martes, 23 de abril de 2013

AyB 271 - 12 Mayo 2011


AyB 271 - 12 Mayo 2011








ES BUENO EL CILANTRO, PERO NO TANTO

Los venezolanos debemos hacer un esfuerzo por vernos a nosotros mismos y a los demás con respeto. Obvio. Pero sobre todo con reconocimiento de los atributos mutuos. En cualquier relación el otro sabe igual que uno o más. O no sabe de algo pero si de otras cosas.

¿A qué viene esto? A que nuestros “pobres” tienen sus capacidades y posibilidades para alcanzar mejoras en su calidad de vida, aunque hayan sido excluidos durante siglos y vivan en la fragilidad de la miseria que aún perdura. Por lo tanto, los planes y programas del Estado, por ejemplo en vivienda, deben formularse y ejecutarse con un enfoque que los valore. Sin dádiva ni caridad a quien vive en precariedad social, económica y física y por ello “regalarle” la casa.

Por el contrario, todos los programas públicos deben impactar favorablemente a sus beneficiarios, pero también deben exigir una contraprestación o compromisos. La casa o el apartamento en ningún caso, salvo en muy, pero muy particulares circunstancias, deben ser gratis. Hay formas de “pagar” la vivienda. Con trabajo comunitario voluntario. Con acuerdos para cancelaciones futuras cuando mejore la situación de la familia. O hasta con el compromiso de barrer el frente de su casa.

Hay muchas otras formas. Pero lo que parece importante, es que las políticas y los programas públicos, no sólo deben crear provecho al colectivo sino que además, deben ser profunda y ampliamente, formativos y estimulantes de la ética y el desarrollo integral de la población. Considerar a los venezolanos capaces pero en realidades precarias y por tanto apoyarlos basándose en sus posibilidades y potencialidades, es muy diferente a asistirlos por caridad, porque son pobres.

Nada de eso. La Gran Misión Vivienda Venezuela debe sustentarse en los recursos del Estado, pero además en las aptitudes de los beneficiarios. Por ello se debería solicitar, a todos los grupos familiares que se inscriban, en el registro actualmente en proceso, cuáles son sus posibles o potenciales aportes al programa de vivienda en ahorros, terrenos, horas de trabajo y experticias.

La vivienda debe obtenerse con afán y contribución de las familias, además del enorme rol del Estado. Así, la Gran Misión Vivienda respeta, valora, estimula y haría sentir a la familia agradecida y orgullosa. Y para colmo, optimizaría el uso de los bienes públicos, lo cual permitiría atender a más hogares. Pero además, el socialismo se construye con consciencia política y con ardor comprometido y reflexivo del colectivo. Sin un estado excesivamente benefactor, que disminuye al individuo. La contraprestación templa al pueblo. El socialismo urge de entereza y constancia. Jamás de flaquezas.


¿PRIVATIZAR LOS PARQUES?


En los 80 la Tatcher en Inglaterra y Reagan, impulsaron el neoliberalismo como triunfo de la libertad total para los agentes económicos, con su corolario inmediato: la destrucción de todos los mecanismos de regulación total, especialmente del Estado como institución. En Venezuela se impuso plenamente en los 90 con las segundas presidencias de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera. Muchísimas empresas de propiedad pública fueron privatizadas y la gran presa, la riqueza petrolera venezolana, estaba a punto de ser entregada al capital privado en 1998. La victoria de Chávez salvo al país de la debacle. En la actualidad el proceso se ha invertido y el proyecto de país socialista ha estimulado los procesos de nacionalización a niveles nunca vistos. El socialismo es el polo opuesto de la privatización.

¿Qué pasa entonces? ¿Por qué el gobierno socialista está empeñado en la privatización de los espacios públicos? Estamos frente al proyecto de la inminente construcción de 776 apartamentos en terrenos del Parque Vargas. Los terrenos a ser ocupados pertenecen a todo el pueblo, a todos los habitantes de Caracas y del país. Son terrenos que han debido utilizarse para los equipamientos colectivos de los que hay un déficit gigantesco en la ciudad y para parques. En la actualidad están abandonados y subutilizados por la desidia y la ineficacia de las autoridades públicas que tenían la obligación de construir y sembrar y equipar. Pero están ahí y podrían ser utilizados para el bienestar público y para elevar el nivel de la calidad de vida de todos los ciudadanos. Al construirse viviendas esos terrenos se privatizan y pasan a ser propiedad de un puñado de individuos en detrimento de los derechos de la sociedad. Es una decisión anti socialista y absurda.

Se aduce que esas viviendas son para los damnificados por las lluvias recientes. El problema es darles vivienda a esos damnificados y es correctísimo el empeño del gobierno de darles viviendas a esos damnificados. Pero para eso no tienen que atentar contra los bienes de todo el pueblo y de toda la sociedad, que utiliza esos bienes, esos terrenos para satisfacer necesidades colectivas, públicas, sociales universales. Es perfectamente posible construir esas viviendas en terrenos que no son utilizados o que deben ser utilizados para beneficio de todo el mundo y elevación de la calidad de la vida de todo el mundo.

¿No son demasiado flojos, demasiado cómodos, los encargados de resolver el problema de los damnificados para pretender privatizar los terrenos que están más a la vista y que tienen una excelente accesibilidad? Por ahí están terrenos del INAVI, como sus grandes propiedades en Macarao, con anteproyecto listo, con cabida para 12.000 viviendas. Ahí mismito, al lado, magníficos terrenos en el triángulo delimitado por la Av. Lecuna, la Av. Fuerzas Armadas y la Autopista, completamente subutilizados y listos para una intervención masiva de renovación urbana. Pero como que es mucho trabajo. Es más fácil privatizar el Parque Vargas. Pero así se construye el anti socialismo no la sociedad socialista del futuro.

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