miércoles, 27 de marzo de 2013

AyB 155 - 02 Octubre 2008

Ultimas Noticias | Jueves 02 de Octubre de 2008


Henrique Hernández Alejandro López Alfredo Roffé
acerasybrocales@gmail.com

El dilema de Bohigas

Oriol Bohigas es arquitecto, catalán y muy conocido y celebrado. Con razón, pues en su trayectoria ha mostrado una gran pasión por la arquitectura y una entereza ética no exenta de la comprensión de que en las turbias dificultades del mercado inmobiliario y de la politiquería urbana es conveniente saber encontrar equilibrios pragmáticos. Pero una cosa son los éxitos personales y otra es convertirlos en teorías universales.

Sus decisiones de proyecto y participación en el desarrollo urbano de la ciudad de Barcelona, muy alabadas, han creado una suerte de doctrina que reza así: la práctica de la llamada planificación, como metodología de política urbana, ha fracasado. Las grandes ciudades son lo que conocemos: desarraigo, crecimiento desordenado, injusticia social, pobreza formal y real, degradación. No hay que esperar mucho de la planificación. Lo único que podemos hacer para revitalizar las ciudades y devolverles calidad de vida, es crear unos polos de alta calidad de arquitectura, con un fuerte contenido de carácter público que con su presencia actúen como "atractores" para el entorno privado.

Grandes íconos muy visibles acompañados por una cuidadosa atención por los espacios públicos, se supone que pueden producir grandes cambios en la vida de la gente y en su relación con el hecho urbano. Esto es: un grande y hermoso edificio, posiblemente con segura utilidad para muchos, en medio de un mar de construcciones ya existentes para las cuales no hay ni dinero ni tiempo para dedicarles algún tipo de rescate.

Para traducir los éxitos y la experiencia de Barcelona por ejemplo, en Caracas, es como si con unos cuantos "Teresa Carreño" y unas aceras de la avenida Miranda pudiéramos cambiar radicalmente la realidad de la ciudad. Por supuesto estamos forzando las ideas. Pero lo esencial de las tesis del urbanismo "posmoderno", personalizadas en Bohigas se concreta en eso.

En cierta medida es como reactivar las grandes intervenciones históricas de París, Londres, Roma. Sixto IV vuelto a nacer. Se colocan unos monumentos en situaciones estratégicas, y cambia la ciudad. Todo lo demás queda igual, el tejido de la realidad común no cambia. Cambia la percepción, cambia la óptica. El efecto Guggenheim-Bilbao multiplicado por cuatro o por diez. Sería tonto negar que en las grandes ciudades de los países industrializados esta metodología haya dado algunos resultados constatables.

Buen rendimiento en términos de turismo, de prestigio internacional, de un cierto optimismo en la vida urbana y, sin duda, en una mejor relación entre ciudadanos y ciudad. Pero, en todo caso, se trata de otras situaciones, otras historias, otras condiciones económicas y culturales. Demasiada admiración acrítica. Lo que, a nuestro juicio, es totalmente inaceptable, es la importación en bloque de esta teoría antiplan. Porque se rechaza la antigua aspiración "moderna" y racional a un entorno urbano con condiciones de justicia social traducida en urbanismo y arquitectura para todos. Pues en el fondo el contenido de la propuesta es la aceptación resignada de la realidad tal como es. Y suena lógica en una situación que es obviamente incontrolable e incontrolada. Frente a la ciudad en manos del capital y del mercado, paliar los resultados desastrosos con hermosos gestos "culturales" que, al fin y al cabo, celebran los poderes dominantes, es actuar con remedios parciales, como "efectos" compensatorios.

Se trata pues, de una teoría más que arranca y se fundamenta en una política de acomodo, de mejoramiento del sistema, de reducción de sus defectos.

En nuestra realidad, imitarla no tiene sentido. En Venezuela o en América Latina, ni los problemas son iguales ni las metas se parecen. Las ambiciones tienen que ser más grandes, el reto histórico que estamos asumiendo, para asombro e incomprensión de unos cuantos, apunta a mucho más alto.

Bohigas está invitado en estos días a dar una conferencia en la UCV. Se le oirá con gusto.

La inteligencia es siempre bienvenida. Pero...



Corrupción


El alto gobierno plantea la "guerra al despilfarro y a la corrupción". Muy bien, pero ¿cómo y dónde? Fumea por la educación y el Poder Judicial, entre otros. Cada quien debe hacer lo que está a su alcance y responsabilidad. En el sector urbano y de la vivienda hay medidas elementales como las siguientes.
Rescatar el rol del funcionario. Que sean los mejores (honestos y capaces) y evaluar sus actuaciones para prevenir casos como el Programa 8 del Conavi. Hay que castigar ipso facto al ineficiente y al que cometa delito, sea quien sea, amigo, del partido o familiar. Y destacar a los ejemplares.
Simplificar trámites de los organismos. Bien sea para informarse, solicitar solvencias, parcelas, viviendas y créditos. La lenta respuesta, lo engorroso de los procedimientos y el desorden burocrático, propician las vivezas delictuosas y caminos verdes. La ineficiencia encubre la corrupción.
Disponer de una base de costos reales para proyectos y obras como referencia para las ofertas de profesionales y contratistas. Basta de aprobar contratos sin costos sinceros en los que las comisiones se cuelan.
Licitar proyectos y ejecución de obras. No más asignaciones a dedo ni concentración de contratos. Sería utilísimo hacer un registro de contratos asignados para proyectos y construcción de obras de salud, educación, urbanismos, metros, ferrocarriles. Identificar los vínculos entre sus responsables y accionistas con funcionarios. Esta palmaria medida alumbraría los tenebrosos rincones de la corrupción y disuadiría futuras contrataciones amañadas. La semana pasada, el ministro de la Presidencia de Bolivia hizo esto en TV para mostrar la red de familiares y empresas de construcción detrás del prefecto de Pando. Buen ejemplo.
Llevar un seguimiento riguroso y detallado de todos los planes, programas, proyectos, obras y contratos y la evolución de costos, tiempos, cantidades y calidades. Especificar por ejecutor y por municipio, evaluando lo programado con lo ejecutado y los impactos cualitativos y cuantitativos obtenidos. Divulgar esta información cada trimestre.
Elaborar un inventario nacional y permanente, público y accesible, por cédula de identidad y nombre, de las adjudicaciones pasadas, en proceso y las previstas, de todas las viviendas, parcelas, créditos y subsidios, otorgados a través de los organismos nacionales, estadales, municipales y comunales.

Hay más, pero estas que se sugieren son sencillitas y de alta incidencia contra la corrupción y para desalentarla. La corrupción pública está en complicidad con la privada. Si saneamos una incidimos en la otra.

La corrupción es un monstruo real y letal. Prevenirla y curarla es crucial. Las mafias que operan en las invasiones de terrenos, edificios, en la buhonería, transporte urbano, basura, policías, etc, socavan peligrosamente la gobernabilidad urbana y el proceso político. En lo urbano, la infraestructura y la vivienda se dan amplias condiciones para la corrupción. Actuar allí es decisivo ¿Lo haremos?



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