleférico en el Complejo Alemán, como un símbolo de la ocupación de las
favelas y expulsión de los narcotraficantes que se encontraban atrincherados. Qué
tal si en Venezuela, haciendo un símil pero con un sentido radicalmente
diferente, nos preguntamos: ¿Cuándo los consejos comunales y las comunas
empezarán a colocar banderas nacionales en nuestras barriadas caraqueñas (y del
país), como muestra de ser declaradas áreas seguras para vivir? ¡Con cuánta
satisfacción veríamos los tres colores en los cerros de Antímano, Gramovén, la
carretera vieja a La Guaira, en el Federico Quiróz, en la escuela tal, el hospital
cual y en el puente aquel! Y ello gracias al éxito de un plan nacional masivo
de reducción de riesgo sísmico y de deslizamientos de tierra.
Reacciones
Lectores
mejoran nuestra sección de la semana pasada sobre detalles inexplicables y cotidianos
en ciudades y carreteras. F Vásquez pide agregar que se pinten las intersecciones
de calles y avenidas y flechas que indiquen el sentido de la circulación. Exige
que las escarificaciones de las vías no duren meses y años. Mientras que R
Rosales, se refiere a las señales de tránsito ocultas por árboles y monte y a las
reparaciones inconclusas sin señalizaciones que son un peligro tanto de día
como de noche.
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