domingo, 10 de marzo de 2013

AyB 115 - 13 Diciembre 2007


Ciudad y vivienda


Hechos. Los resultados del referendo pasado fueron un deslave para ganadores y perdedores. En cierta forma fue una evaluación muy dura de los avances y logros en el camino seguido para desarrollar al país. Explicaciones abundan, especialmente claras y descarnadas por parte de los bolivarianos. Hay que recordar que la realidad es la expresión de nuestras realizaciones. Refleja lo que pensamos, planificamos y hacemos, en el campo privado y en el público. El rechazo de la propuesta política para continuar el camino hacia el socialismo, (muy mencionado pero poco definido), además de ser una reprimenda, es una extraordinaria oportunidad para revisar el avance del proceso y de los objetivos, métodos, potencialidades, limitaciones, logros y fracasos del gobierno. Lástima que la oportunidad se deba a un trancazo y esté ausente, una vez más, el seguimiento y la evaluación continua, indispensables en toda gestión. Y hay que analizar: ¿para ello es imprescindible un resultado adverso? En todo caso, pasó lo que tenía que pasar, y ahora es el momento de comprender los hechos y responder ante ellos. En nuestro campo, el de las ciudades y la vivienda, es recomendable revisar internamente, con profundidad, desnudar y evaluar las implicaciones en el desarrollo integral del país.

Veamos algunas sugerencias.


Pausa. Una breve interrupción. “De vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a si mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades” (Ramón Budiño). Los ministros del área, gobernadores, alcaldes, organizaciones comunitarias, universidades, profesionales y gente sencilla, todos, debemos detenernos, comprender y entender lo ocurrido. Ubicarlo en su dimensión y contexto. Entendiendo que mientras más alto el cargo o responsabilidad, más importante es esta parada en el camino; por supuesto sin detener la gestión de gobierno, hay que hacerlo en paralelo. Sí, con contradicción y todo, detenerse pero sin suspender los planes (¿?), programas, y proyectos. Y allí hay que insistir que le corresponde al ministro de la vivienda, máximo ductor de la política pública en lo urbano y en la vivienda (y no al presidente) dar el ejemplo y crear un ámbito propicio para repensar la acción del gobierno (nacional, estadal, municipal y comunitario).


Reflexión. Esta es la fase clave. Implica tensar al máximo nuestros conocimientos y experiencias y superar prejuicios e ignorancia, pero, especialmente, cada quien debe asumir sus responsabilidades sin atribuirlas a los demás, inclusive si ellos fueron decisivos en el fracaso. Hay que profundizar e informarse en detalle, hacer todas las “radiografías, exámenes, resonancias” y demás medidas para llegarle a la médula de lo realizado y conocer el problema con suma precisión, sin desviaciones y diagnósticos evasivos. Con este conocimiento hay que identificar las causas que lo originaron, internas y externas, priorizarlas según importancia e impactos.

Sólo dos preguntitas al rompe: ¿Por qué nuestras ciudades después de 8 o 9 años, siguen mugrientas, con pésimos sistemas de transporte público terrestre, poquísimos y deficientes espacios públicos, áreas muy vulnerables ante las lluvias, seguridad personal por el suelo, alcaldes dedicados a la política partidista en lugar de administradores urbanos eficientes?

¿Por qué las invasiones de terrenos, edificios, casas, hoteles, aumentan y abarcan cada vez más ciudades, y se construyen cerca de 80 mil problemas-soluciones (ranchos) cada año, duplicando (casi) las viviendas que construye el gobierno o los privados?

Responder a estas dos preguntas, elementales y nada oposicionistas, es un buen comienzo para la necesaria reflexión.

Consulta. Gobierno es dirección, mando, autoridad, pero según se ejerza es más o menos democrático y por ende más o menos eficiente. Y la eficiencia está vinculada con el grado de participación de todos. Sólo en excepciones el individualismo es exitoso. Tanto la reflexión como la reformulación de la gestión pública urbana y de la vivienda, deben estar impregnadas de las ideas, deseos, expectativas, frustraciones, esperanzas, que transmiten los componentes de la comunidad en sus diferentes grados y tipos de vinculación con este campo tan amplio y complejo. Si algo debe decirse con claridad, es que en este aspecto la conducción pública es incapaz, decide sin la debida y oportuna consulta, le teme a la gente y por ello promete pero sin poder satisfacer en el corto plazo. Priva el asistencialismo sin corresponsabilidad. Hay que medir el impacto efectivo y real de la baja participación de la gente en sus asuntos urbanos y de vivienda, a pesar de las puertas que se han abierto. Hay que ver como las promesas al mejor estilo de la cuarta república han incidido en la decepción popular.  Ejemplo al azar, el barrio El Ciprés en el oeste de Caracas. Después de un comentario del Presidente, intervinieron más de 15 organismos. Después de 6 meses, los resultados: pensiones para algunos niños, bastones, sillas de ruedas, coches, 1 cupo para una casa hogar, 1 operación, medicinas, juguetes. Pero eso sí, ya van 3 censos (ÚN 09-12-07).

Acción. Una vez que se haya hecho la pausa, reflexionado con inteligencia y madurez, y escuchado a la gente, se debe reanudar con más bríos la nueva gestión en las ciudades y en la vivienda. Con claridad de objetivos, políticas definidas por etapas, estrategias adecuadas y oportunas, métodos eficaces y eficientes, planificando al detalle, con funcionarios que conozcan el tema y tengan capacidad demostrada, con permanente seguimiento y evaluación continua de lo ejecutado. No es poca cosa, pero es sólo entonces que se puede reconducir el proceso por un camino exitoso, o al menos sin los errores cometidos en la cuarta y en esta república. Y por último, lo más importante, en todo momento debe estar interviniendo la gente, decisiva y protagonicamente, en todas las etapas y aspectos. El camino es largo como la vida misma, pero puede ser lleno de satisfacciones. Es un proceso que lleva tiempo y dedicación, que exige aprender nuevos hábitos y a descartar otros, que exige cambios, acción y paciencia” (El bambú japonés, anónimo).
 

Una gran pérdida


 
Intransigente y exclusivo, no ha podido realizar sino muy pocas, excelentes obras. Excepcional en su didáctica, no por ello ha de dejar de marcar un gran vacío en la manera de pensar la arquitectura. Ahora se ha ido, acompañado de recuerdos de controversias y de polémicas memorables. Pero más allá de las anécdotas quedan los valores y los principios sobre los cuales logró construir una personalidad creadora. Su pasión por el oficio, la certeza de que en la obra construida se afirma siempre una teoría y una cultura, permanecen como ejemplo conmovedor para todos. 
El lunes pasado, ha muerto el arquitecto Jesús Tenreiro.
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario