jueves, 4 de abril de 2013

AyB 202 - 17 Diciembre 2009

AyB 202 - 17 Diciembre 2009

Ultimas Noticias | Jueves 17 de Diciembre de 2009


Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

La destrucción del Estado

Para 1970. El Estado venezolano contaba con una estructura organizativa, en vivienda y desarrollo urbano, de gran solidez y experiencia profesional, con cuadros medios y directivos donde la corrupción todavía no se había extendido, y donde existía una vocación de servicio público y una mística de trabajo. Todavía existían el Ministerio de Obras Públicas y el Banco Obrero. Muchos profesionales con una ideología socialdemócrata de izquierda, y unos cuantos todavía más a la izquierda, cumplían su trabajo en organismos del Estado.

1975 fue un año de inflexión. Allí comenzó la prolongada agonía del movimiento moderno, de la vida económica del país, y comenzó de forma marcada la decadencia ética, intelectual, cultural y social.

Comenzó el desmantelamiento de aquellos organismos ejemplares. A partir de los ochenta, la década de Reagan y la Tatcher, el neoliberalismo se instaló en las altas esferas del poder. Comenzó y se desarrolló la privatización de gran número de empresas nacionales. La teoría imperante era la de minimizar la presencia del Estado, como regulador del movimiento histórico, y hacer máxima la presencia del libre mercado privado. Por una parte se privatizaba, por otra se demolía sistemáticamente la estructura del Estado.

Entre los 80 y los 90. Se desmejoraban las condiciones económicas de los empleados y se les reducían responsabilidades. La corrupción de las autoridades se extendía vertiginosamente. Al mismo tiempo, los empleados públicos eran vilipendiados, calumniados, las campañas de desmoralización fueron intensas, las jubilaciones forzadas masivas. Esas estructuras destrozadas, inoperantes, desmoralizadas, fueron las que encontró el gobierno de Chávez en 1999. Pero se anunciaba una revolución.

En 1999. Se aprobó el extraordinario proyecto de país que fue la Constitución. Para llevar adelante ese proyecto, se requería una profunda transformación de la estructura y el funcionamiento del Estado. Tarea extremadamente difícil que requería un liderazgo ilustrado, de la presencia de las nuevas generaciones de profesionales imbuidos de una pasión revolucionaria y de la suficiente conciencia y conocimiento como para inyectar nueva vida a las estructuras del Estado y lograr una gestión impecable, eficaz, eficiente, certera, honesta. No ha sido así. Una gran falla del proceso revolucionario ha sido la incapacidad de una gestión en vivienda capaz de actuar sobre la realidad concreta y transformarla, hacia una elevación constante de la calidad de vida, especialmente de los que vegetan en una pobreza inercial masiva.

Las mayorías han logrado salir del marasmo, adquirir conciencia de su existencia y de su derecho a una existencia mejor, han tomado conciencia de su ser y su poder. Pero ese extraordinario proceso va acompañado de una creciente frustración y desilusión ante la pobre y negativa gestión del Gobierno. El proceso no ha sido capaz de renovar y de crear una administración pública revolucionaria. Las viejas estructuras perduran, más allá de la infinidad de cambios de nombres de ministerios, institutos, entes de todo tipo. La situación se agrava por la nueva costumbre de que todo nuevo jefe lo primero que hace es despedir a los cuadros medios del jefe anterior para imponer a su gente. Se han intentado algunas iniciativas como la Escuela de Gerencia Social o la de Planificación, ambas del Ministerio de Planificación, pero los resultados no se ven por ninguna parte. ¿Hasta cuando, hasta dónde, durará el deterioro y sus funestas consecuencias? La transformación de la gestión pública es prioritaria e impostergable.

Lo público en el espacio


La actual rehabilitación del bulevar de Sabana Grande, que adelanta Pdvsa-La Estancia con la Alcaldía de Libertador y el Metro de Caracas, es una tarea pública coordinada con el consenso de los consejos comunales y los propietarios de comercios, y con los variados organismos de servicios públicos urbanos. Es un ejemplo de la gestión de un solo gobierno.

Desde los años ochenta, cuando el Metro de Caracas creó el bulevar con la oposición tenaz de aquellos que creían perjudicar sus negocios, no se hacía un mantenimiento a tan importante espacio cultural y comercial a cielo abierto de Caracas. La actual intervención es una rehabilitación mayor después de casi 30 años de uso intenso y de profundo deterioro debido a su desgaste normal, cero mantenimiento, pero fundamentalmente por la instalación de nuevos servicios, señalizaciones, propaganda de todo tipo, sin seguir las recomendaciones elementales de confinamiento del pavimento cuando es removido.

El bulevar fue herido de muerte por la larga permanencia de la llamada buhonería, descontrolada, que impuso su irracionalidad tanto en lo físico como en lo social al crear una tierra de nadie, con casi absoluta impunidad de ilícitos, en perjuicio de la calidad de vida de sus habitantes, comerciantes y visitantes.

Parte de la rehabilitación ya realizada fue rehacer el alumbrado público del bulevar, de sus calles laterales y de las avenidas Casanova y Solano, contribución enorme a la seguridad urbana.

La actual rehabilitación responde a un concurso nacional de ideas, a un diagnóstico integral del sector dentro de la ciudad, al trabajo coordinado y consensuado con las organizaciones comunales y sociales, a proyectos específicos, a una visión integral de la ciudad y sus componentes, a una estrategia de construcción basada en los recursos, en el respeto de la tradición y forma de funcionar de ese espacio de paso entre diferentes modos de transporte y de centro patrimonial, comercial, cultural y de trabajo. Caracas debe ser rehabilitada, toda ella; Sabana Grande es sólo una junto con otras iniciativas en curso en Catia, El Cementerio, El Calvario y muchas otras.

Además, hay que tener conciencia de su importancia, establecer los procesos y prever los presupuestos para su uso y mantenimiento y sobre todo, sobre todo, para que puedan ser disfrutados intensamente por los ciudadanos, de día y de noche, los días de semana y los fines de semana. Para trabajar, para movilizarse, para recrearse, para formarse; en fin, para colaborar en la construcción del país, en ciudades confortables y de calidad.

Los espacios públicos son un reto. Muestran de manera contundente la salud social y la capacidad y la orientación de la gestión pública, así como el grado de desarrollo ciudadano. En Sabana Grande se abren las oportunidades para que la gestión municipal aplique nuevos enfoques y normas a la propaganda institucional y comercial, a programas de renovación urbana con la densificación adecuada de espacios subutilizados, intensificando el uso de vivienda combinado con comercios y equipamientos, en reforzar los espacios a cielo abierto como alternativa a la encerrona de los "malls". En fin, para mostrar cómo puede ser una ciudad en camino al socialismo pasando primero por ser eficiente y grata.



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