viernes, 1 de marzo de 2013

AyB 087 - 31 Mayo 2007

Ultimas Noticias | Jueves 31 de Mayo de 2007



Misión árbol ¡qué fracaso!

Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé

acerasybrocales@gmail.com

 
 Seguramente docenas de gobernadores y centenares de alcaldes deben estar plantando miles y miles de árboles en todas las calles y avenidas de Venezuela, con ese afán que los distingue, con esa preocupación sincera y desinteresada por el bienestar de las comunidades y por su calidad de vida. Anhelando sombra y oxígeno nuestros representantes legítimos seguramente deben estar aplicando, con la conciencia cívica que los caracteriza, el amplio plan de reforestación rural y urbana que el presidente Chávez ha reclamado con el nombre milagroso de Misión Árbol.

¿Qué no es así? ¿Qué no ha ocurrido tal cosa? ¿Que asintieron con la cabeza, aplaudieron como siempre, y luego no hicieron absolutamente nada? ¿Qué nuestras ciudades y nuestros pueblos siguen siendo el peladero que nuestros ojos bien conocen? Ciertamente era demasiado esperar. La desidia y la falta de iniciativa, combinada con la ignorancia supina y la ausencia de conciencia política -que de eso se trata en el fondo, de no entender la trascendencia y valor de darle sombra, aire puro y belleza a los ciudadanos tropicales- ha hecho que el llamado inteligente de Chávez haya caído, como en demasiadas otras cosas, en saco roto.

¿Qué hacer? ¿Seguir en la quejadera? Pues no, para eso está el poder popular. Que los Consejos Comunales asuman, en esto como en todo lo demás, su papel de proponer y controlar. ¡Ciudades verdes y alegres! Que las calles y las plazas se llenen de árboles. ¡Como es justo en un plan de organizar el país para el socialismo del siglo XXI!



En busca del tiempo perdido


Tal vez jamás hubo como ahora tanto apoyo político y económico al sector urbano y de la vivienda. Y quizás nunca se han presentado tantas oportunidades. Pero la conducción ha fallado, a pesar de las iniciativas aisladas de Baldó y Montes. Para recuperar el tiempo perdido, nada mejor que la velocidad de Milka Duno. Es necesaria una avalancha estratégica en el sector ¿Cómo? Desde el Gobierno Nacional, con la participación del variado elenco vinculado al sector, proponemos algunas acciones.

¿Qué necesitamos, cuánto y en dónde? Hay que identificar y cuantificar necesidades de tierra, viviendas, servicios y equipamientos en todo el país.

Adquirir o expropiar tierra. Anticipadamente y con base en un inventario de terrenos aptos para urbanizar. Según ciudades, ejes y regiones prioritarias de hoy y las previstas y deseadas.

Elaborar un plan nacional de construcción. Que defina en períodos cercanos a 5 años, tipos de obras y volúmenes por región, garantizando a industriales y constructores, sean comunitarios o privados, una demanda estable para su producción y capacidad de construir.

Racionalizar la industria. Diseñar y aplicar un programa nacional de estímulos a la construcción de la vivienda popular, para estandarizar y lograr la intercambiabilidad de materiales, componentes y sistemas constructivos, enfatizando los que racionalizan los procesos y facilitan la participación comunitaria.

Asistencia técnica comunitaria. Diseñar y poner en funcionamiento unos 100 centros municipales de asistencia técnica integral, en una primera fase, para apoyar a los productores y constructores comunitarios y pequeños empresarios.

Programa nacional en barrios. Para apoyar la ejecución prioritaria de accesos, vialidad, equipamientos y reforzar las estructuras de las viviendas, a través de alcaldías y comunidades.

Mejoramiento profesional. Para todo el talento humano vinculado con el sector: funcionarios, profesionales, técnicos y obreros.

Radical transformación institucional. Indispensable pero inexplicablemente diferida.

Hay más, pero sólo con éstas se iniciaría un rico, creativo y entusiasta proceso integral y a plazos, que estimularía a todos los actores de la cuestión urbana y de la vivienda. En lugar de continuar con el terco y palmario enfoque de que el problema es construir viviendas, desconociendo su naturaleza e implicaciones. ¡Adelante pues! a cometer errores, corregibles, pero por el camino correcto, con mística, honestidad, talento y con la gente.


 

Angustiada ficción macabra


El 26 de mayo pasado la prensa publica como una noticia que el Instituto de Vivienda de Miranda entregó 8 sustituciones de viviendas por ranchos en el Sector Las Marías.

¡Ocho!.

En Ojo de Agua, el Min. Vivienda desalojó unas 100 familias damnificadas y las llevó a casas que el Ministerio ¡compró! en los Valles del Tuy. En el barrio quedaron unas 300 familias por reubicar. Las cifras de producción del Estado, las que circulan, son alarmantes por su insignificancia. ¿Hay otra información escondida sobre los grandes planes de vivienda y hábitat? De acuerdo al derecho constitucional, de nuevo solicitamos al Ministerio de Vivienda la copia del informe que presentó el Ministro en la Asamblea Nacional.

La transparencia de la información es obligatoria para los organismos del Estado.

Dando un salto al futuro, supongamos un terremoto en Caracas, de mediana intensidad como el de 1967. Las estimaciones son de unos miles y miles de muertos y de un millón o más de damnificados.

La alta densidad de construcción en los barrios, sin ningún tipo de previsión antisísmica, hacen perfectamente posibles estas cifras ¿Cómo enfrentaría el Gobierno una catástrofe de esta magnitud? Ocupando 1 m2 por persona esta masa humana rebosaría el área de La Carlota ¿Cómo se van a abastecer de agua y algunos comestibles? ¿Cómo van a satisfacer sus necesidades fisiológicas? Por su concentración sería una terrible experiencia sin comparación con nada, ni siquiera con el tsunami asiático que se extendió por miles y miles de kilómetros. Una desesperada multitud de ese tamaño sería inmanejable. El caos y los saqueos que se produjeron en 1989 no serían nada comparados con esta terrificante posibilidad.

Estamos confiados en que no se producirá ningún terremoto. Que Dios y todos los Santos colaboren es lo que todos deseamos. Que pasen muchas décadas de tranquilidad.

Pero algún día sucederá ¿No puede el Gobierno tomar iniciativas de urgencia e implementar un gran plan de mejoras estructurales en los barrios? Existen varios proyectos, manuales, cartillas de uso masivo pero que requieren asistencia técnica y financiera y voluntad política para aplicarlos ¿No existen esta voluntad y la posibilidad de asistencia? No es posible creerlo.

Pero de ser así no queda más remedio que encender las velas y tener una docena de cápsulas de cianuro a mano para despedirnos amigablemente de este mundo.



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