viernes, 12 de abril de 2013

AyB 234 - 12 Agosto 2010

AyB 234 - 12 Agosto 2010



 
 
 
 

CARRETERAS



Lo que a continuación se describe debe ser familiar para muchos, pero es necesario recordarlo por su importancia. Viajar por nuestro territorio en vehículo significa confrontar insólitas circunstancias. La perplejidad nos embarga porque esas circunstancias se mantienen a través de los años y pareciera que nadie se da cuenta, nos referimos a los que les compete corregirlas, porque los que las sufrimos corremos, cada vez que viajamos, un gran riesgo. Veamos cuales circunstancias son, en este caso nos referimos a viajar desde Caracas a Porlamar.

1 La carretera de Oriente tiene trechos de autopistas y otros de carreteras. Todos con iguales condiciones: huecos a montones; fallas de bordes igual, pero unas a la vista y otras cubiertas por el monte; la demarcación con pintura de tráfico de los canales de circulación y de los bordes es escasísima, casi inexistente, incluso en los trechos recién repavimentados; la señalización de tránsito como tipo de curvas, aviso de intersecciones, nombres de los sitios, nombres a donde conducen las vías, etc., son prácticamente inexistentes. En fin las carreteras están en un pésimo estado y casi nulo mantenimiento, y significan un grave riesgo para la vida de millones de personas que se trasladan por ellas. ¿Por qué no se decide quien es el responsable y asume la competencia de mantenerlas todos los días y por siempre? Debemos rescatar la cultura del mantenimiento, de la prevención, de adelantarnos, en lo posible, a los inconvenientes del desgaste natural de los servicios e infraestructuras.

2 Los burros, muros, policías acostados o reductores de velocidad, como quieran que los llamen, merecen un comentario aparte. Mejor que eso, unas preguntas: ¿Quién puede explicar racionalmente que la manera de reducir la velocidad es poniendo un obstáculo de esa naturaleza en una carretera nacional? ¿Quién los coloca? ¿Quién responde por tan palmaria, absurda e inexplicable “solución”? ¿Por qué no se decreta su extinción total y definitiva del territorio venezolano, igual que las armas nucleares? ¿Alguien ha pensado en el grado de subdesarrollo que significa el uso de burros?

3 La vigilancia es aleatoria. De día, en algunos pocos trechos se ven patrullas, de noche, bien gracias. ¿Por qué no hay una vigilancia permanente 24 horas y además de bien localizada, muy bien identificada para conseguirla cuando se la requiera? Es imperativo poner orden en las normas de tránsito y transporte. Los autobuses expresos de traslados interurbanos van a toda velocidad y nadie los controla, ni la empresa propietaria ni la escasísima vigilancia de carreteras. Los pasajeros se exponen a ser mal tratados si protestan. Una autopista o una carretera sin vigilancia permanente es desproteger a los ciudadanos y es una irresponsabilidad pública. Las autoridades locales tienen que asumir esa función o transferirla al gobierno nacional.

4 Los peajes ¡Hay los peajes! Ellos son la expresión de la provisionalidad de la que hablaba Cabrujas. Del campamento que parece ser nuestra actitud en lo que hacemos. Los quitan, los ponen, los desmontan, los dejan. Unos poquitos funcionan. Otros no. Otros funcionan como reductores de velocidad. Para ello les colocan burros y les abren unos huecos para ayudar a los burros en su tarea de molestar a la gente. ¿Por qué no los convierten en centros comunitarios de servicios viales tipo “espejo” o “gemelos” (uno de cada lado y conectados con un puente-restaurante sobre la vía)? Con ventas, baños, comederos, grúas, policía, ambulancias, bomba de gasolina, parques para niños. En estos centros de servicios las diferentes comunidades locales los autogestionarían para ubicar, bien diseñados y ¡por arquitectos!, y con funcionales accesos y estacionamiento, sus ventas de legumbres, frutas, casabes, dulces, jalea de mango, cachapas con queso y cochino frito, empanadas, arepa pelada, cestas, muñecas de trapo, hamacas y el sin de la artesanía culinaria y artística de las comunidades vecinas.

5 El ferry. La vía terrestre tiene sus fallas, pero la marítima es realismo mágico. ¿Por qué no hay competencia a tamaña ineficiencia e irrespeto a los pasajeros? El calvario se inicia en la compra de los boletos: colas y más colas. Continúa en el terminal de Puerto La Cruz. Allí, nueva colota a sol tendido por varias horas. Sólo se permite subir con el vehículo al conductor, los demás a hacer una cola parados, mojándose y agresivos para “coger puesto en el ferry”. Los controles oficiales lentos y en oportunidades irrespetuosos. Adentro del barco, a buscar puesto los que llegaron un pelín tarde, como no hay, deben sentarse en el suelo o donde puedan. Parece que la empresa cree que vender puestos numerados es un pecado mortal, y es muy católica. Así que los pasajeros deben aplicar sus modales y culturas para resolver por si mismos los efectos del pecado mortal. Los baños, a veces limpios, otras no. Colas para comer, tomar un cafecito y a veces para el baño. En fin el paseo por ferry es una cola tras otra. Al final otra cola para salir a buscar los vehículos. Luego otra para evacuar el barco. El regreso es similar, pero el terminal de Punta de Piedras, en Margarita, fue construido por los primeros canarios allá por 1.500 DC y se ha mantenido inalterable. Es un ejemplo de constancia y conservacionismo del patrimonio (a punto de colapsar, pero ese es su encanto). Los de a pie deben correr, después de una cola en el terminal, por un puente larguísimo, peleándose entre ellos para avanzar más rápido y “coger puesto” y además sin dejarse atropellar por los carros que van igualitos que a los de a pie y por los mismos motivos. Un espectáculo de inobjetable civismo, comodidad, eficiencia y trato respetuoso a los ciudadanos ¿Es eso un ejemplo de democracia, de calidad de vida, de éxito empresarial, de libertad económica, de propiedad privada pujante y hacedora de país? ¿Hasta cuándo se aguantará esta inaudita forma de viajar a Margarita? ¡Cuando se ven los ferrys convencionales, el suspirito de tranquilidad es infinito! ¿Consuelo de tontos? ¿Será posible una “conferry bolivariana”? Que además de Margarita diversifique destinos y puertos de salida. Una flota de embarcaciones adaptadas para viajes por mar, lagunas, ríos, por todo el territorio nacional. Las vías existen (mares y ríos), sólo faltan ferrys y similares. Incluso para ir a destinos extranjeros cercanos: Cartagena, islas caribeñas, Trinidad, etc. ¿Sería un sueño?


¡IMPRUDENCIA A MILLÓN!



Detallen la foto, imaginen la velocidad del autobús para pasar a dos carros. Realidad diaria en las carreteras. ¿Quién le pone el cascabel al gato? La vida de muchos depende del juicio, o de su carencia, de un conductor. ¿Qué hacer?

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