LLUVIAS Y TERREMOTOS
Cada día es más alarmante la vulnerabilidad
del país. Las lluvias, por ejemplo, causan tal impacto y destrucción en
puentes, carreteras, presas, sembradíos, cerros, barrios, urbanizaciones, que
muestra contundentemente que el territorio fue urbanizado y ocupado durante
siglos sin las consideraciones ambientales elementales. Ha sido un enfoque con
metas facilistas y de rápido beneficio sin considerar el futuro ni la
racionalidad del uso de los recursos y del territorio.
La gestión actual del gobierno se encuentra
asediada por la situación casi continua de emergencias causadas por las
lluvias. Impresiona la magnitud de recursos y los enormes esfuerzos que se
tienen que disponer para atender las urgencias. Esto es un obstáculo inmensurable
para el desarrollo.
Hay que afrontar las circunstancias y los
problemas causados por la errática ocupación y urbanización del territorio. Sin
duda. Pero igualmente, sin la menor vacilación, es necesario repensar,
planificar y reurbanizar, con otros objetivos y enfoques.
No basta con reparar los daños hay que anticiparlos
y evitarlos. La gestión de las emergencias debe impregnarse de una visión preventiva
que minimice la repetición del daño aunque ello obligue, por ejemplo, a no
reparar una infraestructura sino a sustituirla, cuando sea el caso, para que no
vuelva a colapsar por los efectos de las lluvias.
Hay otra amenaza latente: los terremotos. Que
a diferencia de las lluvias que son periódicas año tras año, éstos suceden
distanciados en el tiempo y sus consecuencias se olvidan. Pero son
extremadamente importantes porque aparte de que no avisan y no estamos
preparados, sus impactos se estiman inimaginables en los sectores urbanos de
mayor pobreza y vulnerabilidad social, económica y física: por ejemplo en los
barrios de Caracas.
Conviene evocar al terremoto de Haití del año
pasado, que evidenció dramáticamente la importancia de la prevención,
destacando como el incumplimiento de principios básicos de construcción
sismorresistente conduce inevitablemente en un corto, mediano o largo plazo a
una catástrofe.
Las viviendas en los barrios en Caracas son
similares a las derrumbadas en Haití, por dos razones: (1) Son tipologías
constructivas hechas a base de paredes de bloques con pocos elementos confinantes
de concreto armado, y (2) han sido construidas sin cumplir normas técnicas ni
seguir fundamentos esenciales de diseño contra terremotos.
Las construcciones diseñadas con normas
técnicas antiguas son también vulnerables a los terremotos. Hospitales,
edificios, puentes y viaductos derrumbados en California durante los sismos de
1971, 1989 y 1995 y en Japón en 1995, que habían sido diseñadas con normas sísmicas
demostraron ser insuficientes para proveer una protección adecuada. También las
escuelas derrumbadas en Cariaco en 1997 cumplían con las normas de la época
cuando fueron construidas, pero están lejos de satisfacer los requerimientos
sismorresistentes modernos vigentes en el país.
El riesgo elevado de las construcciones
antiguas ha sido enfrentado desde hace varias décadas en numerosos países, en
donde se han desarrollado programas masivos de refuerzo sismorresistente. En el
caso de Venezuela se estima que más de un 50% de su infraestructura fue
desarrollada con normas sísmicas que hoy se consideran insuficientes para una
protección adecuada.
Hay 247 escuelas en zonas de elevada amenaza
sísmica en el país que son similares a las que se derrumbaron en el sismo de
Cariaco, que deben ser reforzadas a la brevedad. Si se cayeron en 1997, también
lo pueden hacer en el próximo evento.
Es urgente el inicio de un programa nacional
de reducción del riesgo sísmico que proteja a la población y a la
infraestructura del país. Las lecciones de Haití, también la de Chile ese mismo
año, no pueden ignorarse.
Conociendo la elevada vulnerabilidad de las
construcciones existentes más antiguas, la gestión debe priorizar el estudio y
refuerzo de la infraestructura necesaria en emergencias, tales como escuelas, centros
de salud, edificios de bomberos y protección civil y edificaciones de gobierno.
En el ámbito de la construcción popular se
deben generar guías didácticas para la construcción de nuevas viviendas
sismorresistentes y el refuerzo de las existentes. En viviendas formales,
establecer los reglamentos municipales necesarios para crear incentivos ante
las comunidades organizadas para evaluar y reforzar las edificaciones más
antiguas.
El éxito de estas acciones sólo se pudiese
garantizar con el uso de medios masivos de difusión que efectivamente logren
implantar una cultura sismorresistente colectiva.
SABÍA UD QUE…
El terremoto de Haití (2010)
provocó la muerte de unas 220.000 personas debido principalmente al colapso de
viviendas, derrumbó a la mayoría de los edificios de gobierno, destruyó 50 hospitales
y centros de salud y 1.300 edificios escolares. El daño causado equivale al
120% de su PIB de 2009.
El terremoto de Chile del
mismo año que liberó 500 veces más energía que el de Haití, provocó la muerte
de no más de 600 personas y daños a un nivel mucho menor.
Caracas está expuesta a
terremotos mayores que el de Haití. El terremoto de 1812 provocó la muerte de
aproximadamente 1/3 de la población de Caracas, liberó una energía estimada
unas 5 veces mayor que la liberada en Haití. El de 1900 cuyos efectos no fueron
tan graves por encontrarse la fuente sísmica a distancia considerable de
Caracas, liberó una energía aproximadamente 11 veces mayor que la de Haití. El
evento moderado de 1967 liberó aproximadamente sólo 1% de la energía que liberó
el de 1910. Eventos de gran tamaño no ocurrieron en Caracas en el siglo XX pero
seguramente se repetirán en los años venideros.
RECONOCIMIENTO
Los escribidores de Aceras y Brocales
agradecemos la colaboración del Ing. Oscar Andrés López (IMME-UCV) en la
elaboración de esta página, la cual hubiera sido imposible sin sus aportes.
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