URBANIZAR TIERRA MASIVAMENTE (1)
1 La planificación urbana en Venezuela tiene una historia cuyos
resultados han sido bastante desastrosos. Una razón ha podido ser que los
planes han sido muy mal concebidos, peor diseñados y elaborados en tiempos tan
largos que al ser terminados ya estaban totalmente obsoletos. En muchos casos
ni siquiera hay planes. Otra que a lo mejor los planes estaban bien y su
ejecución, es decir la ejecución de las obras estructurantes urbanas, no ha
seguido los planes. Tal vez haya sucedido todo lo malo a la vez.
2 La planificación nació mal. Es cierto que en los 50 se creó la
Comisión Nacional de Urbanismo y que en la práctica se adelantaron algunos
planes de desarrollo urbano para las principales ciudades. Un caso célebre fue
el Plano Regulador de Valencia preparado y aprobado por el Concejo Municipal de
esa ciudad a pesar de la violenta oposición del por entonces Ministerio de
Obras Públicas. La historia dio la razón al Concejo Municipal, en especial con
la gran Zona Industrial prevista, y hoy Valencia es una de las ciudades más
dinámicas del país; aunque su proceso de urbanización ha sido igualmente
caótico.
3 Lo cierto es que nunca tuvo una base legal nacional sólida hasta 1983
en que se aprobó la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio, según la
cual el Poder Nacional tomaba las decisiones hasta un cierto nivel de detalle y
decretaba los POU (Planes de Ordenamiento Urbanístico) y luego en 1987 cuando
la Ley de Ordenación Urbanística, complementaria de la anterior y en la que se
le atribuía al Poder Municipal una cierta capacidad de decisión, en los niveles
dependientes del POU, que se concretaban en los Planes de Desarrollo Urbano
Local (PDUL). Su nacimiento tardío quizás determinó su escasísimo impacto en el
desarrollo y configuración de nuestras ciudades, todas caóticas, sin
funcionalidad, impulsando la segregación y la marginalidad, carentes de
estructura y de las áreas de servicios y equipamientos necesarias.
4 Estas Leyes han demostrado su total ineficacia. En 2005 la Asamblea
Nacional aprobó la Ley Orgánica para la planificación y Gestión de la
Ordenación del Territorio pero nunca recibió el ejecútese y es letra muerta.
Siguen vigentes las leyes de los 80. En el fondo del problema está en primer
lugar en la coexistencia de un estado débil y complaciente y los muy poderosos
intereses de los propietarios de la tierra interesados en sacarles el máximo
provecho económico a su desarrollo sin miramiento algunos por los nefastos
impactos sociales de sus acciones.
5 Un ejemplo. Hay propietarios de terrenos urbanos de cierta extensión
que deciden urbanizarlos. La Ley exige áreas de reserva para algunos
equipamientos urbanos según la capacidad de población del terreno. Un terreno
grande con una gran población exige áreas para educación superior y salud que
no se exigen cuando la población está por debajo de ciertos límites. La
práctica de la explotación inmobiliaria es que el propietario divide su terreno
en lotes más pequeños, con una capacidad de población menor y que por lo tanto
no tiene la obligación de prever las áreas para equipamientos superiores. Al
final construye por separado todas las partes en que ha dividido su propiedad y
obtiene un área vendible mucho mayor porque no ha incluido, legalmente, las
áreas para equipamientos superiores. La ciudad queda con su buen déficit de
equipamientos.
6 Otro caso. Cuando existe, el Plano de Ordenación Urbanística prevé
áreas de expansión para la ciudad respectiva por plazos de 20 a 25 años, en
general. Hay una buena cantidad de tierra por desarrollar, pero normalmente eso
no pasa de una manera progresiva, ordenada, sino que el propietario de un
terreno en la periferia, desconectado del resto de la ciudad, decide
desarrollarlo y lo hace porque la Ley se lo permite. El Estado tiene que
construir calles y tuberías de agua, cloacas y electricidad hasta esos terrenos
alejados, a un gran costo, que va en beneficio del propietario privado y quedan
en la ciudad grandes zonas despobladas, terrenos sin desarrollar, sujetos al
azar de la dinámica inmobiliaria.
7 Un tercer caso. En las poquísimas ocasiones en que Planes de
Ordenamiento aprobados, estos son frecuentemente modificados por los Concejos
Municipales. A un terreno con baja densidad se le sube la densidad, muchas
veces de manera exagerada, con lo que el valor del terreno sube a la
estratosfera, con inmensos beneficios para los propietarios. No importa que la
nueva población congestione el tráfico, empeore la dotación de servicios, cree
problemas ambientales. Money, Money, Money.
8 Otro aspecto catastrófico es que nuestro planeamiento y nuestra
gestión urbanos están calcados de modelos importados de países con historias,
tradiciones y realidades totalmente diferentes a las nuestras. Los modelos
europeos y norteamericanos que hemos adoptado no funcionan en Latinoamérica y
en Venezuela por supuesto mucho menos. Esos modelos desconocen la existencia de
la marginalidad, la informalidad, todo ese extraordinario mundo que establece
su propio ordenamiento y su propia dinámica en total ruptura con los del
establecimiento tradicional hasta ahora incapaz de encontrar un ajuste
aceptable y por lo tanto en una permanente y cada vez más aguda conflictividad.
9 Nuestras metodologías de planificación y gestión urbana tienen la
ridícula aspiración de hacer desaparecer esa insurgente realidad cubriéndola
con un manto que denominan las zonas de desarrollo especial. Hay una dicotomía
extrema entre las casi inexistentes
normas legales y formales de urbanización para las zonas de barrios, llamadas
zonas especiales y la realidad de esos barrios donde habita, según se estima,
el 60 % de la población venezolana. En otra línea Gobierno tras gobierno han
tratado de ejecutar algunas obras concretas de mejoramiento de la situación de
los barrios: Consolidación de barrios, centros de servicios, habilitación de
los barrios, etc. Iniciativas palúdicas, anémicas, fantasmagóricas que nada han
logrado frente a la magnitud del problema que además sigue creciendo
aceleradamente. Por todo esto hay que urbanizar mucha tierra, masiva,
continuamente. Dios ilumine a nuestros gobernantes antes del Apocalipsis.
¡ASÍ SE HACE, MAGNÍFICO!
Desmontaje de publicidades en edificios de Plaza Venezuela. Caracas. Sólo faltan por desmontar dos más. Cortesía de Iris Espinoza. Octubre 2010. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario