lunes, 15 de abril de 2013

AyB 241 - 01 Octubre 2010

AyB 241 - 01 Octubre 2010




INNOVAMOS O EL FRACASO SERÁ PERFECTO


1 La inalterable política ante los magros resultados en desarrollo urbano y vivienda es tan incomprensible como que 189 es menos que 3 cuando en la ONU se vota el bloqueo a Cuba. Es absurdo y el mundo continúa tan campante. Igual en nuestro caso. Durante décadas los cerros caen, las casas colapsan, desesperanzados habitantes son tapiados o arrastrados por deslaves, y sigue el mismo hacer que justamente origina esos estragos en nuestras barriadas. ¿Qué esperamos? ¿Qué Dios resuelva? ¡No, basta! Confiemos en nosotros y en nuestra gente. Emprendamos de una vez la transformación necesaria. La audacia creadora. El atrevimiento irreverente. Démosle al problema en la “pepa del ojo” con las 3R.

2 ¿Cómo? Carecemos de la solución y de la verdad. Tenemos abundantes dudas y poca o nula información confiable. Pero nos mueve una modestísima experiencia y muchos deseos de recorrer senderos señalados por los baquianos populares. El pueblo nos ha sugerido caminos que hemos desestimados. Él construyó nuestras ciudades y lo vemos como “un problema”. Es hora de verlo como “una solución”. La primera decisión, el “big bang” que debemos desencadenar es entender la vivienda como un proceso integral y progresivo. Ajustado a la gente y sus circunstancias. Por consiguiente muy complejo. Mientras atendamos coyunturalmente a los barrios porque se desmoronan con las lluvias, estamos perdidos. Debemos identificar, interpretar y comprender su origen y tragedia actual. Claro, hay que asistir la emergencia, pero debemos reflexionar su penosa realidad y su absurdo origen. Hay que empezar por cambiar la visión cortoplacista que nos domina.

3 A continuación, y sin permiso, reiteramos algunas decisiones esenciales y relativamente fáciles, para un viraje radical de la política urbana y de vivienda.

ü  Asumir como objetivos básicos: anticiparse a la formación de barrios, y aceptar la progresividad de la vivienda. Esto implica priorizar la prevención frente a la curación en los barrios. Y entender que la vivienda se inicia, y evoluciona gradualmente desde la urbanización (parcelas, vías, servicios, escuela, ambulatorio, mercal, etc.) hasta completar la vivienda adecuada a la composición familiar. Esto es válido tanto para casas como para apartamentos. Hasta éstos últimos pueden crecer y ampliarse (hay propuestas ingeniosas en la maestría de desarrollo tecnológico de Arquitectura en la UCV).

ü  Conformar en el actual Ministerio de Vivienda, cuatro equipos de trabajo, ágiles, flexibles y de alta competencia ideológica, profesional y ética. Estrechamente coordinados y dependientes entre sí, bajo la dirección del Ministro como líder de lo urbano y habitacional. Uno para atender la gestión ordinaria y las exigencias urgentes. El inmediatismo y cortoplacismo. Otro para analizar, formular políticas y planificar a diferentes plazos. El tercero para prestar asistencia técnica requerida por los equipos anteriores y por los ejecutores y comunidades organizadas para producir viviendas. Este equipo se integraría con los funcionarios nacionales y municipales, las universidades y profesionales independientes. El cuarto para el seguimiento y control de la gestión integral del Ministerio y otros organismos, municipios, gobernaciones, y comunidades, que actúan en desarrollo urbano y vivienda.

ü  Mantener actualizado un inventario nacional (tarea urgente) por consejo comunal, comuna, parroquia y municipio, de las necesidades priorizadas de vivienda de las familias y, muy importante, de sus posibilidades para contribuir con su solución. El déficit nacional da cifras globales inservibles porque no detallan las necesidades de las familias y menos sus posibilidades para darle respuesta. Este inventario sustenta cualquier estrategia y gestión en este campo.

ü  Planificar y conformar un equipo que desarrolle tres programas “bandera”, para aumentar la oferta de vivienda:

à Habilitación masiva de tierra urbana (identificarla, adquirirla y urbanizarla), en las ciudades y pueblos prioritarios del desarrollo social, industrial y económico. Ofrecer macro parcelas para que el gobierno (con programas propios o convenios internacionales), las comunidades y los privados construyan urbanizaciones plurifamiliares. Así como parcelas bifamiliares (mínimo), donde las familias prioritarias, y las damnificadas, puedan construir su “vivienda inicial” (existen diversas modalidades y diseños), desde un rancho (ocupación planificada) hasta una vivienda básica, que puedan (ambos casos) sustituirse o ampliarse en etapas hasta alcanzar la requerida. Este programa es primordial para prevenir las invasiones y sus agobiantes consecuencias.

à Habilitar los barrios y densificar las áreas urbanas sub utilizadas. Identificarlas y desarrollar planes de habilitación y renovación que mejoren y multipliquen la disponibilidad de equipamientos, servicios y viviendas. Para optimizar la eficiencia y calidad de las ciudades, y aumentar o consolidar su capacidad habitacional.

à Transformar las viviendas existentes. Prestar el apoyo legal, financiero, de diseño y construcción, para que las casas y apartamentos, donde sea viable y conveniente, se amplíen o subdividan, según el caso, para mejorarlos y generar nuevas viviendas. Incluso, debería facilitarse la venta de “espacios” entre las viviendas. Por ejemplo, en un edificio una familia puede vender un cuarto de su apartamento a la familia contigua. Las familias cambian el tamaño de sus viviendas según estén en expansión o en contracción. Igual puede ser en las casas en los barrios y urbanizaciones.

ü  Organizar la producción de la vivienda popular. Iniciar la coordinación, racionalización y optimización de las capacidades y oportunidades disponibles, bajo control público, de los insumos para la construcción, su almacenamiento, transporte y distribución. En paralelo planificar y ejecutar las acciones que garanticen, progresivamente, la producción y suministro, oportuna y suficiente, de los insumos tradicionales y novedosos, para los programas de vivienda popular ejecutados por el gobierno y las comunidades, en todo el país. Es indispensable contar con un plan de construcción de viviendas que le dé a los productores y a los constructores, la seguridad necesaria para sus productos y para su continuidad constructiva año tras año. Sería esto el primer paso para un proceso de industrialización de la vivienda popular.


Hay mucho más. Pero lo impelable y urgente es cambiar radicalmente el enfoque, reorganizar la gestión y priorizar las vías que solucionan progresivamente las necesidades, según las particularidades de las familias y del desarrollo del país. Más recursos e iniciativas sin cambiar enfoques y organización, es el camino al fracaso perfecto.

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