miércoles, 17 de abril de 2013

AyB 257 - 27 Enero 2011

AyB 257 - 27 Enero 2011








REVOLUCIÓN URBANA


Así podría llamarse la actual estrategia definida por el gobierno para alcanzar las metas de vivienda durante 2011-2012. Son palabras recientes del propio presidente. Ese término es conveniente porque implica transformación, y profunda, de la hasta ahora visión urbana. No olvidemos eso: transformación profunda.

Además, se está preparando un plan nacional de vivienda que está íntimamente relacionado con esa nueva ciudad que hay que construir sobre los cimientos de la actual. Plan, que debe ser nacional e integral. Debe abarcar más allá de las grandes y medianas ciudades. Debe contemplar la vivienda como un pedacito de un gran conjunto donde ella, sin desarrollo urbano, sin agua, cloacas, energía, empleo, transporte, educación, salud, abastecimiento, recreación, cultura, comunidad, es absurda, incompleta, alienante, excluyente, pobre, sin sentido.

Este momento es uno de los retos, si no el mayor de todos, que el propio proceso se ha impuesto. Reto que tiene tal trascendencia, que pone en máxima tensión a la institucionalidad revolucionaria, a sus líderes, técnicos, pueblos, que a nuestro juicio, se está jugando en gran medida su destino inmediato y futuro. Más que las amenazas internas y externas que intentan suprimir la iniciativa de cambios que Venezuela viene forjando desde hace 12 años. Ojala esto se comprenda un poquito. Si no, que Dios nos agarre confesados.
 

¿QUÉ HACER EN VIVIENDA?

Es importante que el árbol no interfiera la vista al bosque. La urgencia hay que atenderla. A la política urbana y de vivienda hay que darles un revolcón. El presidente debe, como lo ha hecho, tomar esta materia en sus manos directas. El país y su gobierno deben aportar, cada quien dentro de sus competencias, capacidades y recursos, para alcanzar una calidad y eficiencia urbana y habitacional similar a la lograda en sectores como la educación, la salud, alimentación.

Pero, es impostergable entender que el desarrollo del país ha originado y aún lo hace, que grandes mayorías “resuelvan su vivienda” ocupando suelo y creando sectores y barrios vulnerables desde todo punto de vista: social, geológico, geotécnico, sísmico, educativo, de salud. Por ello hay que atender la urgencia, pero también es urgente detener las ocupaciones espontáneas que han creado lo que hoy es el problema crucial.

Los damnificados de hoy no son de hoy. Son desde el día que ocuparon pendientes, quebradas, “tierras de nadie”. Sería un tremendo error atender la emergencia de los damnificados y olvidar su origen. Por ello, además del programa en curso para cumplir metas de 150 ó 200 mil viviendas, hay que minimizar, y muy pronto eliminar, la necesidad de ocupar tierra para construir ilusiones habitacionales. Por eso, en paralelo al anterior programa, debe iniciarse ya la gestión de urbanización de tierra para que las familias construyan sus viviendas completas y básicas, las que puedan. Otras sus ranchos que serían muy pronto sustituidos por viviendas básicas que progresivamente se irán ampliando hasta satisfacer las plenas necesidades familiares.

Si se iniciaran 40 urbanismos en las principales ciudades de mayor desarrollo y por tanto de migraciones o necesidades de vivienda del país, de unas 5 mil viviendas cada uno, tendríamos a 200 mil familias llenas de esperanza de mudarse en corto tiempo, ocho meses, a unas urbanizaciones de desarrollo progresivo de sus viviendas, pero desde el comienzo con parques, escuelas, centros de salud, transporte.

Es peligrosísimo obviar estrategias de prevención de ocupaciones por priorizar estrategias de atender las necesidades evidentes existentes. Sería un proceso perverso, mientras atendemos a los necesitados se siguen creando nuevas familias necesitadas. Ambos programas deben complementarse.

 

¿Y EN LOS BARRIOS QUÉ?


Este es el tercer problema clave. Es inútil pensar, que se podrán eliminar los barrios. Muchos de ellos no sólo son estables geológica y geotécnicamente todavía (no sabemos hasta cuándo si siguen sin atenderse), sino que muchos están cerca de las fuentes de empleo y transporte, que los hace más estables y aptos para ser intervenidos y resolver sus deficiencias sociales, estructurales, de servicios y de equipamientos. Este es el tercer programa, sumado a la producción de 350 mil viviendas en dos años y la de urbanizar masivamente tierra en todo el país. Es deseable que las metas de viviendas para los años 2011 y 2012 no impidan ejecutar esas otras dos estrategias de mediano y largo plazo.

 

CRITERIOS DE UNA REVOLUCIÓN URBANA

En nuestra modesta y discutible visión, nos atrevemos a sugerir algunas ideas que deben signar la actual intervención urbana especialmente en Caracas. Pedimos excusas anticipadas por la irreverencia de hacer propuestas, cuando nadie las ha solicitado.

Con todos los riesgos e impactos que implica, el sendero escogido de intervenir terrenos, grandes como Fuerte Tiuna o parcelas aisladas en muchos lugares de la ciudad, hay que entenderla como una oportunidad para contribuir al reordenamiento de Caracas. Usando los terrenos libres o degradados, resultados de una visión mercantil y excluyente para:

ü  Equilibrar la dotación de servicios y equipamientos deficitarios en diferentes sectores de la ciudad.

ü  Regresar y reforzar el uso residencial a sectores predominantemente comerciales e industriales (decadentes o subutilizados) que en otras épocas eran residenciales.

ü  Generalizar la vivienda comunitaria de alta densidad con baja altura, como la urbanización El Silencio. Existen abundantes estudios, investigaciones, ejemplos construidos, demostraciones fehacientes, de las ventajas de este enfoque frente a la expresión mercantil y excluyente de torres aisladas en parcelas separadas por linderos y retiros ineficientes y subutilizados. Es más sustentable social, física y económicamente, conjuntos de viviendas continuos en la parcela, sin espacios residuales, con mezcla de usos, patios interiores, de baja altura y mejor aprovechamiento del suelo, que alcanzan densidades altas con baja altura.

ü  Mientras que los conjuntos de torres tienen retiros “tierra de nadie”, más áreas de fachadas, más gastos de energía (ascensores, paredes expuestas al sol, sólo dos ejemplos), poca o nula integración vecinal y comunitaria, excesivas áreas de calles y como consecuencia de alumbrado, redes de cloacas y agua, recolección de basuras. Lo que se pudo observar de las propuestas de Fuerte Tiuna van por este camino. En próxima página ampliaremos sobre ese importante desarrollo y sobre otros criterios.

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