miércoles, 27 de marzo de 2013

AyB 157 - 16 Octubre 2008

Ultimas Noticias | Jueves 16 de Octubre de 2008


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com


Caracas: enferma y grave


Decir eso es un refrito.

Muchos lo ven así con palabras más o palabras menos. Más de 440 años de una sociedad con sus angustias, debilidades, desviaciones, deterioros, no son poca cosa.

La ciudad es el reflejo fiel de la realidad social que la configura, en cristiano, a su "imagen y semejanza". Hoy, Caracas debe ser asumida como una sala de emergencia de un hospital. Caracas requiere ser estabilizada.

Se encuentra descompensada y crítica. Las causas son diversas, antiguas, amplias, profundas. Las curas no están en acciones superficiales, inconstantes, descoordinadas, sin control ni evaluación. Se aproxima una oportunidad más, cuando dentro de 38 días sean electos los alcaldes de la Gran Caracas. Tremendo reto. La responsabilidad es enorme. ¿Serán de diferentes tendencias políticas? Si repiten la torpeza de los actuales, que para nada se coordinan, el proceso político actual entrará en estado comatoso agudo. Dios nos agarre confesadísimos. Sin exagerar, es imprescindible crear un gobierno de la Gran Caracas, con visión a largo plazo y con máxima capacidad para actuar en una "ciudad en guerra". Ese gobierno debe estar impregnado de pueblo, de los mejores hombres y mujeres, con tecnología y diseños de primera línea, con tino, con sentido común, con visión política e ideológica, con recursos éticos, físicos, económicos. La ciudad tiene que repartirse en "mil pedazos", en mil frentes de batalla, en mil salas de emergencia, en los cuales sus habitantes –con una distribución racional de las autoridades y recursos locales– gobiernen y asuman las respuestas a los problemas y necesidades en sus "manejables" comunas o sectores urbanos. Para ello, es necesaria una sala, también de emergencia, que coordine, oriente, planifique, entienda el conjunto, la totalidad, y dicte las pautas a los mil pedazos. Caracas, el valle, no puede seguir dividida en cinco feudos, ni la Gran Caracas en 17 feudos, y la Alcaldía Metropolitana como jarrón chino. El 24 de noviembre debe anunciarse una estrategia radical, audaz, valiente, inteligente, honesta; si no es así, Caracas dará el ejemplo una vez más, y sus consecuencias pueden ser telúricas ¿Los candidatos, sus partidos, sus mentores políticos, sabrán lo que hay que hacer en Caracas? ¿Y en el resto del país? El 24 de noviembre se sabrá quién es quien. El "juego" está en su clímax. Se definirá un real desarrollo progresista, socialista o un más de lo mismo con máscara de socialismo o de viejo neoliberalismo.

Einstein dijo que los problemas significativos que afrontamos hoy no pueden solucionarse en el mismo nivel de pensamiento en que estábamos cuando los creamos. Y alguien dijo que cuando las personas dejan de interpretar los hechos que ocurren en el mundo, y el curso de su propio destino, su existencia se disipa en la incoherencia y el absurdo. Amén.

Cómo sostener la sustentabilidad


La enorme crisis financiera y económica, que en su nueva versión cíclica está carcomiendo el sistema capitalista mundial, va a ayudar, con sus dramas y golpes de conciencia, a destacar mejor la otra gran crisis, que como fenómeno paralelo se está produciendo en el mundo: crisis de energía, crisis ecológica, crisis climática. El mundo va a tener que recapacitar. Algo muy grave nos está ocurriendo. Hemos estirado la cuerda demasiado. La locura se ha desbordado; ha llegado el momento de reflexionar y de asumir en serio que hay que detenerse en este camino hacia el abismo. Ellos y nosotros. Porque la interdependencia es un hecho. En países donde la racionalidad, a pesar de todo, no ha desaparecido por completo, se están tomando medidas. En Holanda, Noruega, Dinamarca, por ejemplo, los análisis de los criterios de sustentabilidad y los programas correspondientes de actuación se están llevando a cabo con creciente firmeza política. En unos cuantos países, la conciencia de los tremendos peligros a que está sometida la llamada civilización occidental, a causa de un crecimiento y un consumo irrespetuoso, arrogante y fraudulento, está comenzando a imponer cambios de conducta. El concepto auténtico de sustentabilidad – esto es, brevemente, consumir y producir ahora sin destruir el mundo, sin dejarles a nuestros hijos y nietos un planeta en la lona– se ha convertido en un criterio de acción política desde arriba y de educación desde abajo.

Para las ciudades, donde ya está viviendo la mayoría de las poblaciones, los principios por seguir están claramente expresados: 1) Aumentar las densidades, concentrar y no seguir desparramando precarias periferias por el campo en un paroxismo de individualismo y de desperdicio de servicios; 2) mezclar usos de todo tipo en redes de estrechos contactos de actividades; 3) reducir el vehículo personal a su ámbito funcional y aumentar al máximo todas las formas de transporte público; 4) reciclar los desechos y la basura de tal manera que, como ocurre en la naturaleza, los desechos se reconviertan en vida; 5) acercar la producción agrícola a la ciudad y hacer que una parte importante de ella crezca dentro de sí misma (horticultura urbana); 6) aumentar la cantidad de vegetación urbana hasta hacer un pequeño parque de cada edificio; y 7) reducir rápida e inteligentemente el uso de los hidrocarburos y pasar a utilizar todas las energías alternativas posibles y disponibles.

Para esos pocos países, donde por razones culturales y políticas ya es posible que se estén comenzando a aplicar estos inevitables remedios –antes de que el futuro nos alcance–, la realidad está cambiando. En Copenhague, por ejemplo, casi 40% de la población se moviliza en bicicleta y buena parte de la energía que usa la ciudad ya deriva del viento y del sol, por no hablar del incremento y mantenimiento de las zonas verdes y del reciclaje inteligente de los desechos.

Ciudades limpias, amenas y más alegres, con más tiempo para el ocio y la cultura.

Y eso que no estamos hablando de socialismo: Copenhague es una ciudad perfectamente capitalista. Claro está, Dinamarca, así como sus hermanas nórdicas, recibe la herencia de un fuerte pasado socialdemócrata y de luchas políticas que explican muchas de las razones de tanto progreso humanista.

En resumen, el cambio de clima está aquí y el fin del petróleo se acerca. El mundo capitalista se está comenzando a percatar del desastre. La sustentabilidad se va a volver de una palabra de moda a una consigna rigurosa de carácter político.

El hecho de que nosotros pisemos una tierra feliz que aloja millones de toneladas de petróleo no debe hacernos perder de vista que vivimos en el mismo mundo.

Viendo las acciones previsibles e inteligentes como las que hemos señalado y que comienzan a ser referencia común en los países "desarrollados", debemos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo nosotros? ¿De cuáles criterios urbanos se va a nutrir nuestro socialismo? La discusión está abierta.


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