REVOLUCIÓN URBANA
Así podría llamarse la actual estrategia definida por el
gobierno para alcanzar las metas de vivienda durante 2011-2012. Son palabras
recientes del propio presidente. Ese término es conveniente porque implica
transformación, y profunda, de la hasta ahora visión urbana. No olvidemos eso:
transformación profunda.
Además, se está preparando un plan nacional de vivienda
que está íntimamente relacionado con esa nueva ciudad que hay que construir
sobre los cimientos de la actual. Plan, que debe ser nacional e integral. Debe
abarcar más allá de las grandes y medianas ciudades. Debe contemplar la
vivienda como un pedacito de un gran conjunto donde ella, sin desarrollo urbano,
sin agua, cloacas, energía, empleo, transporte, educación, salud, abastecimiento,
recreación, cultura, comunidad, es absurda, incompleta, alienante, excluyente,
pobre, sin sentido.
Este momento es uno de los retos, si no el mayor de
todos, que el propio proceso se ha impuesto. Reto que tiene tal trascendencia,
que pone en máxima tensión a la institucionalidad revolucionaria, a sus
líderes, técnicos, pueblos, que a nuestro juicio, se está jugando en gran
medida su destino inmediato y futuro. Más que las amenazas internas y externas
que intentan suprimir la iniciativa de cambios que Venezuela viene forjando
desde hace 12 años. Ojala esto se comprenda un poquito. Si no, que Dios nos
agarre confesados.
¿QUÉ HACER EN VIVIENDA?
Es importante que el árbol no interfiera la vista al bosque. La urgencia hay que atenderla. A la política urbana y de vivienda hay que darles un revolcón. El presidente debe, como lo ha hecho, tomar esta materia en sus manos directas. El país y su gobierno deben aportar, cada quien dentro de sus competencias, capacidades y recursos, para alcanzar una calidad y eficiencia urbana y habitacional similar a la lograda en sectores como la educación, la salud, alimentación.
Pero, es impostergable entender que el desarrollo del
país ha originado y aún lo hace, que grandes mayorías “resuelvan su vivienda”
ocupando suelo y creando sectores y barrios vulnerables desde todo punto de
vista: social, geológico, geotécnico, sísmico, educativo, de salud. Por ello hay
que atender la urgencia, pero también es urgente detener las ocupaciones
espontáneas que han creado lo que hoy es el problema crucial.
Los damnificados de hoy no son de hoy. Son desde el día
que ocuparon pendientes, quebradas, “tierras de nadie”. Sería un tremendo error
atender la emergencia de los damnificados y olvidar su origen. Por ello, además
del programa en curso para cumplir metas de 150 ó 200 mil viviendas, hay que
minimizar, y muy pronto eliminar, la necesidad de ocupar tierra para construir
ilusiones habitacionales. Por eso, en paralelo al anterior programa, debe iniciarse
ya la gestión de urbanización de tierra para que las familias construyan sus
viviendas completas y básicas, las que puedan. Otras sus ranchos que serían muy
pronto sustituidos por viviendas básicas que progresivamente se irán ampliando
hasta satisfacer las plenas necesidades familiares.
Si se iniciaran 40 urbanismos en las principales ciudades
de mayor desarrollo y por tanto de migraciones o necesidades de vivienda del
país, de unas 5 mil viviendas cada uno, tendríamos a 200 mil familias llenas de
esperanza de mudarse en corto tiempo, ocho meses, a unas urbanizaciones de
desarrollo progresivo de sus viviendas, pero desde el comienzo con parques,
escuelas, centros de salud, transporte.
Es peligrosísimo obviar estrategias de prevención de
ocupaciones por priorizar estrategias de atender las necesidades evidentes
existentes. Sería un proceso perverso, mientras atendemos a los necesitados se
siguen creando nuevas familias necesitadas. Ambos programas deben
complementarse.
¿Y EN LOS BARRIOS QUÉ?
Este es el tercer problema clave. Es inútil pensar, que
se podrán eliminar los barrios. Muchos de ellos no sólo son estables geológica
y geotécnicamente todavía (no sabemos hasta cuándo si siguen sin atenderse),
sino que muchos están cerca de las fuentes de empleo y transporte, que los hace
más estables y aptos para ser intervenidos y resolver sus deficiencias
sociales, estructurales, de servicios y de equipamientos. Este es el tercer
programa, sumado a la producción de 350 mil viviendas en dos años y la de
urbanizar masivamente tierra en todo el país. Es deseable que las metas de
viviendas para los años 2011 y 2012 no impidan ejecutar esas otras dos
estrategias de mediano y largo plazo.
CRITERIOS DE UNA REVOLUCIÓN URBANA
En nuestra modesta y discutible visión, nos atrevemos a sugerir algunas ideas que deben signar la actual intervención urbana especialmente en Caracas. Pedimos excusas anticipadas por la irreverencia de hacer propuestas, cuando nadie las ha solicitado.
Con todos los riesgos e impactos que implica, el sendero
escogido de intervenir terrenos, grandes como Fuerte Tiuna o parcelas aisladas
en muchos lugares de la ciudad, hay que entenderla como una oportunidad para contribuir al
reordenamiento de Caracas. Usando los terrenos libres o degradados, resultados
de una visión mercantil y excluyente para:
ü Equilibrar la dotación
de servicios y equipamientos deficitarios en diferentes sectores de la ciudad.
ü Regresar y reforzar el uso
residencial a sectores predominantemente comerciales e industriales
(decadentes o subutilizados) que en otras épocas eran residenciales.
ü Generalizar la vivienda comunitaria de
alta densidad con baja altura, como la urbanización El Silencio. Existen abundantes
estudios, investigaciones, ejemplos construidos, demostraciones fehacientes, de
las ventajas de este enfoque frente a la expresión mercantil y excluyente de
torres aisladas en parcelas separadas por linderos y retiros ineficientes y
subutilizados. Es más sustentable social, física y económicamente, conjuntos de
viviendas continuos en la parcela, sin espacios residuales, con mezcla de usos,
patios interiores, de baja altura y mejor aprovechamiento del suelo, que
alcanzan densidades altas con baja altura.
ü Mientras que los conjuntos de torres tienen retiros “tierra de nadie”, más áreas de fachadas, más gastos de energía
(ascensores, paredes expuestas al sol, sólo dos ejemplos), poca o nula
integración vecinal y comunitaria, excesivas áreas de calles y como
consecuencia de alumbrado, redes de cloacas y agua, recolección de basuras. Lo
que se pudo observar de las propuestas de Fuerte Tiuna van por este camino. En
próxima página ampliaremos sobre ese importante desarrollo y sobre otros
criterios.
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