CARRETERAS
Lo que a continuación
se describe debe ser familiar para muchos, pero es necesario recordarlo por su
importancia. Viajar por nuestro territorio en vehículo significa confrontar
insólitas circunstancias. La perplejidad nos embarga porque esas circunstancias
se mantienen a través de los años y pareciera que nadie se da cuenta, nos
referimos a los que les compete corregirlas, porque los que las sufrimos
corremos, cada vez que viajamos, un gran riesgo. Veamos cuales circunstancias
son, en este caso nos referimos a viajar desde Caracas a Porlamar.
1 La carretera de Oriente
tiene trechos de autopistas y otros de carreteras. Todos con iguales condiciones:
huecos a montones; fallas de bordes igual, pero unas a la vista y otras
cubiertas por el monte; la demarcación con pintura de tráfico de los canales de
circulación y de los bordes es escasísima, casi inexistente, incluso en los
trechos recién repavimentados; la señalización de tránsito como tipo de curvas,
aviso de intersecciones, nombres de los sitios, nombres a donde conducen las
vías, etc., son prácticamente inexistentes. En fin las carreteras están en un
pésimo estado y casi nulo mantenimiento, y significan un grave riesgo para la
vida de millones de personas que se trasladan por ellas. ¿Por qué no se decide
quien es el responsable y asume la competencia de mantenerlas todos los días y
por siempre? Debemos rescatar la cultura del mantenimiento, de la prevención,
de adelantarnos, en lo posible, a los inconvenientes del desgaste natural de
los servicios e infraestructuras.
2 Los burros, muros,
policías acostados o reductores de velocidad, como quieran que los llamen,
merecen un comentario aparte. Mejor que eso, unas preguntas: ¿Quién puede
explicar racionalmente que la manera de reducir la velocidad es poniendo un
obstáculo de esa naturaleza en una carretera nacional? ¿Quién los coloca?
¿Quién responde por tan palmaria, absurda e inexplicable “solución”? ¿Por qué
no se decreta su extinción total y definitiva del territorio venezolano, igual
que las armas nucleares? ¿Alguien ha pensado en el grado de subdesarrollo que
significa el uso de burros?
3 La vigilancia es
aleatoria. De día, en algunos pocos trechos se ven patrullas, de noche, bien
gracias. ¿Por qué no hay una vigilancia permanente 24 horas y además de bien
localizada, muy bien identificada para conseguirla cuando se la requiera? Es
imperativo poner orden en las normas de tránsito y transporte. Los autobuses
expresos de traslados interurbanos van a toda velocidad y nadie los controla,
ni la empresa propietaria ni la escasísima vigilancia de carreteras. Los
pasajeros se exponen a ser mal tratados si protestan. Una autopista o una
carretera sin vigilancia permanente es desproteger a los ciudadanos y es una
irresponsabilidad pública. Las autoridades locales tienen que asumir esa
función o transferirla al gobierno nacional.
4 Los peajes ¡Hay los
peajes! Ellos son la expresión de la provisionalidad de la que hablaba Cabrujas.
Del campamento que parece ser nuestra actitud en lo que hacemos. Los quitan,
los ponen, los desmontan, los dejan. Unos poquitos funcionan. Otros no. Otros funcionan
como reductores de velocidad. Para ello les colocan burros y les abren unos
huecos para ayudar a los burros en su tarea de molestar a la gente. ¿Por qué no
los convierten en centros comunitarios de servicios viales tipo “espejo” o
“gemelos” (uno de cada lado y conectados con un puente-restaurante sobre la
vía)? Con ventas, baños, comederos, grúas, policía, ambulancias, bomba de
gasolina, parques para niños. En estos centros de servicios las diferentes
comunidades locales los autogestionarían para ubicar, bien diseñados y ¡por
arquitectos!, y con funcionales accesos y estacionamiento, sus ventas de legumbres,
frutas, casabes, dulces, jalea de mango, cachapas con queso y cochino frito,
empanadas, arepa pelada, cestas, muñecas de trapo, hamacas y el sin de la
artesanía culinaria y artística de las comunidades vecinas.
5 El ferry. La vía
terrestre tiene sus fallas, pero la marítima es realismo mágico. ¿Por qué no
hay competencia a tamaña ineficiencia e irrespeto a los pasajeros? El calvario se
inicia en la compra de los boletos: colas y más colas. Continúa en el terminal
de Puerto La Cruz. Allí ,
nueva colota a sol tendido por varias horas. Sólo se permite subir con el
vehículo al conductor, los demás a hacer una cola parados, mojándose y
agresivos para “coger puesto en el ferry”. Los controles oficiales lentos y en
oportunidades irrespetuosos. Adentro del barco, a buscar puesto los que
llegaron un pelín tarde, como no hay, deben sentarse en el suelo o donde
puedan. Parece que la empresa cree que vender puestos numerados es un pecado
mortal, y es muy católica. Así que los pasajeros deben aplicar sus modales y
culturas para resolver por si mismos los efectos del pecado mortal. Los baños,
a veces limpios, otras no. Colas para comer, tomar un cafecito y a veces para
el baño. En fin el paseo por ferry es una cola tras otra. Al final otra cola
para salir a buscar los vehículos. Luego otra para evacuar el barco. El regreso
es similar, pero el terminal de Punta de Piedras, en Margarita, fue construido
por los primeros canarios allá por 1.500 DC y se ha mantenido inalterable. Es
un ejemplo de constancia y conservacionismo del patrimonio (a punto de
colapsar, pero ese es su encanto). Los de a pie deben correr, después de una
cola en el terminal, por un puente larguísimo, peleándose entre ellos para avanzar
más rápido y “coger puesto” y además sin dejarse atropellar por los carros que
van igualitos que a los de a pie y por los mismos motivos. Un espectáculo de
inobjetable civismo, comodidad, eficiencia y trato respetuoso a los ciudadanos
¿Es eso un ejemplo de democracia, de calidad de vida, de éxito empresarial, de
libertad económica, de propiedad privada pujante y hacedora de país? ¿Hasta
cuándo se aguantará esta inaudita forma de viajar a Margarita? ¡Cuando se ven
los ferrys convencionales, el suspirito de tranquilidad es infinito! ¿Consuelo
de tontos? ¿Será posible una “conferry bolivariana”? Que además de Margarita
diversifique destinos y puertos de salida. Una flota de embarcaciones adaptadas
para viajes por mar, lagunas, ríos, por todo el territorio nacional. Las vías existen
(mares y ríos), sólo faltan ferrys y similares. Incluso para ir a destinos
extranjeros cercanos: Cartagena, islas caribeñas, Trinidad, etc. ¿Sería un
sueño?
¡IMPRUDENCIA A
MILLÓN!
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