Ciudad y vivienda
Hechos. Los resultados del referendo pasado
fueron un deslave para ganadores y perdedores. En cierta forma fue una
evaluación muy dura de los avances y logros en el camino seguido para
desarrollar al país. Explicaciones abundan, especialmente claras y descarnadas
por parte de los bolivarianos. Hay que recordar que la realidad es la expresión
de nuestras realizaciones. Refleja lo que pensamos, planificamos y hacemos, en
el campo privado y en el público. El rechazo de la propuesta política para
continuar el camino hacia el socialismo, (muy mencionado pero poco definido), además
de ser una reprimenda, es una extraordinaria oportunidad para revisar el avance
del proceso y de los objetivos, métodos, potencialidades, limitaciones, logros
y fracasos del gobierno. Lástima que la oportunidad se deba a un trancazo y
esté ausente, una vez más, el seguimiento y la evaluación continua,
indispensables en toda gestión. Y hay que analizar: ¿para ello es imprescindible
un resultado adverso? En todo caso, pasó lo que tenía que pasar, y ahora es el
momento de comprender los hechos y responder ante ellos. En nuestro campo, el
de las ciudades y la vivienda, es recomendable revisar internamente, con
profundidad, desnudar y evaluar las implicaciones en el desarrollo integral del
país.
Veamos algunas sugerencias.
Pausa. Una breve interrupción. “De vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a
si mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa
por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras sino cantarse las
verdades” (Ramón Budiño). Los ministros del área, gobernadores, alcaldes,
organizaciones comunitarias, universidades, profesionales y gente sencilla,
todos, debemos detenernos, comprender y entender lo ocurrido. Ubicarlo en su
dimensión y contexto. Entendiendo que mientras más alto el cargo o
responsabilidad, más importante es esta parada en el camino; por supuesto sin
detener la gestión de gobierno, hay que hacerlo en paralelo. Sí, con
contradicción y todo, detenerse pero sin suspender los planes (¿?), programas,
y proyectos. Y allí hay que insistir que le corresponde al ministro de la
vivienda, máximo ductor de la política pública en lo urbano y en la vivienda (y
no al presidente) dar el ejemplo y crear un ámbito propicio para repensar la
acción del gobierno (nacional, estadal, municipal y comunitario).
Reflexión. Esta es la fase clave. Implica tensar al
máximo nuestros conocimientos y experiencias y superar prejuicios e ignorancia,
pero, especialmente, cada quien debe asumir sus responsabilidades sin atribuirlas
a los demás, inclusive si ellos fueron decisivos en el fracaso. Hay que
profundizar e informarse en detalle, hacer todas las “radiografías, exámenes,
resonancias” y demás medidas para llegarle a la médula de lo realizado y
conocer el problema con suma precisión, sin desviaciones y diagnósticos evasivos.
Con este conocimiento hay que identificar las causas que lo originaron,
internas y externas, priorizarlas según importancia e impactos.
Sólo dos preguntitas al rompe: ¿Por qué nuestras ciudades después de 8 o 9
años, siguen mugrientas, con pésimos sistemas de transporte público terrestre,
poquísimos y deficientes espacios públicos, áreas muy vulnerables ante las
lluvias, seguridad personal por el suelo, alcaldes dedicados a la política partidista
en lugar de administradores urbanos eficientes?
¿Por qué las invasiones de terrenos, edificios, casas, hoteles, aumentan y abarcan
cada vez más ciudades, y se construyen cerca de 80 mil problemas-soluciones
(ranchos) cada año, duplicando (casi) las viviendas que construye el gobierno o
los privados?
Responder a estas dos preguntas, elementales y nada oposicionistas, es un
buen comienzo para la necesaria reflexión.
Consulta. Gobierno es dirección, mando, autoridad,
pero según se ejerza es más o menos democrático y por ende más o menos eficiente.
Y la eficiencia está vinculada con el grado de participación de todos. Sólo en
excepciones el individualismo es exitoso. Tanto la reflexión como la
reformulación de la gestión pública urbana y de la vivienda, deben estar
impregnadas de las ideas, deseos, expectativas, frustraciones, esperanzas, que
transmiten los componentes de la comunidad en sus diferentes grados y tipos de
vinculación con este campo tan amplio y complejo. Si algo debe decirse con claridad,
es que en este aspecto la conducción pública es incapaz, decide sin la debida y
oportuna consulta, le teme a la gente y por ello promete pero sin poder
satisfacer en el corto plazo. Priva el asistencialismo sin corresponsabilidad.
Hay que medir el impacto efectivo y real de la baja participación de la gente
en sus asuntos urbanos y de vivienda, a pesar de las puertas que se han abierto.
Hay que ver como las promesas al mejor estilo de la cuarta república han
incidido en la decepción popular. Ejemplo
al azar, el barrio El Ciprés en el oeste de Caracas. Después de un comentario
del Presidente, intervinieron más de 15
organismos. Después de 6 meses, los
resultados: pensiones para algunos niños, bastones, sillas de ruedas, coches, 1
cupo para una casa hogar, 1 operación, medicinas, juguetes. Pero eso sí, ya van
3 censos (ÚN 09-12-07).
Acción. Una vez que se haya hecho la pausa,
reflexionado con inteligencia y madurez, y escuchado a la gente, se debe
reanudar con más bríos la nueva gestión en las ciudades y en la vivienda. Con
claridad de objetivos, políticas definidas por etapas, estrategias adecuadas y
oportunas, métodos eficaces y eficientes, planificando al detalle, con
funcionarios que conozcan el tema y tengan capacidad demostrada, con permanente
seguimiento y evaluación continua de lo ejecutado. No es poca cosa, pero es sólo
entonces que se puede reconducir el proceso por un camino exitoso, o al menos
sin los errores cometidos en la cuarta y en esta república. Y por último, lo
más importante, en todo momento debe estar interviniendo la gente, decisiva y
protagonicamente, en todas las etapas y aspectos. El camino es largo como la
vida misma, pero puede ser lleno de satisfacciones. “Es un proceso que lleva tiempo y dedicación, que exige aprender nuevos
hábitos y a descartar otros, que exige cambios, acción y paciencia”
(El bambú japonés, anónimo).
Una gran pérdida
Intransigente
y exclusivo, no ha podido realizar sino muy pocas, excelentes obras.
Excepcional en su didáctica, no por ello ha de dejar de marcar un gran vacío en
la manera de pensar la
arquitectura. Ahora se ha ido, acompañado de recuerdos de
controversias y de polémicas memorables. Pero más allá de las anécdotas quedan
los valores y los principios sobre los cuales logró construir una personalidad
creadora. Su pasión por el oficio, la certeza de que en la obra construida se
afirma siempre una teoría y una cultura, permanecen como ejemplo conmovedor
para todos.
El
lunes pasado, ha muerto el arquitecto Jesús Tenreiro.
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