domingo, 3 de marzo de 2013

AyB 096 - 02 Agosto 2007

Ultimas Noticias | Jueves 02 de Agosto de 2007


El Silencio: una lección sin aprender

Henrique Hernández / Alejandro López /Juan Pedro Posani / Alfredo Roffé

acerasybrocales@gmail.com


Desde hace más de seis décadas, en Caracas disponemos de una experiencia extraordinaria a la cual en los últimos años hemos rendido honrosos homenajes.

En su recuperación se han invertido cuantiosos recursos económicos y en celebración de sus cualidades han corrido ríos de palabras.

Pero de lo que ha significado y significa la reurbanización de El Silencio, en términos de ciudad, de funciones urbanas integradas, de respeto a la escala humana, de relación con el ambiente, de economías de construcción y de lógica de vida comunitaria, no parece que hayamos aprendido nada si comparamos con lo que hemos ido mal construyendo.

Lamentablemente, como ha ocurrido con varios de los legados que nos ha dejado el maestro Carlos Raúl Villanueva, mucho se habla pero muy poco se traduce en aprendizaje creador. Los bloques de El Silencio, del punto de vista de la tipología –es decir, de la forma y organización del espacio construido que los distingue– constituyen un aporte fundamental para imaginar unas ciudades distintas, mucho mejores y realmente dignas del calificativo de socialistas.

La primera lección que hay que asimilar es que con el sistema de los bloques perimetrales (unidades de vida cooperativa, los llamaba Villanueva) pueden integrarse fácilmente y en estrecho contacto muchas de las funciones que componen la vida urbana: viviendas, comercios, oficinas, actividades comunales, educación, salud, espacios verdes y de recreación, deporte, etc.

Esto es: las funciones no se separan, cada una por su lado, sino que mantienen su relación de interacción y de intercambio cercano. (El abasto, la guardería, el comedor colectivo, los servicios públicos comunitarios, la biblioteca, el médico residente, etc.) La segunda lección es que en su compactación y en su limitación de altura (máximo cuatro pisos), sin perder las grandes ventajas de la densidad, se eliminan los ascensores, se reducen los costos y se facilitan las relaciones entre las familias.

Tercera lección, la generosidad de espacio en la tipología de los apartamentos. Balcones hacia la calle y terrazas hacia los patios constituyen una extraordinaria riqueza, más importante que la calidad de los acabados. Cuarta lección, los patios interiores permiten seguridad y recreación para los niños, facilidades para los ancianos y presencia de la vegetación tropical. Quinta lección, los corredores exteriores en planta baja son un enorme recurso de circulación protegida del sol y de la lluvia.

Podríamos agregar más elementos de enseñanza y aprendizaje que permite el sistema de bloques en contraposición al sistema del edificios en altura y aislados, como por ejemplo en el caso de los superbloques del 23 de Enero o inclusive en los casos de pequeños edificios de cuatro pisos, pero regados en el terreno en forma puntual. Desde los criterios de la economía y de los costos, de la densidad, de la vida civilizada en comunidad, de facilidad de servicios y de ahorro de energía, el modelo de El Silencio no tiene desperdicio.

Pero en resumen, ésta es la gran lección de El Silencio que todavía debemos aprender: cómo con su sistema se hace ciudad de verdad, compacta, de altura modesta pero con un potencial de una gran intensidad de relaciones humanas, cívicas y comunales. En esta hora casi heroica de comienzo de construcción de nuevas ciudades endógenas, el modelo de El Silencio debe servir de estímulo e inspiración.

De él pueden surgir consecuencias extraordinarias si estudiamos su experiencia sexagenaria, su realidad urbana viviente, y somos capaces, a partir de ella, de agregarle las variaciones creadoras de los jóvenes arquitectos venezolanos que es urgente entren a trabajar en los grandes programas actuales.

Cien campos deportivos para Caracas 440

Una de las grandes carencias de Caracas son los campos deportivos para que jóvenes y adultos practiquen activamente el deporte, como sujetos protagonistas.

En Caracas prácticamente no existen. Los muchachos buscan el más mínimo resquicio para hacer actividad física.

Una calle de poco tráfico, un pedazo abandonado de plaza, alguna microcanchita resultante de un sobrante de obra pública. Pero nada para una actividad regular, organizada, sana, solidaria y socialista.

Nadie niega la utilidad de los campos deportivos, pero nadie hace nada por construirlos. Mientras tanto campean la droga, la vagancia, la semidelincuencia, el tiempo ocioso que siempre busca como emplearse en las más negativas prácticas. ¿Por qué no entonces cien campos deportivos para Caracas? Uno para cada 6.000 muchachos, cercanos a sus viviendas. No es un índice óptimo, pero es posible física y económicamente construir cien campos en Caracas.

¿Por qué la revolución socialista no se ha interesado en resolver problemas de este tipo que elevarían muchísimo la calidad de vida de los caraqueños? Además de constituirse en centros de construcción del socialismo pueden tener muchísimos usos complementarios. ¿Qué se requiere? La inversión sería perfectamente factible. Estaría en el orden de 16 millardos por campo, incluyendo expropiaciones y construcciones. Mil 600 millardos en total. La ejecución, con resultados progresivos, podría tardar dos años, 800 millardos por año. Los estadios de la Copa América costaron mil millardos y son sólo un escenario, magnífico es verdad, para el deporte-espectáculo, deporteentretenimiento, deporte-negocio. Ingrediente necesario para el funcionamiento social de acuerdo con la estructura global imperante pero donde no hay participación activa.

Uno ve a otros, a los grandes atletas, que hacen deporte.

Los campos son técnicamente obras poco complicadas que se han construido y pueden construirse en el país en forma rápida y eficiente.

Como existiría un campo para cada diez consejos comunales, es fácil para estos organizar el mantenimiento y el uso para darle continua cabida a todos sus integrantes.

Las expropiaciones serían poco complicadas porque hay numerosas manzanas "blandas" en Caracas y hay organismos, como el Metro, con notable experiencia en esa actividad. Habría que crear una autoridad única, manejada por profesionales honestos y de alto nivel gerencial y técnico, con sentido creativo e imaginativo de la programación.

Sin embargo, hace falta voluntad política para emprender gigantescas iniciativas ambientales para apoyar y motivar transformaciones sociales de gran alcance.

La juventud actual y futura de Caracas estará por siempre agradecida. Caracas 440 y el socialismo del siglo XXI merecen una obra así. Ya basta de modestas danzas folklóricas para unos 150 funcionarios sentados, ante los ojos espantados del caballo de Bolívar, y protegidos por toldos escarlata, listos para comerse su parte de la torta de diez metros de largo con que terminó el acto protocolar del 25 de julio. Ya basta de tortas.





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