INNOVAMOS O
EL FRACASO SERÁ PERFECTO
1 La inalterable política ante los magros resultados en desarrollo urbano y vivienda es tan
incomprensible como que 189 es menos que 3 cuando en la ONU se vota el bloqueo
a Cuba. Es absurdo y el mundo continúa tan campante. Igual en nuestro caso. Durante
décadas los cerros caen, las casas colapsan, desesperanzados habitantes son
tapiados o arrastrados por deslaves, y sigue el mismo hacer que justamente
origina esos estragos en nuestras barriadas. ¿Qué esperamos? ¿Qué Dios
resuelva? ¡No, basta! Confiemos en nosotros y en nuestra gente. Emprendamos de
una vez la transformación necesaria. La audacia creadora. El atrevimiento
irreverente. Démosle al problema en la “pepa del ojo” con las 3R.
2 ¿Cómo? Carecemos de
la solución y de la verdad. Tenemos abundantes dudas y poca o nula información
confiable. Pero nos mueve una modestísima experiencia y muchos deseos de
recorrer senderos señalados por los baquianos populares. El pueblo nos ha sugerido
caminos que hemos desestimados. Él construyó nuestras ciudades y lo vemos como
“un problema”. Es hora de verlo como “una solución”. La primera decisión, el
“big bang” que debemos desencadenar es entender la vivienda como un proceso
integral y progresivo. Ajustado a la gente y sus circunstancias. Por
consiguiente muy complejo. Mientras atendamos coyunturalmente a los barrios porque
se desmoronan con las lluvias, estamos perdidos. Debemos identificar, interpretar
y comprender su origen y tragedia actual. Claro, hay que asistir la emergencia,
pero debemos reflexionar su penosa realidad y su absurdo origen. Hay que
empezar por cambiar la visión cortoplacista que nos domina.
3 A continuación, y
sin permiso, reiteramos algunas decisiones esenciales y relativamente fáciles, para
un viraje radical de la política urbana y de vivienda.
ü Asumir como objetivos básicos: anticiparse a la formación de barrios, y aceptar la progresividad de la
vivienda. Esto implica priorizar la prevención frente a la curación en los
barrios. Y entender que la vivienda se inicia, y evoluciona gradualmente desde la
urbanización (parcelas, vías, servicios, escuela, ambulatorio, mercal, etc.) hasta
completar la vivienda adecuada a la composición familiar. Esto es válido tanto
para casas como para apartamentos. Hasta éstos últimos pueden crecer y
ampliarse (hay propuestas ingeniosas en la maestría de desarrollo tecnológico
de Arquitectura en la UCV).
ü Conformar en el actual Ministerio de Vivienda, cuatro equipos de trabajo, ágiles, flexibles y
de alta competencia ideológica, profesional y ética. Estrechamente coordinados
y dependientes entre sí, bajo la dirección del Ministro como líder de lo urbano
y habitacional. Uno para atender la gestión ordinaria y las exigencias urgentes.
El inmediatismo y cortoplacismo. Otro para analizar, formular políticas y
planificar a diferentes plazos. El tercero para prestar asistencia técnica
requerida por los equipos anteriores y por los ejecutores y comunidades
organizadas para producir viviendas. Este equipo se integraría con los funcionarios
nacionales y municipales, las universidades y profesionales independientes. El cuarto
para el seguimiento y control de la gestión integral del Ministerio y otros
organismos, municipios, gobernaciones, y comunidades, que actúan en desarrollo
urbano y vivienda.
ü Mantener actualizado un inventario nacional (tarea urgente) por consejo comunal, comuna,
parroquia y municipio, de las necesidades priorizadas de vivienda de las
familias y, muy importante, de sus posibilidades para contribuir con su
solución. El déficit nacional da cifras globales inservibles porque no detallan
las necesidades de las familias y menos sus posibilidades para darle respuesta.
Este inventario sustenta cualquier estrategia y gestión en este campo.
ü Planificar y conformar un equipo que desarrolle tres programas “bandera”, para aumentar la oferta de vivienda:
à Habilitación masiva de tierra urbana (identificarla, adquirirla y urbanizarla), en las ciudades y
pueblos prioritarios del desarrollo social, industrial y económico. Ofrecer
macro parcelas para que el gobierno (con programas propios o convenios internacionales),
las comunidades y los privados construyan urbanizaciones plurifamiliares. Así
como parcelas bifamiliares (mínimo), donde las familias prioritarias, y las
damnificadas, puedan construir su “vivienda inicial” (existen diversas
modalidades y diseños), desde un rancho (ocupación planificada) hasta una
vivienda básica, que puedan (ambos casos) sustituirse o ampliarse en etapas
hasta alcanzar la requerida. Este programa es primordial para prevenir las
invasiones y sus agobiantes consecuencias.
à Habilitar los barrios y densificar las áreas urbanas sub utilizadas. Identificarlas y desarrollar planes de habilitación
y renovación que mejoren y multipliquen la disponibilidad de equipamientos,
servicios y viviendas. Para optimizar la eficiencia y calidad de las ciudades,
y aumentar o consolidar su capacidad habitacional.
à Transformar las viviendas existentes. Prestar el apoyo legal, financiero, de diseño y
construcción, para que las casas y apartamentos, donde sea viable y
conveniente, se amplíen o subdividan, según el caso, para mejorarlos y generar
nuevas viviendas. Incluso, debería facilitarse la venta de “espacios” entre las
viviendas. Por ejemplo, en un edificio una familia puede vender un cuarto de su
apartamento a la familia contigua. Las familias cambian el tamaño de sus
viviendas según estén en expansión o en contracción. Igual puede ser en las
casas en los barrios y urbanizaciones.
ü Organizar la producción de la vivienda popular. Iniciar la coordinación, racionalización y
optimización de las capacidades y oportunidades disponibles, bajo control
público, de los insumos para la construcción, su almacenamiento, transporte y
distribución. En paralelo planificar y ejecutar las acciones que garanticen,
progresivamente, la producción y suministro, oportuna y suficiente, de los
insumos tradicionales y novedosos, para los programas de vivienda popular ejecutados
por el gobierno y las comunidades, en todo el país. Es indispensable contar con
un plan de construcción de viviendas que le dé a los productores y a los constructores,
la seguridad necesaria para sus productos y para su continuidad constructiva
año tras año. Sería esto el primer paso para un proceso de industrialización de
la vivienda popular.
Hay mucho más. Pero lo impelable y urgente es cambiar
radicalmente el enfoque, reorganizar la gestión y priorizar las vías que
solucionan progresivamente las necesidades, según las particularidades de las
familias y del desarrollo del país. Más recursos e iniciativas sin cambiar
enfoques y organización, es el camino al fracaso perfecto.
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